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REAL MADRID

Cambio de papeles

Vinicius y Rodrygo han cambiado los papeles desde que llegaron al Real Madrid: ahora al primero se le caen los goles y el segundo sufre para romper su sequía.

Rodrygo y Vinicius celebran el gol que el segundo marcó al Manchester City en la ida de la semifinal de la Champions.
Gonzalo Arroyo - UEFAUEFA via Getty Images

Vinicius llegó al Real Madrid en el verano de 2018, con apenas 18 años, y le costó asentarse en el primer equipo blanco por las reticencias de Lopetegui, pero con Solari dio el salto definitivo y se instaló un prejuicio en relación a él con cierta base en la realidad: gran regateador, generador constante de ocasiones, pésimo definidor. Rodrygo aterrizó en 2019, con la mayoría de edad también recién cumplida, y entró en el Madrid con más facilidad, dado que Zidane se declaró pronto enamorado de su juego (no tanto del de Vinicius); en su caso, se hablaba de un futbolista más intermitente y guadianesco, pero mucho más decisivo para definir de cara a la portería contraria.

Y ahora, cinco años después de la llegada de Vini y sólo cuatro tras la de Rodry, parecen haberse cambiado los papeles: ahora es el ex del Flamengo el que tiene facilidad para anotar, que ya mostró en las dos pasadas temporada (22 goles en la 2021-22; 23 en la 2022-23), mientras que el que llegó desde el Santos de Pelé, después de la campaña de su explosión (19 tantos en la 2022-23), atraviesa una sequía en el Madrid que se extiende ya durante 776 minutos (más alargues), los que han pasado desde que hizo el primer tanto de la temporada oficial blanca en San Mamés, el 12 de agosto.

Vinicius y Rodrygo, en la 2019-20.
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Vinicius y Rodrygo, en la 2019-20. Dean MouhtaropoulosGetty Images

Es una bajada de rendimiento poco esperable en Rodrygo, sobre todo considerando que el nuevo sistema le acerca mucho más al área y, por tanto, a gozar de ocasiones claras. Su sitio natural en el Madrid siempre ha sido la banda derecha; prefiere la izquierda, pero esa es de Vinicius y hay poca discusión a ese respecto. Pero el curso pasado, por las repetidas lesiones de Benzema, terminó jugando en punta durante muchos momentos y eso potenció sus cifras, que se elevaron hasta casi la doble veintena de tantos. Sin embargo, no parece cómodo en el 4-4-2 de Ancelotti para dar prioridad a Bellingham (con razón: lleva 10 goles en 10 partidos) y él mismo así lo explicó desde Brasil: “Es importante poder desempeñar diversas funciones. Siempre he dejado claro que tengo facilidad para jugar en las bandas, simplemente no me gusta jugar de 9, aunque en mi club tengo que hacerlo. Aquí (en Brasil) puedo moverme por todo el campo, lo que ha ayudado a mi juego. Es importante poder hacer todas esas funciones, ya que aumenta tus posibilidades de no ser reemplazado. Esto es fundamental para mí”.

Sin Benzema y con Joselu que partió de inicio con un teórico rol de suplente que se está ganando cambiar (lleva cinco dianas), Rodrygo era en pretemporada lo más parecido al ‘nueve’ titular del Madrid, pero a él no le sale y las cifras se resienten, con sólo un gol y una asistencia de momento. Vinicius, por su parte, ha hecho tres goles y dado una asistencia, cifras que pueden parecer menores, pero que no lo son tanto si se considera que se perdió cuatro partidos y gran parte de otro por lesión. Aun sin estar al 100%, participa en un gol cada 111 minutos.

Las estadísticas dan un vuelco

No tienen nada que ver las cifras de uno y otro si se comparan con las que lucían a su llegada al Madrid. En el caso de Vinicius, en su primera temporada (2018-19) necesitó 17,6 tiros totales y 6 a puerta para marcar cada una de las cinco dianas que logró; esta temporada son 5,6 disparos y 2 a puerta. Entonces tiraba más (cada 20 minutos; ahora, cada 26′), pero era menos frecuente que anotase (cada 348′; hoy, cada 148′).

El mismo volteo, pero en sentido inverso, han pegado las cifras de Rodrygo: en su primera campaña requería sólo de 3,7 tiros totales y 2,1 a puerta para anotar; esta temporada, de momento, son 38 disparos y 11 a portería, y esas cantidades no harán más que crecer si no encuentra pronto el camino del gol de nuevo. En aquel curso 2019-20 era más selectivo para disparar (lo hacía cada 54 minutos; a puerta, cada 95′); ahora prueba con más alegría, pero probablemente también con más agonía: en total cada 21′, a puerta cada 73′. Él mismo sabe que hay un problema y no lo esconde: tras el duelo en casa ante Osasuna, escribió en redes que “las cosas no siempre salen como espero, pero no faltará dedicación y trabajo”. El Madrid no puede pasar sin el mejor Rodrygo esta temporada, en la que el dúo brasileño es la gran esperanza para volver a alzar otro título, sea la Liga o sea esa Champions con la que el ex del Santos tiene un idilio especial: participa en un gol (16 marcados, 9 asistidos) cada 86 minutos en la Copa de Europa.

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