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SEVILLA

Better Call Saúl (Ñíguez)

El Sevilla celebra el papel de líder del excolchonero nada más llegar al equipo, incluso cuando no juega. “Es un ejemplo”, confirma García Pimienta.

Saúl Ñíguez, en un entrenamiento con el Sevilla.
MIGUEL MORENATTIDiarioAS

Sábado pasado. Saúl Ñíguez debe cumplir un segundo partido de sanción pero ha decidido meterse en el vestuario junto a los futbolistas que sí están convocados para enfrentarse y derrotar al Getafe. Loic Badé, lesionado, tampoco se encuentra en la lista. El defensa francés lleva ya casi dos años en el equipo, pero apenas observa la escena. Serio y reflexivo, sentado en una esquina, Saúl decide tomar la palabra al mismo tiempo que el capitán Jesús Navas: “¡Vamos gente! Hay que entender los momentos de LaLiga y éste es uno de los momentos más importantes. Es un punto de inflexión para nosotros. Positivo, dale, dale”. El futbolista ilicitano tiene 29 años y una carrera adornada por grandes como el Atlético de Madrid y el Chelsea, títulos de Liga, finales de Champions... Hace poco más de dos meses que llegó a Nervión, pero ya es el jefe.

Un jefe muy pero que muy necesario. El vestuario del Sevilla se ha desprendido de pesos pesados a la velocidad de la luz: entre enero y el pasado mes de mayo se marcharon Fernando Reges, Ivan Rakitic, Sergio Ramos y, hace pocos días, Lucas Ocampos. Cada vez quedan menos jugadores acostumbrados a la máxima presión. Y el Sevilla la sigue teniendo, aunque ya no sea por vértigo a las alturas de la tabla o de los títulos y sí a lidiar con la salvación.

García Pimienta recupera a Saúl para el partido del viernes en Mendizorroza ante el Alavés. Otro de esos momentos que dirimirán si este Sevilla tiene derecho a mirar hacia arriba en la tabla o se abona a sufrir por tercer año consecutivo. El técnico catalán celebra como pocos el regreso de su capo para un centro del campo que adolece de pausa y veteranía. Y no le pesa decirlo: “Tenemos bastante gente joven, sí. Pero también a otros como Saúl, que está dando todo un ejemplo tanto dentro como fuera del campo”.

Y eso mismo, la actitud sobre pero también más allá del césped, convierte al excolchonero en uno de los pesos pesados del vestuario nervionense. Aunque sea de manera virtual. Llevar tan poco tiempo en un equipo que tampoco le había tenido antes nunca en sus filas imposibilitó que Saúl, cuestión de códigos, fuera uno de los elegidos para portar el brazalete. Jesús Navas sigue siendo el capitán (en principio hasta diciembre, cuando tiene previsto retirarse) y como lugartenientes figuran Gudelj, Suso y Marcao, casi por orden de antigüedad.

Pero el centrocampista de Elche demuestra ese liderazgo de facto arrogándose la responsabilidad y las culpas incluso cuando no juega. “Entiendo las críticas, pero no es el mejor momento, sigamos todos juntos que cambiaremos esta situación, estoy seguro. Confío en el trabajo que está haciendo el equipo. Es cuestión de tiempo”, afirmó en sus redes sociales justo tras la derrota contra el Girona. No había saltado al campo. Cumplía entonces condena por su expulsión en Mallorca.

Cercano a la treintena, la cumplirá en noviembre, el hijo menor de Boria necesitaba un cambio radical después de toda una vida entre el Calderón, el Metropolitano y alguna cesión más o menos productiva. Ingresó con 14 años en la cantera rojiblanca, después de pasar también por la del Real Madrid, y jugó a préstamo en el Rayo Vallecano cuando tenía todavía 19. Temporadas de brillo con otras de oscuridad fueron llenándole el baúl de buenas y malas experiencias, también el año en Stamford Bridge (2021-22), en un recuerdo que no queda demasiado lejano.

Pero Saúl sabía que en Madrid no volvería a ser feliz jugando al fútbol. En este Sevilla de entreguerras, abocado a la reconstrucción, pretende retomar la mejor cara de su carrera sin otros focos que la opaquen. Su experiencia y fútbol pueden brillar como casi nunca. “No es fácil salir de casa, pero el Sevilla puede llegar a ser mi casa”, afirmó el centrocampista el día de su presentación en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Víctor Orta le llamó a finales de la pasada campaña, cuando supo que no tenía intención de cumplir sus últimos años de contrato en el Metropolitano. Lo prioritario era sacarle en propiedad, pero los tremendos problemas económicos del club, luego destapados trágicamente, obligaron a una cesión hasta junio de 2025 que es prorrogable durante al menos otra temporada.

De momento, Saúl sólo ha podido jugar dos partidos en esta cinco jornadas. Arrastraba una sanción del Atlético que le impidió saltar al campo en el estreno liguero, ante Las Palmas, y un nuevo castigo le imposibilitaba estar luego contra el Girona y el Getafe. Ante Villarreal y Mallorca sí que pudo dejar constancia de su jerarquía y capacidad para organizar el equipo. En el Sevilla están ilusionados con ese rol, y más aún con el de un líder que no se esconde a las duras ni a las maduras. Para eso principalmente le llamaron.

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