El Pucela se sube a la ola de la permanencia
A lo largo de una temporada se producen determinadas circunstancias que, ya sean a favor o en contra, pueden resultar determinantes para el desenlace final del curso. Recientemente, aquí, en Valladolid, se han dado unas cuantas que han conseguido que varíe el rumbo de los acontecimientos. En tan solo dos semanas hemos pasado de verlo todo muy negro tras la derrota de Madrid a concebir fundadas esperanzas de éxito. Con cinco partidos perdidos acumulados sin hacer gol, con cinco salidas seguidas sin puntuar y sin anotar, con un estado de ánimo bajo mínimos y sin que el mercado de fichajes hubiera aportado nada más que la llegada de Machís, que todavía no había jugado, la sensación generalizada era que los de Pacheta estaban más cerca de marcharse este año a Segunda que de lograr la ansiada permanencia. Los jugadores, el entrenador y el director deportivo estaban señalados. Todo parecía peor de lo que ahora es y todo lo que podía salir mal, salía. La lesión de Kenedy o la forma en la que se perdió en Mallorca son un buen ejemplo. Estaba claro que la vuelta a la competición tras el Mundial le había sentado muy mal al Real Valladolid, eliminación copera incluida.
Pero tan solo dos semanas después vivimos una situación radicalmente distinta. Las dos victorias logradas ante Valencia y Real Sociedad han devuelto la alegría y la confianza. Ante las crisis, la mejor medicina es ganar. Mucho más efectiva que un antibiótico. Y el Valladolid ha ganado dos veces, casi nada. Y se han dado algunas claves que no podemos dejar de señalar. La primera, fundamental, que el mercado invernal ha traído buenos futbolistas. Se han marchado cinco jugadores que apenas habían aportado y han llegado otros que empiezan a rendir y a sumar desde el primer momento. Es verdad que, particularmente, creo que un central más y otro delantero hubieran puesto la guinda. Ahora, se necesita que las lesiones respeten para no notar esas carencias. Pero es incuestionable que el mercado invernal ha reforzado el potencial ofensivo y de creación del conjunto blanquivioleta. Y, especialmente, la llegada de Larin. El canadiense, en apenas 45 minutos jugados, le ha dado muchísimo más al equipo que Guardiola y Weissman juntos en toda la primera vuelta. Ahí, ya se ha salido ganando y parece haberse solucionado un grave problema. Un futbolista anotador, con poderío por arriba, bueno técnicamente y rápido. Si el rendimiento de Larin sigue a este nivel, el club habrá logrado una gran incorporación. Y buenas cosas de Machís, muy correcto Martin Hongla y grandes elogios sobre Amallah de todos los que cada día le ven entrenar. Mientras estos llegaban, Feddal, Narváez, Guardiola, Malsa y Weissman se han marchado. Ninguno ayudó en nada en toda la primera vuelta con sus números. Y, además, parece que el ambiente en el vestuario, casualidad o no, está ahora mucho mejor.
Son, por tanto, varias las cosas que han cambiado, y eso ha llegado unido a una mejoría ostensible del juego del equipo. Es un momento ideal para aprovechar la ola buena, la que puede hacer soñar con una nueva victoria este domingo ante Osasuna. Es momento de apretar y ser ambiciosos y de valorar que no queda otra que seguir adelante con los que se han quedado y con los que están. A los que se han ido, desearles lo mejor, pero apoyemos a los que están aquí, que son los nuestros. Seguramente con alguna carencia puntual, pero creo que con mimbres necesarios como para pensar en la posibilidad de firmar la permanencia. Apaguemos los debates que en nada ayudan y rememos todos de una vez en la misma dirección. Estoy convencido de que será lo mejor.