El pecado del Atlético, la falta de contundencia
Esta vez a diferencia del partido ante el Barcelona, el Atlético no fue a por el rival después de que le hiciesen sangre. Los del Cholo salieron con la intención de golpear primero: el ejemplo, su jugador más diferencial, Llorente, jugando en una posición en la que hay que buscarle alternativas para que no se mueva de ahí. Marcos contagia entusiasmo en la presión cuando juega por delante del lateral de turno, aprovecha su potencia para generar ocasiones de gol para sus compañeros, es el futbolista que por la posición que ocupe, de carrilero o interior nos deja claro las intenciones de Simeone. Lo vimos por delante hasta el golazo de Correa, donde de nuevo una genialidad de Griezmann (ese futbolista que es competencia a Alexa, pídele lo que quiera que te lo hace), la aprovechaba Angelito para poner por delante al Atlético.
A partir del gol, de nuevo Llorente reculó dándole vida a un Almería que no encontraba soluciones para llegar a Oblak y de esos metros llegó el golazo de Toaré. La segunda mitad fue de nuevo con Marcos fuera de la jaula del carrilero y el partido se rompió fallando los rojiblancos unas ocasiones difíciles de explicar para la calidad que atesoran los atacantes. Otro cantar es la actuación de Fernando, portero del Almería, que fue el mejor jugador del partido. Difícil ganar un encuentro cuando reculas teniendo el control y el resultado a favor, cuando de nuevo enjaulas a Llorente en momentos determinados del partido, y, sobre todo, cuando te falta contundencia, sin lugar a duda el mayor pecado rojiblanco en lo que llevamos de temporada, sumando también la Champions.