GETAFE - BETIS I ENTREVISTA AS
Belenguer: “Joaquín me decía: ‘Abuelo, vete ya’ y míralo, ahí sigue”
Este sábado se ven las caras los dos equipos que marcaron la carrera del central. Con el Betis logró dos ascensos y fue clave en la época dorada del Getafe con la UEFA y las finales de Copa.
David Belenguer (Vilassar de Mar, Barcelona, 1972) se crio en la cantera del Madrid, pero despuntó con Getafe y Betis. Allí vivió grandes experiencias que pudo aplicar cuando tomó las riendas de la presidencia del Tondela portugués (2018-22). El central no se perderá el partido del Coliseum, donde aún es ídolo.
—El Getafe-Betis no es un duelo más para usted...v
—En ambos viví mis mejores épocas. Y veo a los dos equipos con mucho potencial.
—¿Qué le está sucediendo al Getafe esta temporada?
—Al principio le costó, pero luego ha dado buenas sensaciones y ha hecho méritos para tener más puntos. Se está mereciendo más.
—¿Cómo es Quique?
—Nos entrenó en nuestro estreno en Primera. Venía del juvenil del Madrid y el Getafe fue su primera experiencia en el mundo profesional. Éramos dos novatos juntos (risas), pero funcionó. Nos salvamos tranquilos. Quique es un técnico que se ha ido modernizando continuamente. No tiene nada que ver este Quique con el de hace una década. Se adapta y por eso ha conseguido tan buenos resultados en los banquillos. El año pasado hizo algo increíble. El equipo estaba en una situación difícil y remando lo sacó.
—Este sábado se la juega. Los técnicos siempre penden de un hilo.
—Ángel Torres se ha caracterizado por la paciencia, por dar tiempo al trabajo… y casi siempre le ha salido bien. Las sensaciones del Getafe son buenas.
—¿Qué futuro les augura a los azulones?
—Tienen potencial para no sufrir. Hay fondo de armario, aunque también hemos visto grandes plantillas caer. Esto requiere resiliencia.
—Más tranquilo está siendo para el Betis… ¿Le chocó su eliminación en Copa?
—Sí, porque venía de algo histórico como fue levantar un título. Por otro lado, ese es también el encanto de la Copa. Ha mejorado el formato y, desde el principio, vemos eliminatorias muy igualadas. Era mi competición favorita como jugador.
—¿Cuál es el secreto de este EuroBetis?
—El equipo es muy competitivo. Además, el entrenador saca todo el potencial a los suyos. Pellegrini sabe leer los partidos, no sólo respecto al rival, sino también con sus recursos. Se ha recogido el fruto de todo eso y es una gozada ver jugar al Betis.
—¡Y a clásicos como Joaquín!
—Llegamos el mismo día. Cuando lo suben al primer equipo, yo llegaba traspasado del Extremadura. Eso sí, con bastantes años de diferencia. Él me metía caña porque me retiré muy tarde. Me decía: ‘Abuelo, vete ya’ (risas). Y mira, ahí sigue. Todos los que me criticaban, ahora lo están estirando tanto o más que yo (risas).
—Güiza es de los que más. ¿Es el mejor delantero con el que ha jugado? ¿Rubén Castro...?
—Ese es el mejor, junto a Soldado. Llevan el gol en la sangre, estén donde estén, tengan los años que tengan. No hay que olvidar que Güiza ganó con España una Eurocopa. A ver ahora cómo compite... Es un tío sensacional, especial, diferente.
—¿Quién se llevará la Liga? ¿Lo ve decidido?
—No. Desde que Barça y Madrid se han vuelto terrenales, sin los dos bichos que tuvieron… Puede pasar de todo. Hay más competitividad en LaLiga. El nivel de los equipos medios ha subido y eso hace que los partidos se decidan por detalles.
—A punto de cerrar la primera vuelta, ¿quién está siendo la revelación del campeonato?
—La Real Sociedad está más consagrada y lo de Osasuna llama mucho la atención, manteniéndose tan arriba.
—El poderío económico de la Premier hace que cualquier club pueda pagar la cláusula de un jugador de LaLiga. ¿Cómo se puede evitar?
—La política de gestión del fútbol español impide que un equipo cree deuda y eso no ocurre en la Premier. No sólo tienen más ingresos, sino que su capacidad de endeudarse les permite tener más cash a corto plazo. Es una decisión estratégica del fútbol español y debe decidir si sigue por esta línea, que puede ser más beneficiosa a medio-largo plazo, pero ahora a corto está saliendo perjudicada. Hay que pensarlo.
—Vivió la época dorada del Geta. ¿Cómo recuerda esa primera final de Copa y la remontada al Barça?
—Aquella noche en el Coliseum es de las que no se olvidan nunca. Veníamos de una semana muy movida por el gol maradoniano de Messi. Meter 4-0 al Barça es para recordar.
—¿Qué decía Schuster?
—Todos pensábamos que el alemán estaba loco porque en la vuelta contra el Barça trajo champán para celebrarlo (risas). Cosas suyas para motivarnos...
—Al año siguiente, la UEFA (07-08). ¿Qué desplazamiento tiene grabado?
—Nos tocaron muchos viajes al norte de Europa y pasamos bastante frío. Lo vivimos con ilusión y humildad pero también ambición. Llegamos lejos.
—¡Hasta cuartos contra el Bayern! ¿Hubo muchas lágrimas aquella noche?
—Sí, fue una de las noches más duras que he visto en un vestuario. Además, llegó muy cerca de la segunda final de Copa y nos dejó muy tocados. No nos permitió casi ni competirla. El equipo anímicamente estaba muy tocado por todo lo que supuso una eliminatoria como esa, física y mentalmente.
