Este Mbappé no es Mbappé
Tuvo un arrebato goleador, pero ha vuelto al atolladero: sólo un zarpazo en cinco partidos. El Clásico evidenció que no está fino. Hay runrún en el club.
Algo falla. Tal vez es la posición, tal vez es el físico, o tal vez es un asunto mental. Puede que todas. Pero este Mbappé no es Mbappé. Aquel velocista que dejaba atrás a defensas –y cámaras– de una arrancada. Sin romper a sudar. Aquel depredador con tal voracidad, que cazaba con la mirada. Una bestia. Un verdugo sin compasión. No, este Kylian no es ese Kylian. Y el asunto inquieta en todas direcciones: desde la afición, donde el runrún es constante, hasta los pasillos de Valdebebas, sabedores de que puede dar más. Debe hacerlo. Su imagen en el Clásico fue la de la desesperación. Cayó ocho veces en fuera de juego y falló hasta tres ocasiones clamorosas. “Madre mía”, se leyó de sus labios. Y mirada al cielo. Sabe que no está cumpliendo las expectativas. Y aunque eso motiva, también paraliza. En su caso, ambas.
Porque a Mbappé se le fichó, principalmente, para partir la pana en las noches importantes. Como a todas las grandes estrellas. La exigencia de la regularidad es básica, pero rendir en las batallas de mayor enjundia, innegociable. Por ahora van dos. Y en ninguna ha cumplido. En la primera, porque directamente no estuvo disponible: se lesionó justo antes del derbi y, aunque la dolencia no pasó de una simple sobrecarga, se decidió que no forzase. Tenor sin tablas. Pero en la segunda, por rendimiento. La noche del sábado, el Clásico. Y eso que empezó poniendo a la platea en pie: desmarque a la espalda, vaselina sobre Iñaki Peña y gol. Locura en el Bernabéu. Pero fue un trampantojo.
El 47% de sus fueras de juego
Porque el VAR confirmó un fuera de juego. Muy claro; casi medio cuerpo. Y desde entonces, la noche se volvió pesadillesca. Por poner el asunto en perspectiva: hasta el Clásico, Kylian sólo había caído en fuera de juego nueve veces. Nueve, en 13 partidos. Nueve, en 1.060 minutos. Pues en los 90′ posteriores, cayó ocho veces. Dicho de otro modo: el 47% de los fueras de juego de Mbappé esta temporada, fueron contra el Barcelona. En el 8% de los minutos. Mbappé fue víctima del sistema de Flick, quien demostró tener tal confianza en su defensa, que decidió mantener la línea adelantada, retando a uno de los delanteros más temibles del mundo a un duelo. Perdió Mbappé.
Los centrales debían estar especialmente vivos, sabedores de que les buscarían la espalda constantemente. Y su índice de éxito fue tal, que obligaron a Mbappé a tener que llevar sus desmarques al límite. Convertirlos en algo digno de foto finish. Orfebrería futbolística en la pizarra de Hansi, que se llevó el gato al agua. Fuera de juego, fuera de juego, fuera de juego... una constante. En el Bernabéu se llegó a escuchar un murmullo de incredulidad y, aunque Ancelotti restó importancia al asunto (“el Barça ha tirado 65 veces el fuera de juego en esta Liga; sabíamos que podía pasar, pero tuvimos tres o cuarto oportunidades”), dejó caer el dardo: “Si las que tenemos, no las marcamos...”.
Algo se quedó en Lille
Y es que Mbappé tampoco tiene el colmillo afilado. Tuvo hasta tres claras... y ninguna fue para dentro. La más delicada, un mano a mano superada la hora de juego que estrelló en el cuerpo de Iñaki Peña. Ahí pudo cambiar todo. La tuvo. “Madre mía”, exclamó mirando al cielo. En San Sebastián pareció entonarse, llegando a encadenar cuatro partidos marcando (Stuttgart, Espanyol y Alavés), pero desde entonces, agua. Desde Lille. En los últimos cinco partidos, sólo un zarpazo... y fue el golazo desde fuera del área en Balaídos. Una obra de arte. Y una excepción, visto lo visto.
“Está cerca del 100%”, dijo Carletto en la víspera de Balaídos. Después de ausentarse de Francia en un parón internacional... para ponerse a punto físicamente. Descansar y rugir a la vuelta. Lo hizo en Vigo, pero ya. Nada más. Mbappé, incluso en esta dinámica, mantiene un buen promedio goleador (con ocho, está empatado con Vinicius como máximo anotador del equipo), pero los análisis van más allá de los números. Las sensaciones no son buenas. Va cazando goles, pero no está siendo el Big Bang que se prometió. Ese jugador imparable, de otra dimensión. Tal vez es la posición, tal vez es el físico, o tal vez es un asunto mental. Puede que todas. Pero este Mbappé no es Mbappé.