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Güler ante el espejo de Vinicius

El caso de Güler es especial. Representa el gusto por lo prohibido. Como esa chica que nunca te hizo caso y te interesó cada vez más y más, el turco tiene a la hinchada del Madrid loca de entusiasmo. Casi nadie le ha visto jugar. Con la camiseta blanca, un par de ratos mal contados que él ha aprovechado de maravilla. Un buen gol ante el Celta saliendo en el descuento y un tirazo desde la medular, este contra Osasuna, que posó de manera magistral en el larguero... Lo que necesitaba para sacar cabeza.

Güler tiene mucha fe en sus posibilidades. Cuando se estaba gestando su fichaje el club le ofreció la posibilidad de firmar y que se fuera cedido para no cortar su progresión. Una cesión tipo Dortmund o Leverkusen, algo top. Y Güler dijo no. Más aún, puso como condición para firmar ser integrante por derecho propio de la primera plantilla. Con 19 añitos le ha pesado. La presión se ha traducido en lesiones. Pero parece que poco a poco su calidad reluce y que se va a salir con la suya... o no.

Una cosa es que Güler pida paso con un par de detalles y otra que Ancelotti se lo vaya a dar. Con el técnico italiano hay que ganarse las cosas a pulso y las jerarquías son sagradas. Son los códigos del vestuario. El Chico, como le llaman en Valdebebas, debería mirarse en el espejo de Vinicius. Con 18 años recién cumplidos, Vini llegó a un acuerdo con el Madrid. Al llegar, se entrenaría siempre con el primer equipo pero podría jugar con el Castilla. Todo, para rodarse y no quedarse estancado. Eso sí, sólo en los partidos cercanos a la capital y en campos poco conflictivos. El brasileño fue poco a poco hasta explotar. Y ahora reina junto con Haaland y Mbappé el planeta fútbol. No es mal ejemplo el suyo.

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