—Esa fue una de las primeras veces que se llenó el Coliseum. ¿Fue el germen para enganchar a la gente?
—Sí, lo cambió todo. A día de hoy, veo chicos con la camiseta del Getafe y es su primer equipo. También se pusieron los mimbres para hacer crecer al club.
—Después, volvió al Betis. Allí firmó dos de sus tres ascensos (00-01 y 10-11).
—El último fue muy duro porque la situación institucional era muy complicada, con la salida de Lopera, con una gestión administrativa… Aunque el primero fue también difícil porque el club venía de bajar con un gran presupuesto, buenos jugadores… En el Betis tanto las cosas buenas como las malas se viven con una intensidad diferente. Por eso hay que aprovechar lo bueno (risas).
—Ya había debutado en Primera, pero se asentó de la mano de Juande. Ganaron al Madrid, al Barça…
—El equipo jugaba muy bien, con una hornada de canteranos que había subido (Capi, Varela, Rivas, Arzu…), que explotó en Primera. Jugué mucho la primera parte de la temporada, pero la lesión se agravó hasta que me tuve que operar al siguiente verano. Lo recuerdo como un año duro. Luego supe que estuve jugando con el tendón de Aquiles medio roto. Fue un suplicio porque no encontraban lo que tenía.
—¿Cómo era Lopera de presidente?
—No tan estrambótico como parecía de puertas para fuera o como el personaje que se ha ido creando después. A buenas, era un gran presidente. A malas, era mejor no tenerlo en contra. Tuve buena relación con él. Era muy pasional, muy bético y eso condicionaba sus decisiones.
—¿Ha cambiado ese perfil de gestor que se recoge en el documental ‘La Liga de los hombres extraordinarios’?
—Sí. Hoy en día, tanto los presidentes como sus entornos son más profesionales. Antes el presidente era el director de marketing, de prensa, la imagen institucional, el director general… Era todo y marcaba todas las líneas del club. Ahora hay estructuras más numerosas y gente profesional que procede de diferentes ámbitos.
—Usted ha sido presidente del Tondela, ¿cómo surgió aquello?
—Quería dedicarme al mundo de la gestión. Estaba en una empresa que tenía la propiedad de distintos clubes, de diferentes continentes, y se dio la situación para acabar de presidente de un equipo en Portugal. A ese fútbol le faltan muchos pasos para profesionalizarse y modernizarse como las cinco grandes ligas europeas. Intenté colaborar tanto con la Liga como con la Federación. De hecho, aún sigo siendo miembro de la Asamblea de la Federación. Puse mi granito de arena para que el fútbol portugués creciera. Seguimos hasta que llegamos a la final de Copa. Ese era el momento de dejarlo porque no íbamos a mejorarlo. Era algo inaudito e impensable. Fue una experiencia positiva y de mucho aprendizaje porque ser presidente de un club como el Tondela requiere remangarte y colaborar en todo. Ha sido muy enriquecedor.
—¿Qué es lo más importante que ha aprendido?
—A autogestionarme. No puedes tomar decisiones como director deportivo, como presidente... No puedes meterte en todo. Has de saber cuál es tu papel, dar las responsabilidades a las personas correctas y rodearte de gente buena. Si puede ser, mejor que tú.
—Habla de delegar y huir de presidencialismos...
—Sí, pero delegar en gente buena. Si tú eres el mejor de tu compañía, tienes un problema. Hoy en día es imposible que haya un presidente que lo controle absolutamente todo. No es factible. Otra cosa es que se quiera dar la imagen de que sea así.
—¿Repetiría?
—Sí, claro que sí.
—¿Usted ve a otro central, Piqué, como presidente del Barça en el futuro?
—Todo lo parece indicar, como pasaba con Xavi como entrenador del Barça... Le conozco muy bien porque nos hemos encontrado mucho por el camino, tanto de jugadores como después. Está muy preparado. Ha pasado muchos veranos formándose en cursos, MBA… Es un ejemplo. Ha sabido gestionar extraordinariamente el paso a exfutbolista.
—Usted tiene el título de director deportivo, entrenador, MBA en dirección de entidades deportivas… ¿Siempre tuvo claro su camino?
—Claro nunca se tiene. Sabía que debía prepararme y estudiar, así me lo inculcaron en casa. Nunca he tenido una PlayStation. Mis inquietudes eran formarme, leer… Hay muchos jugadores que son así, no soy tan raro. Tener esa segunda vida te ayuda a pasar el trámite de la primera defunción, que es la retirada.
—¿Actualmente qué tiene entre manos?
—Estoy haciendo cosas de consultoría que tenía pendientes. Ahora que no tengo la propiedad de un club, puedo trabajar en proyectos para ayudar a amigos o gente a la que le gusta nuestra manera de gestionar situaciones. Ahora ayudo a otros presidentes para tomar decisiones de una forma más fría. Cuando estás dentro y sufriendo es difícil.
—Con un bagaje de casi 500 partidos entre Primera y Segunda, ¿cómo ve a los centrales de ahora?
—Tenemos un déficit, no en España, sino en el mundo entero, de centrales especialistas en la posición. Estamos pagando el peaje de estos años con un concepto futbolístico muy concreto en el que se han formado más en cuestiones ofensivas que defensivas. Ves muchos errores básicos, de concepto, muy graves y con demasiada frecuencia. Antes aprendías con la prueba y el error porque eras central de toda la vida, pero ahora muchos han empezado como mediocentro u otra posición. Es difícil encontrar centrales de calidad a nivel defensivo, pero sí tienen una capacidad brutal de crear juego ofensivo.