Diego García, el ariete irreductible que quiso el Atlético
El canterano se ha convertido en un especialista de la supervivencia en el Leganés. Clave en el ascenso a Primera, el Atlético le rondó en 2022 para su filial. En la élite ha resistido al efecto Haller.


Diego García es irreductible. Bendita sorpresa, suspiran en Leganés. Este canterano (24 años) ejerce como profesión la de cazagoles oportuno. En su estreno en la élite sólo lleva dos, pero claves: el primero de la goleada al Celta en Liga y el que dio el pase a cuartos en Copa el pasado miércoles. Pero Diego es mucho más. Insistencia, carreras, pelea y brega. Sacrificio infinito.
También le gusta ser cabezón y, en sus ratos libres, estudiar ingeniería. Lo segundo no se explica sin lo primero. Esa tozudez es la gasolina con la que siempre se escapa del precipicio. En Butarque ha estado al borde varias veces. En una de ellas casi acaba reforzando al Atlético B, el segundo equipo del rival al que hoy espera ajusticiar. El Lega lo fichó en 2020 después de que el Rayo B lo descartase en otra de esas decisiones que ha mermado en los últimos años la cantera de la Franja.
Máximo goleador del último ascenso del filial pepinero a Segunda RFEF (hizo 15 goles en la 20-21), el club no le encontró hueco en la primera plantilla y lo exilió al Fuenla dos años después, en 2022. Entonces los colchoneros coquetearon con él. También el Castilla le regaló los oídos, pero él, convencido por Jorge Broto, director de las inferiores pepineras, decidió seguir apretando para buscarse un hueco en la primera plantilla blanquiazul. Aunque fuera batallando con otro escudo y en otra categoría desde el Fernando Torres.
Retornó un verano más tarde con 13 goles en la buchaca y el cartel de descarte cantado. “A la semana de entrenamientos ya supimos que nos lo quedábamos en la primera plantilla”, confiesan desde Butarque. Borja Jiménez encontró en él un ariete desatado para su primer proyecto con el Lega. En verdad, hasta la llegada de Miguel al cierre del mercado de 2023, su único 9. En su estreno de verdad en Segunda, Diego hizo doce dianas y fue clave para subir a Primera.
Ahora, entre los mejores, ni el fichaje de Haller lo apartó de su empecinada senda del esfuerzo para acabar haciéndose con el puesto del costamarfileño y exiliarlo (entre otros motivos) al Utrecht. Un ADN que casa muy bien con el que pudo ser su equipo, el Atlético de Madrid, pero que ahora derrocha irreductible en el Leganés.
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