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Adiós al ‘Betis de los béticos’

La ampliación de capital, que salvo sorpresa será aprobada este viernes, dejará a los accionistas de a pie sin capacidad para decidir el futuro del club verdiblanco.

Una imagen de la última Junta de Accionistas del Betis.
TONI RORIGUEZDiarioAS

El futuro del Betis se dirime esta tarde en el hotel Barceló Renacimiento de La Cartuja, en Sevilla, lugar donde se celebra (18:00 horas) la Junta Extraordinaria de Accionistas donde el Consejo pretende aprobar una ampliación de capital de casi 43 millones de euros. La medida, motivada por los pésimos números económicos del club verdiblanco y la necesidad de aumentar el límite salarial de la plantilla, amenaza con acabar para siempre con el denominado ‘Betis de los béticos’. Hasta ahora, las minorías accionariales podían decantar la balanza a la hora de decidir quién dirigía el club. Si se aprueba la ampliación, el Betis quedará en manos de unos pocos, con todo lo que eso conlleva.

La acogida real (en las redes, dominadas por la parte más cercana al poder, ha sido mínima) de la plataforma opositora ‘Que no te quiten tu Betis’ parece insuficiente a todas luces para detener la ampliación, que a priori ganará por extensa mayoría. Las explicaciones públicas de algunos grandes accionistas contrarios a la medida no han calado. “Esto es una ampliación para tapar una pésima gestión económica que creo que es parte de una estrategia para llevarnos a esta situación. Creo que es una estrategia premeditada para apropiarse del club”, señala Francisco Galera, hijo del expresidente ya fallecido Hugo Galera, que ostenta más de un 7 por ciento del capital verdiblanco.

Desde la perspectiva del vicepresidente Ángel Haro y del vice López Catalán, obviamente, este movimiento es “lo mejor que le puede pasar al Betis”. “No hay que demonizar una ampliación de capital. Es dinero fresco y para el Betis es lo mejor, aunque supone un esfuerzo para el accionista que quiera mantener su peso accionarial”, afirmaba Haro, que hace no demasiado tiempo negaba rotundamente esta posibilidad. Apenas hace unos meses, en febrero, la entidad cerró un acuerdo con Pricoa Private Capital por el que recibiría del fondo de inversión estadounidense 65 millones de euros a devolver en seis años. Pero ni siquiera ese dinero ha cambiado de rumbo la terrible deriva económica en la que se encuentra el Betis.

“Hay dos motivos por los que yo recomendaría a los béticos de a pie no ir nunca a una ampliación como ésta. Uno, no se puede confiar en unos gestores que han llevado al Betis a esta situación. El segundo motivo es que ir a esta ampliación no supone nada, porque después de ella sus derechos políticos habrán disminuidos. Para el bético de a pie hay esa pérdida. El Betis de los béticos nunca ha sido verdad desde que rechazaron el primer acuerdo con Lopera. Desde septiembre 2015 eso nunca ha sido verdad”, denuncia en Diario de Sevilla el expresidente Juan Carlos Ollero. Ollero compartió barco con Haro y Catalán hasta febrero de 2016, cuando se marchó de un club donde ya no se encontraba a gusto.

Cada acción tendrá un valor de 365,44 euros y se pondrán a la venta 117.500. En la práctica esto supone que quien tenga diez acciones y desee mantener su porcentaje deberá comprar otras diez, es decir, que deberá gastarse nada menos que 3.654,9 euros. Si no se diluirá el valor de las que ya tenga. Si no desea suscribirlas, puede ceder sus derechos a otro socio. Los no accionistas podrán adquirir acciones si otro accionista les cede los derechos.

La última ronda de suscripción de acciones estará destinada “a aquellas personas físicas o jurídicas, de naturaleza pública o privada e incluso sin ser accionista o abonado del Real Betis, a quien el Consejo de Administración solicite la suscripción. La sociedad publicará los terceros que puedan considerarse como destinatarios de esta oferta de suscripción de la última ronda y, por tanto, como únicos legitimados para aceptarla”. Es decir, que el Consejo tiene potestad para decidir quien en última instancia puede ‘quedarse’ con una parte importante del club. Y esto es lo que más asusta a los que no desean la ampliación, que temen la entrada definitiva de una importante cuota de poder extranjero.