Al fin Chuki
Paulo Pezzolano hizo debutar ante el Espanyol a una de las mayores esperanzas de la cantera del Real Valladolid en los últimos años.
Hay oportunidades que uno busca durante tiempo, que se afana en que lleguen aunque no tenga la garantía de que lo harán. Frente a las corrientes entusiastas que dicen que “si puedes soñarlo puedes hacerlo”, el esfuerzo es lo que de verdad aproxima a una realidad distinta, evolucionada, acaso imaginada. El deseo, no obstante, es parte intrínseca, como lo era en el caso de Iván San José, Chuki, que ambicionaba desde hacía tiempo debutar en Liga con el Real Valladolid, a poder ser, en Primera División, como tuvo ocasión de hacer en el estreno ante el Espanyol.
El centrocamposta vallisoletano había completado su tercera pretemporada seguida con el primer equipo, tras dos en las que había parecido estar tan cerca de lograrlo que casi podía acariciarlo con la yema de los dedos. Era pronto, había tiempo, cuando estuvo a las órdenes de Pacheta, y el verano pasado Pezzolano optó por jugadores más físicos. Sin embargo, el charrúa ha apostado por el canterano, y es él mismo quien quiere apostar por su continuidad, justo ahora que se volvía a hablar de una posible salida, un ruido alimentado por un contrato que le lleva ahí, a su plantel.
La razón la esgrimió el técnico el lunes en rueda de prensa. “Vi en él un crecimiento natural, fruto de la edad. Por el trabajo y la predisposición en el día a día, por cómo viene entrenando, lo veo más fuerte, más rápido, con más intensidad... Es un jugador que te corre toda la cancha, cuando antes yo lo veía más suelto, más trotón. Tiene mucho potencial y un futuro extraordinario”, aseveró el uruguayo, convencido, ahora sí, de la calidad que atesora el zurdo, de que puede darle valor y de que lo hará. “Va a tener minutos, y si tiene que ser de inicio, así va a ser”, aseguró convencido.
Desde su llegada, Pezzolano ha hecho debutar en Liga a nueve integrantes de Los Anexos: en Primera, a Tunde y al propio Chuki, y en Segunda, a Rofino, Quintana, Koke, Garri, Salazar, Cédric y Arnu, además de haber dado minutos a otros como Pozo o Frimpong (este, en Copa). No es, no obstante, de los que regalan nada (y no debe hacerlo); de la misma lista se deduce que es caro estar ahí. Pero el mediapunta tiene la oportunidad de ganárselo y, al fin, de alcanzar el estatus que siempre ha querido.
El punto de inflexión
Convivir con la atención que Chuki suscitó en los últimos años y con la decepción de no encontrar el hueco en un momento dado no es sencillo. No lo fue para él hace doce meses, cuando veía que eran otros los que estaban donde él quería. Como sucedió con Maroto, el verano pasado pudo salir, pero conversaciones con el anterior cuerpo técnico del Promesas reforzaron su idea de seguir en Zorrilla. Desde el principio fue titular, también para Álvaro Rubio, aunque su incidencia en el juego tardó meses en darse. Curiosamente, hasta después de la siguiente ventana de fichajes.
Domingo Catoira, director deportivo del Real Valladolid, habló recientemente de “un cambio de actitud extraordinario desde enero pasado”, cuando, como confirmó Diario AS entonces, tuvo opciones de marcharse, hasta el punto de que el club inició conversaciones por otros futbolistas a fin de cubrirse las espaldas. Finalmente, se optó por cerrarle la puerta, y fue, con su compromiso y liderazgo, uno de los grandes artífices del resugir del filial, con cuatro goles desde entonces y con un nivel de juego elevado, con el que se erigió en uno de los mejores jugadores de Segunda RFEF.
Esta evolución ha continuado durante el verano, en el que ha sido uno de los claros protagonistas de la pretemporada. Como quiera que su contrato estipulaba su salto al primer equipo, este podía darse hacia ahí o hacia el vacío, pero se ha ganado un escenario que era no difícil imaginarse un tiempo atrás, cuando renovó en el verano de 2022 (hasta el próximo 30 de junio) o cuando, meses después, empezó a asomar como un futbolista relevante para un filial en el que su etapa ya ha terminado.
Lo que tenga que venir dependerá de un talento natural que no se ve en Los Anexos desde la irrupción de Toni Villa, de una zurda mágica que brota en tres cuartos de campo, donde más cómodo se siente, a pesar de los intentos por que se adaptara a jugar unos metros más retrasado. Por dentro, como el tercer escalón del triángulo interior, puede asomar por sorpresa como una suerte de Fermín López, por establecer una comparación con una de las últimas grandes irrupciones del fútbol español, y por fuera, como falso extremo, sumar en un conjunto en el que su perfil es único.
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