Aceves apunta su nombre en la lista de debutantes
El portero es el cuarto vallisoletano que se estrena con el Real Valladolid esta temporada y el cuarto jugador sub’21 que alinea Pacheta en Liga.
Hay estrenos inesperados por el momento en que se producen, no porque lo hagan, y así fue el de Álvaro Aceves en Primera División. Unas molestias en el psoas referidas por Sergio Asenjo en la última sesión de la semana llevaron a que el canterano le sustituyera una vez más en la convocatoria. El Real Valladolid viajó con él y Jordi Masip a Heliópolis, donde el capitán fue titular. El golpazo de Ayoze Pérez sobre el cancerbero le provocó dolores y mareos. Y llevó al del filial a convertirse en el cuarto vallisoletano que debuta en Primera en la presente temporada.
La casualidad, que no fue otra cosa que una concatenación de causalidades con las que no se contaba, hizo que su estreno fuera allí donde Asenjo se consolidó como un portero de élite, en un Benito Villamarín donde el palentino, el último portero que se asentó en el primer plantel, mantuvo en pie al Pucela y evitó el descenso a Segunda hace casi 14 años. Entonces, en mayo de 2009, Aceves tenía cinco años tan solo; cumpliría los seis tres meses después. La vida, el fútbol, es eso, pensará Asenjo: que alguien llegue y, sin quererlo, te haga más viejo.
Con su participación durante los 15 minutos finales, el debutante se convirtió en el cuarto jugador sub’21 que alinea Pacheta en Liga en la presente campaña, después de que se estrenara el madrileño Iván Fresneda, un año más joven que él, en Montilivi, y de que lo hicieran sus dos compañeros de generación, Roberto Arroyo y David Torres, en el Camp Nou y en el Civitas Metropolitano. Junto a estos, corona el ‘vallisoletanismo’ adquirido Sergio Escudero, quien, después de salir muy joven de Los Anexos, no volvió a la blanquivioleta hasta este curso.
De algún modo, los primeros minutos de Aceves en Primera División son un augurio, puesto que la confianza que hay en el cancerbero en el club es elevada. Pacheta ensalzó su figura después del encuentro, recordando cuando fue llamado por la selección sub’19 y siendo muy claro: “Apunta a grande”. No fue la primera vez que se refirió en unos términos así el entrenador; hace meses dijo de él que estaba “creciendo mucho y bien” y que era un meta “de categoría”, y lamentó que la normativa de Copa del Rey le impidiera alinear a más canteranos, entre ellos él.
Con todo, hay sonrisas que valen más que palabras. Las del técnico cuando se refiere a uno de sus ‘niños’ es esclarecedora, igual que la de Masip cuando se le pregunta por él. El catalán bromeó a principio de temporada con la posibilidad de que le quite “de en medio pronto” y lo definió como un portero “con unas cualidades innatas y un físico portentoso”, al que “le gusta aprender, te pregunta y absorbe”. Hablaba de él como si fuera un alumno aventajado. Uno al que le tocó darle la alternativa en pleno partido, después de sufrir el ‘atropello’ de Ayoze.
Ese pupilo del que tan bien hablan en Zorrilla venía de cometer algún error en las últimas apariciones con el Promesas, nada preocupante para un arquero en formación; dos situaciones en las que no midió bien en envíos laterales, en los que debe seguir mejorando. En cambio, muestra como fortalezas su explosividad, a pesar de sus 190 centímetros, que tiene gracias a su tren de inferior fuerte. Asimismo, cuenta con un depurado juego de pies, que expuso acertando en cuatro de los cinco pases que dio ante el Betis. Con el partido y el marcador apurados, tuvo que hacer tres paradas e incluso se animó a subir a dos saques de esquina con el tiempo casi cumplido.