ESPANYOL

El museo de los errores

Lo del Espanyol en Mallorca fue de truco o trato. Enésimo fallo defensivo, empate involuntario de Lazo y un penalti ignorado sobre Ángel Rodríguez, tocayo del fundador, el día del 122 aniversario.

MALLORCA, SPAIN - OCTOBER 28: Jose Lazo of RCD Espanyol celebrates after scoring his team first goal during the LaLiga Santander match between RCD Mallorca and RCD Espanyol at Visit Mallorca Estadi on October 28, 2022 in Mallorca, Spain. (Photo by Cristian Trujillo/Quality Sport Images/Getty Images)
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Iván Molero
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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Un goLazo (sin querer). Lo celebró por lo que significaba. El empate del Espanyol y su bautizo realizador en Primera División. Incluso se vino arriba al cabo de un par de minutos tratando de disparar directa a portería una falta a unos 40 metros. El caso es que el gol de Lazo (goLazo, ya nos perdonarán) ante el Mallorca fue como degustar en carne propia todo lo que sienten los rivales jornada tras jornada con esos errores no forzados. Como aquella diana tragicómica de Cömert. Casi sin querer, con un centro envenenado que Rajkovic, demasiado confiado, no acertó a atajar, rascaron los pericos un punto que puede valer mucho, sobre todo si se le añade ese penalti obviado en los minutos finales.

Miradas que lo dicen todo. Pero si Lazo tuvo que establecer el 1-1 es porque antes había errado, cómo no, el conjunto perico. Hace jornadas que el aficionado del Espanyol ya no se pregunta si su equipo fallará, sino en qué momento de partido cometerá ese error grosero que le saldrá carísimo. El truco sin trato. En el equipo de Diego Martínez, cada día es Halloween porque el terror es ineludible. Un sádico homenaje en la fecha del 122º aniversario. De noche de susto fueron las caras de los jugadores pericos tras el 1-0, buscándose los unos a los otros con las miradas, tratando de comprender cómo les había vuelto a suceder.

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La desconexión del ‘modo superviviente’. Porque sí, ocurrió. Había activado durante toda la primera parte el Espanyol ese “modo supervivencia” que vaticinaba Diego Martínez en la previa, con tensión en las acciones defensivas, en los centros laterales del Mallorca y en el marcaje sobre Muriqi. Pero ese modo se desactivó en el descanso, de modo que en la reanudación no pudieron entrar más desconcentrados. Y los bermellones, con un viejo conocido como Javier Aguirre con un olfato privilegiado para oler sangre, lo aprovecharon. Rompió Sergi Gómez el fuera de juego, perdió Brian Oliván la referencia de Gio González, apenas tapó los espacios Lecomte con los brazos el globo del uruguayo y, aunque la situación ya era comprometidísima con el esférico en la línea de gol, nadie fue capaz de seguir a Muriqi para anticiparse. Otra obra para el museo de los horrores. Y de los errores.

El museo de los errores
Darder da la mano a Díaz de Mera tras ver la amarilla. CATI CLADERA

El cielo abierto. En algo ha cambiado la suerte del Espanyol, ni que sea porque los errores en contra se compensan con otros a favor, ya que en lo demás se repitió la historia de siempre. Con el mismo equipo inicial que en el empate en casa ante el Elche, colista, con un plan de partido calcado al de El Sadar, donde la mejor noticia era que no pasara nada hasta que pasó, con un rival que anula a Darder para dejar sin ideas a los pericos y con la sempiterna obligación de remar a contracorriente. Ese arreón sirvió esta vez para empatar, para emular un doble pivote. Y para que se le abriera el cielo al Espanyol con ese penalti catedralicio de Brian Oliván, en su regreso a Mallorca, que ni el árbitro ni el VAR supieron ver. Resulta paradójico que se salve el Espanyol de la derrota, el día de su 122º aniversario, por un penalti no señalado sobre Ángel Rodríguez, que así se llamaba su fundador. Un regalo de cumpleaños.

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