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AMISTOSO | ESPANYOL - BALOMPÉDICA LINENSE

Arroyo, 24 penaltis y un trofeo: La Línea entre el Espanyol y la Balona

Óscar Arroyo, laureado juvenil perico, se medirá hoy con su ex equipo (11:00). En La Línea de la Concepción, de donde es la Balompédica, vivieron los blanquiazules una gran aventura.

22/12/21 PRIMERA RFEF GRUPO II REAL BALOMPEDICA LINENSE FOTOGRAFIA ANTIGUA DE LA DECADA DE LOS AÑOS 40 DEL CLUB 1940
ALVARO RIVERODIARIO AS

Por sus temporadas en Segunda, en los años 50, por su título de Real o por su emblemática imagen a los pies del peñón de Gibraltar es recordada la Balompédica Linense. También por ser el destinatario de Jesús Julián Lucendo, aquel canterano del Barcelona C a quien Johan Cruyff sacó literalmente de la ‘mili’ para hacerlo debutar de titular en la primera jornada de Liga, hace ahora 33 años, y que acabó a préstamo en la Balona. Así es como se conoce popularmente al equipo de Primera RFEF, que cumple 110 años y que este jueves (11:00, Esport3 y Espanyol Media) se enfrenta en Marbella a un Espanyol al que le unen algunos lazos.

El más reciente es un nombre propio, Óscar Arroyo, lateral diestro que ha regresado este verano a la Balona tras una cesión de seis meses al Tarazona, y que precisamente el pasado sábado disputaba sus primeros minutos en el retorno, durante la victoria ante el Málaga (0-1) de una Balompédica que, igual que el Espanyol, llega al compromiso imbatida e invicta, tras el triunfo contra los boquerones y la goleada anterior frente al Al-Arabi (3-0). Formado en la cantera del Espanyol, Arroyo conquistó la Liga y la Copa del Rey juvenil hace justo una década en el equipo de Dani Poyatos, junto a Joan Jordán, Rubén Duarte o Héctor Rodríguez, autor que dio el título copero, precisamente ante el Málaga.

Con experiencia en Madrid, Atlético y Barcelona

También pasó posteriormente Arroyo por las canteras del Real Madrid y del Valencia, una constante que se repite entre algunos de los integrantes de la Balona, entrenada desde febrero por Alberto Monteagudo y presidida desde hace cuatro años por Raffaele Pandalone. Es el caso de Gerard Oliva, quien pasó por el filial del Atlético de Madrid (además de Nàstic de Tarragona o L’Hospitalet), Antonio Romero, ex del Sevilla (y del desmembrado Costa Brava), o Alberto Varo, quien militó en el Barcelona B.

No es Arroyo el único futbolista que ha pasado por ambos clubes, experiencia que comparte con Francis Cabral hace tres décadas o con Manu Molina y especialmente Juan Diego Molina, Stoichkov, en los últimos años.

Óscar Arroyo, en 2012, con el Espanyol en la Dani Jarque.
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Óscar Arroyo, en 2012, con el Espanyol en la Dani Jarque.RODOLFO MOLINADIARIO AS

Sin embargo, el principal lazo del Espanyol con la Balompédica Linense no fue ningún jugador que les unió, ni siquiera un enfrentamiento entre ambos equipos, sino la ciudad de la que es natural la Balona. En La Línea de la Concepción protagonizaron los pericos, con José Emilio Santamaría al mando, un estimulante Trofeo Ciudad de la Línea en el verano de 1975.

Las fechas ya dicen mucho, pero más aún el nombre del estadio donde se disputaba, José Antonio, y el de la ciudad deportiva que lo albergaba, Francisco Franco. En la falda del peñón, y en formato de semifinales y final, afrontó el Espanyol su primer partido contra el vencedor de la edición anterior, el Hadjuk Split yugoslavo, el 1 de agosto de 1975.

Caszely, Osorio, Verdugo, Casanova…

El partido pasaría a priori a la historia porque debutaron como pericos una retahíla de nombres ilustres: Carlos Caszely, Juvencio Osorio, Manuel Fernández Amado, Juan Verdugo, Jeremías y José Manuel Casanova. Pero hubo más. Después de que Caszely neutralizara, al convertir en el 89′ un penalti cometido sobre José Ferrer, el gol inicial de Slavisa Zungul, la cosa acabó en una tanda de penaltis. Y allí se erigió en héroe José Luis Borja, al detener cuatro penas máximas y convertir una, en una serie de hasta 24 que se acabaron lanzando para dirimir al finalista.

Carlos Caszely.
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Carlos Caszely.DIARIO AS

Ganó el Espanyol, que para entonces no estaba maldito en las tandas, y se las vio en la final, el 3 de agosto, con el Steaua de Bucarest, que cataba el clima del sur una década antes de su apoteósica final europea en Sevilla. Avanzó a los pericos Dani Solsona, al cabecear una falta botada por José María García, vaya dos míticos, y sentenciaba Manolín Cuesta –otro célebre de la época– con el 2-0 a 21 minutos para el final. Ahí no hubo penaltis, pero sí un encuentro durísimo que se saldó con la lesión de Caszely, a quien le clavaron los tacos en un pie.

“Físicamente estamos al 50 por ciento. Es difícil trabajar con hombres que llegan tarde y con exceso de peso”, diría pese a todo Santamaría un día después de adjudicarse el torneo. Aquellos entrenadores no sabían de la diplomacia y de la distancia con la prensa actuales. Y, aun así, acabaría el Espanyol aquella Liga cuarto, a solo tres puntos del subcampeón. Este Espanyol, ilusionante pero con objetivos mucho más difusos, no volverá a La Línea pero sí se medirá este jueves con el máximo exponente de su tierra: la Balompédica Linense.