Cuando Laporta no era bienvenido en Montjuïc
El Espanyol rompió relaciones con el presidente del Barcelona en 2005, a raíz del intento de fichar a Saviola, mientras los pericos habitaban el Olímpic.
No llegó a ser declarado persona ‘non grata’, como sí había sucedido con Joan Gaspart entre 1999 y 2001 -por unas declaraciones desafortunadas sobre el patrimonio y las aspiraciones del club perico-, ni llegó a decir Dani Sánchez Llibre que no podría entrar en el Estadi Olímpic porque “un señor en la puerta se lo impediría”, como sí había dicho sobre aquel vicepresidente. Pero, igualmente, hubo un tiempo en que Joan Laporta, presidiendo ya al Barcelona, no era bienvenido en Montjuïc, el estadio donde ahora su equipo actúa como local. Y que recibe este domingo la visita del Espanyol.
Fue el propio Sánchez Llibre quien, como máximo mandatario perico, decidió romper relaciones con Laporta y con la directiva del Barça el 13 de agosto de 2005. Habían jugado ambas entidades al gato y al ratón durante buena parte del verano con Javier Saviola, con quien en el Camp Nou no contaban y al que los pericos deseaban. Hasta el punto de que el presidente y su entorno reunieron diez millones de euros para asegurarse su compra. Y, según ellos, el Barcelona lo aceptó. Pero hubo un giro de timón inesperado, y finalmente prefirieron cederlo al Sevilla, haciéndose cargo además del 75 por ciento de su ficha.
“El presidente del Barça me dijo la semana pasada que tenía miedo de que el jugador acabara en el Espanyol, porque si metía goles qué le iba a decir a sus propios seguidores”, atacó Sánchez Llibre, quien prosiguió: “Luego, en público, dijo que si lo queríamos teníamos que asumir su ficha, que supera los cinco millones. Pero al final todo ha quedado en un engaño”, lamentaba.
Y elevaba aún más su queja el mandatario perico: “En los ocho años que llevo como presidente, jamás me había visto en una situación así. Entre la gente del fútbol siempre he encontrado, hasta ahora, seriedad y educación, pero todo es una mentira, una falsedad, una hipocresía”, sentenció. Una arremetida a la que Laporta trató de rebajar el tono, atribuyéndolo a “un calentón”. “Aunque entiendo al presidente del Espanyol, espero que se lo piense porque siempre hemos tenido una buena relación”, trató de justificar.
Sin embargo, Dani no le dio más vueltas. Y, mientras se ausentaba de las visitas al Camp Nou, en 2007 en Montjuïc no le quedó más remedio que sentarse junto a su homólogo culé. “Las puertas estarán abiertas para que venga quien quiera porque la federación lo marca así”, razonó, encogiéndose de hombros.
Lo que sí estuvo en sus manos, la comida entre directivas previa al partido, sí lo evitó el Espanyol. “Si él piensa blanco y yo pienso negro, ¿de qué vamos a hablar? ¿Del sexo de los ángeles? Para eso me quedo en mi casa que buena falta me hace”, aseveró el presidente perico. “La directiva del Espanyol se hace la ofendida y aguanta una mentira”, seguía reaccionando Laporta.
Y, aunque en abril de 2007 encajarían sus manos en un acto de la Generalitat de Catalunya para fomentar la lectura y de nuevo en febrero de 2009 se reunieron convocados por la Fundación Pasqual Maragall y la investigación del alzhéimer, al Espanyol le tocó abandonar Montjuïc sin que la relación entre ambos se hubiera enderezado. De hecho, en el último derbi habían saltado directamente por los aires por el lanzamiento de bengalas por parte de los Boixos Nois.
“Dani me ha dicho en más de una ocasión que le va bien mantener esta situación, porque para tener contenta a la afición tiene que hacer anti-barcelonismo”, le echó en cara el presidente azulgrana. Sánchez Llibre se la devolvía recordándole que con José Luis Núñez el trato sí había sido amable y educado. Y ya en Cornellà-El Prat, en el primer derbi del nuevo estadio, se las volvieron a tener. Hasta que Sandro Rosell asumió la presidencia del Barça y las relaciones entre clubes se normalizaron.
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