De Marcos, una rara avis del fútbol
Al veterano lateral del Athletic no le gustan las redes sociales ni lleva tatuajes. Cuando firmó hace 14 años no preguntó por su sueldo ni por los años.
Óscar De Marcos (34 años) es una rara avis en el fútbol. No le gustan las redes sociales, no lleva tatuajes ni se tiñe el pelo, pero tampoco necesita un asesor de comunicación ni un representante. Parece un personaje del siglo XIX perdido en el túnel del tiempo. El lateral alavés, ícono del Athletic, es un tipo sencillo con un corazón enorme pegado a la camiseta que ha marcado su vida.
No hace mucho se supo que convirtió en costumbre visitar las plantas de oncología infantil de algunos hospitales de Bilbao y pasaba horas hablando con los niños y sus familias. Si se descubrió no fue por él, que siempre ha sido un héroe anónimo.
Hace unos años visitó San Mamés un equipo de fútbol femenino de Nepal que jugaba la Donosti Cup, un grupo de jugadoras de Mugu, lugar remoto del Himalaya, que deben andar varios días por caminos de montaña para poder disputar un campeonato. Era la primera vez que las chicas salían de su país. Sunakali, la capitana, solicitó conocer el mar, algo que nunca había visto. Al enterarse, De Marcos pidió acompañarla. Sunakali, agitada de emoción y con un brillo contagioso en su mirada, se puso a saltar, a jugar con el agua y a dibujar trazos en la arena esperando que las olas los borrasen. Óscar se unió a su entusiasmo y sacó a pasear su alma infantil...
Siendo aún muy joven, pero ya jugador profesional, Óscar aprovechó un viaje real a Togo con el fin ayudar en un centro de acogida de menores para realizar su propia aventura interior, un viaje de introspección. Impresionado por cómo celebraban la vida en África, sus ojos descubrieron un mundo nuevo y su mente se trasladó a su infancia, cuando su padre, Pedro Antonio, lo llevaba en coche a los entrenamientos y a los partidos aconsejándole ir siempre “por la sombra”, es decir, tratar de buscar la felicidad en los pequeños detalles. Esas reflexiones se plasmaron en un libro que tituló “Togo”.
Su familia, su cuadrilla, su pueblo (Laguardia) y el grupo musical Orsai, que comparte con Dani García, Balenziaga, Vesga, Lekue y Villalibre, forman su pequeño universo.
Nunca quiso escuchar ofertas. De hecho, el día que firmó por primera vez, hace 14 años, no preguntó cuánto iba a ganar ni cuál era la duración del contrato. Tan sólo deseaba disfrutar de la satisfacción de aquel instante soñado. Cuando esta tarde salte al Bernabéu, se quedará a un partido de llegar a los 500 con los colores de su Athletic. El romanticismo, cada vez más insólito en el fútbol, aún existe.