Entre la ciencia y la religión
El equipo de Diego Martínez demuestra su gran compromiso y la creencia en las ideas del técnico en Balaidos, pero también muestra sus carencias ante la falta todavía de efectivos.
Cuestión de fe. Hablaba Diego Martínez en la previa del partido ante el Celta que el Espanyol es una cuestión de fe, en honor al breve pero pleno libro de Enric González bajo el mismo título. Fue como una premonición bíblica de lo que iba a suceder en Balaidos un día después, con ese equipo blanquiazul remando con el viento en contra (2-0) y capaz de doblegar los elementos cuando ya no quedaba espacio ni para la fe (2-2 en el minuto 97). Aunque sea lo último que se debe perder, el Espanyol suele ser tozudo con ese tipo de finales ajustados, incapaz de que la moneda caiga de su lado salvo aquel gol de Corominas ante la Real Sociedad en 2006. Perder tantas tandas de penaltis te marca de por vida como los traumas infantiles. A veces curables, aunque sea por un día.
El método. El Espanyol encontró ese premio porque reunió los valores adecuados de la fe. La creencia y el compromiso o la responsabilidad. “Para crear hay que creer” y para creer hay que estar convencido de lo que se hace, como esa presión en campo contrario de la primera mitad en la que todos los pericos se llevaron las manos a la cabeza y se frotaron los ojos. ¡El Espanyol constantemente en campo rival! No era un espejismo ni un milagro. Era real. No hubo solo fe, sino método o ciencia. Si el delantero, o sea Joselu, es el primer defensor y el más implicado, todo es más sencillo para ejercer esa variante táctica que te ayuda a estar más cerca del área rival, pero, obviamente, no es infalible. Prueba de ello, ese 1-0 al descanso con despiste de Oliván (no mantuvo la línea y habilitó a Paciencia) y cierta lentitud de Lecomte a la hora de reaccionar al tiro.
Los elementos. Antes de ese golpe, el Espanyol demostró que es un equipo por hacer con algunas certezas y otras dudas duraderas. Darder, liberado, es un lujo para el Espanyol; Calero cumplió en esa posición distinta pero es limitante, no es su sitio, Expósito entró con el pie derecho y junto a Vinicius fue más determinante; mientras que con Joselu, el equipo suma un delantero con múltiples virtudes; las dudas, de nuevo, los laterales, poco contudentes especialmente Gil, como también la portería. Paciencia pidió Diego Martínez, que reconoció que a este Espanyol le faltan elementos que ayuden a maximizar rendimientos mientras la cantera responde, desde Rubén Sánchez a Luca o al debutante Nabil. Otro más procedente del filial que hay añadir a una lista interminable.
Debut ilusionante. Todos ellos protagonizaron un debut ilusionante. Al equipo de Diego Martínez se le vio valiente y con carácter, más agresivo que el curso pasado y con capacidad para cambiar de sistema (acabó con dos delanteros) y tener claro ese juego directo de Cabrera a Joselu, que lo pelea todo, incansable. Un Espanyol nuevo, por hacer, con ideas distintas a las del curso pasado igualó a un Celta conjuntado del curso pasado.
Competitividad. Si el Espanyol, con un equipo de circunstancias con hasta siete canteranos, es capaz de mostrar estas virtudes en Balaidos y reponerse a un 2-0, cuando lleguen los jugadores que desea el técnico gallego podrá dar un salto de calidad y ser un equipo con sello, por eso ahora las miradas apuntan a la dirección deportiva, que debe solucionar las grietas de la plantilla. Una de ellas, la enigmática situación de RdT, a quien de nuevo le lanzaron mensajes de manera indirecta, como en la elección del lanzador de penalti. “A Joselu le hubiera dado igual quien habría marcado el penalti, podía ser otro; eso es un equipo”, dijo Diego Martínez, a quien se le podría aplicar la frase del Papá Francisco: “La teoría de la evolución y el Big Bang son reales. Dios no es un mago con una varita mágica”. Cojuntar ciencia y religión, método y fe para ser muy fuertes.