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ATLÉTICO DE MADRID

El pecado del Atlético

Al equipo rojiblanco le vuelve a penalizar el mal comienzo de partido. Una puesta a punto irreconocible. “Hemos tirado la primera parte. Duele”, dijo Oblak.

Actualizado a
03/12/23 PARTIDO PRIMERA DIVISION
BARCELONA - ATLETICO DE MADRID

JOAO FELIX (14) FC BARCELONA 1-0 GOL
GORKA LEIZADiarioAS

El Atlético llegó tarde a Montjuïc. Muy tarde. Solo la falta de acierto de Lewandowski permitió al equipo rojiblanco afrontar con vida a la segunda mitad y poder tener sus opciones con una notable mejoría a partir de los cambios y una mayor actitud y convencimiento. Y no es la primera vez. Es un mal recurrente que esta temporada ya ha hecho estragos en Mestalla, en la visita a Roma, al Betis, en Glasgow, Gran Canaria o en casa contra el Feyenoord, donde sí pudo remontar a base del acierto de los delanteros. Siempre que se le han escapado puntos ha sido tras entrar al partido peor que el rival.

El equipo sale frío, sin la intensidad necesaria para afrontar e igualar las revoluciones del rival. Lo que siempre fue una virtud, en los últimos años ha sido muchas veces la debilidad rojiblanca. Una presentación desdibujada. Y en partidos grandes se paga. Un pecado más habitual fuera de casa y que ya se ha sufrido en varias ocasiones contra el Barcelona, sin ir más lejos la temporada pasada en un encuentro cerrado con el mismo resultado (1-0). Nadar contra corriente no siempre tiene el éxito en forma de remontada y claramente el Barcelona es un hueso que el Atlético no sabe morder.

“Duele mucho. No hemos entrado bien al partido, hemos tirado la primera parte. Duele. Si en la primera parte hubiéramos jugado un poco como en el final, habríamos tenido más opciones. Hemos estado mal, hemos empezado mal y nos han castigado (...) No entiendo por qué ha sido así, no lo sé. La idea era salir a ganar el partido. Al final, no sé qué nos ha pasado. No hemos estado nada bien, no queríamos el balón, no queríamos jugar... Es una pena. Si hubiéramos jugado como en la segunda parte… Hemos tenido oportunidades”. Eran las palabras de un Oblak ya acostumbrado a ofrecer unas sensaciones similares a la conclusión de una visita a la Ciudad Condal.

No es habitual que un equipo realice tres cambios en el descanso. Y haya gastado los cinco en el minuto 65, la mitad de los jugadores de campo. En algunos casos para modificar el sistema, en otros por actuaciones individuales muy por debajo del nivel. Caso de Nahuel Molina, que no pasa por un buen momento y cometió un error gravísimo al ir sin intensidad a un duelo con João Félix como último hombre. El portugués, extramotivado y más enérgico que nunca, le ganó la partida y definió ante Oblak. Nahuel Molina acabó con 16 pases acertados de 24 intentados (un 66,7% de acierto para ser el menos preciso del equipo). Ninguna recuperación, ningún duelo aéreo ganado, ningún regate... una noche aciaga.

Giménez, con amarilla y que había perdido el sitio en el gol de João, fue otro de los sustituidos en el descanso. Y Riquelme, que sufrió mucho con la presencia de Raphinha y Koundé por su banda, el tercero. Quedan ganas de ver al canterano junto a Lino sobre el césped. El intervencionismo de Simeone tuvo resultado, pero después de haber desperdiciado 45 minutos. Es cierto que el Barcelona no volvió a probar a Oblak en la segunda mitad, tuvo una que Lewandowski no definió bien y acabó con tres puntos en dos únicos remates a portería, los dos de João en la primera parte. “Yo vi que hubo dos partidos. En el primer tiempo ellos fueron mejores (...) En el segundo tiempo los cambios revitalizaron, dieron dinámica en el medio y arriba. Ellos empezaron mejor, tuvieron más personalidad con la pelota, cuando la teníamos enseguida la perdíamos, no progresamos en el juego, por eso sufrimos en la primera parte y por eso cambió. El equipo mejoró y tuvo las ocasiones para empatar en el segundo tiempo (...) Ellos se lo llevan porque en el primer tiempo tuvieron lo más bonito del fútbol, que es la contundencia”, reflexionaba el Cholo.

Con Lino en la izquierda, Correa arriba, Griezmann en el medio y Llorente en el carril derecho, con Azpilicueta por detrás, el equipo salió con más argumentos a buscar el empate. Sobre todo, una intención más clara tras no haber rematado con peligro en 45 minutos. No conceder tantos metros, robar más arriba y proponer con balón. Otro planteamiento, otra idea al salir de la caseta. Un plan que no se había visto hasta el momento. Lo que le había faltado a un Atlético que ha crecido muchísimo en la posesión, pero en Montjuïc parecía haber olvidado por completo. Con la entrada de Saúl por Koke el centro del campo ganó piernas, le estaban faltando al capitán en un día superado por el manejo blaugrana y la obligación de correr kilómetros y kilómetros sin manejar la pelota. Y Memphis puso pegada y la ocasión más clara rojiblanca, repelida por un paradón de Iñaki Peña. El guardameta también evitó en los últimos instantes la diana de Correa para convertirse en un héroe blaugrana para una noche donde el Atlético no se presentó a tiempo. Y, el mayor problema, es que no es la primera vez que ocurre. Dejar las tareas para última hora en ocasiones tiene castigo. Un pecado que al Atlético le costó la derrota en Barcelona.

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