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Arroyo y el debut del descaro

El canterano del Real Valladolid se estrenó en Primera División valiente, como ha demostrado ser desde su irrupción con el Promesas.

Actualizado a
Arroyo, en su debut en el Camp Nou con el primer equipo del Real Valladolid.
Real Valladolid

La derrota en el Camp Nou no impedirá, a buen seguro, que en algún momento Roberto Arroyo esboce una sonrisa. El canterano del Real Valladolid se estrenó con el primer equipo en uno de esos estadios que residen en los sueños, y lo hizo con el descaro y la valentía que le caracterizan. Poco importó que las cosas no le terminaran de salir; la primera bola que tocó la convirtió en un autopase que le introdujo en el área, donde resbaló y cayó.

Con el 3-0 en el electrónico y casi un cuarto de hora por jugarse, Pacheta dio entrada a un nuevo fruto de Los Anexos, a donde ‘Arroyito’ llegó siendo apenas un niño. Se convirtió, de paso, en el tercero al que el técnico hace estrenarse, después de que en Segunda se estrenasen Fresneda y Slavy. Obviando a Escudero, debutante reciente pero tardío, hacía casi cuatro años desde la última vez que un vallisoletano, entonces Miguel de la Fuente, no tomaba la alternativa.

Fue, de algún modo, un regalo de cumpleaños algo demorado, pues el canterano cumplió los 19 hace tres días. Afronta, por lo tanto en esta, su primera temporada sénior, después de vivir la pasada, última como juvenil, más tiempo con el Promesas que con el División de Honor. Así lo propiciaron las bajas en un primero, y después, un rendimiento sostenido y vertebrado sobre su impronta, ya que vertebra parte de su fútbol en un carácter desenfadado y guerrero. Totalizó 33 partidos, 1.921 minutos y cuatro goles en Primera RFEF, siendo la más grata noticia pese al descenso.

Y es que hace casi un lustro la evolución de Arroyo se vio comprometida por una grave lesión que ralentizó su evolución, relanzada en las últimas campañas a las órdenes de Julio Baptista. Tan denostado en ocasiones, al brasileño no se le puede restar mérito en cómo ha crecido el atacante en los últimos tiempos, después de que haya sido una apuesta personal los últimos tres años, en los que compitió siempre un escalón por encima de su edad, como proyecto de club, pero también por el gusto que manifiesta el entrenador del filial por su juego.

Irreverente e intenso, aunque no exento de detalles técnicos, se hizo con un sitio con base en esas características, a fuerza de insistir, hasta el punto de que Baptista le buscó encaje como extremo en momentos en los que su alto nivel impedía sacarlo del once y Sergio Benito carburaba como referencia. No en vano, aunque actuó como tal en ocasiones, Arroyo no es un ‘nueve’ puro, sino un segundo delantero que crece con otro al lado. En la banda, en cambio, es donde el fútbol le puede hacer tener cabida mientras trata de mejorar sus imperfecciones en la definición.

Merced a su velocidad y determinación, se ha ido haciendo un hueco en la cabeza de Pacheta, por lo menos, mientras se completa la plantilla. Hace semanas, cuando se anunció de manera conjunta su renovación y las de Aceves y Chuki, había quien decía en el entorno que así iba a ser, que es del gusto de Pacheta y que seguiría mirándole con mimo, y la confirmación no ha tardado en llegar, en un escenario de relumbrón, con el partido solucionado, sí, pero también con otros elementos de la plantilla profesional sentados en el mismo banquillo del que él salió.