¿Qué fue de Tim Cahill, un ‘clásico’ del Mundial con Australia?
Defendió los colores de un país sin tradición futbolística pero se convirtió en uno de los clásicos del Mundial.
Hablar de Tim Cahill (Sídney, 1978) es hablar de la historia de la Copa del Mundo. El atacante fue el primer goleador australiano en un Mundial y acabaría formando parte del selecto grupo de futbolistas que ha anotado en tres citas mundialistas consecutivas hasta convertirse en una leyenda en su país, donde el rugby concentraba toda la atención y el fútbol aún sonaba como un eco lejano.
Pero Cahill se salía de la norma. De origen británico y samoano, el jugador disfrutó de 21 años de carrera. Una carrera que echó a rodar en el emblemático Milwall, con el que consiguió llegar en 1999 a la final de la Copa de la Liga o ELF Trophy (por sus siglas en inglés). Y pese a caer ante el Wigan Athletic por 2-1, al año siguiente sumó 93 puntos con el equipo del este de Londres y levantó la Football League Championship.
Era una época feliz para Cahill, que llegó a una final de la FA Cup en 2004 contra el Manchester United y era considerado una leyenda para ‘Lions’. Por eso, aunque cayó en la final de ese torneo contra el equipo mancuniano, el australiano llamó la atención del Everton y se mudó a la ribera del Mersey. Pero antes, eso sí, dejó un expediente inmaculado con 56 goles y 249 participaciones con el conjunto de The Den.
Así aterrizó en la Premier League y tardó relativamente poco en ser muy querido por la hinchada de los ‘Toffees’, que le nombró como su jugador favorito solo un año después de su llegada, en el verano de 2004. Sus 13 tantos en su primera campaña fueron un buen argumento para un delantero cada vez más contrastado y que vivió su gran confirmación en el Mundial de Alemania, en 2006.
Samoa se quedó sin mito
Años antes de la cita en Alemania, que daría a conocer a Cahill frente al gran público, Samoa -por raíces familiares- pudo arrebatar el jugador a Australia y le convocó para la selección sub-20 con solo 14 años. Pero quedaba tiempo para que Cahill se convirtiera en jugador profesional y la federación australiana tuvo margen para convencer al explosivo delantero de vestir sus colores, lo que cambió para siempre su trayectoria.
Por eso en Sídney aún se recuerdan sus dos goles a Japón, los dos primeros de un ‘Soccero’ en una Copa del Mundo. Y la historia no acaba ahí porque también celebraría un gol en el Mundial de Sudáfrica, en 2010, y otros dos en el de Brasil, en 2014 (uno de ellos, una volea tremenda con la zurda a Holanda en fase de grupos, estuvo nominado al premio Puskas a mejor gol del año).
Ya para entonces, habiendo marcado en tres Mundiales de forma consecutiva, Cahill tenía el tratamiento de mito en las Antípodas y el triunfo en la Copa Asiática en 2015 confirmó lo evidente: Cahill no tenía mucho más por demostrar. Pero en 2018 viajó a Rusia y jugó su cuarto Mundial consecutivo, su torneo fetiche.
Embajador del gol
Cahill tenía un idilio con los Mundiales y la FIFA no tuvo más remedio que hacerle embajador del Mundial de Qatar. Pero, además de representar al máximo organismo internacional del fútbol, el exjugador ha estado trabajando en los últimos tiempos en el equipo directivo del KAS Eupen de la primera división belga, propiedad de la academia qatarí Aspire.
Ese ha sido el final de un jugador legendario, que disputó ocho temporadas en la Premier y al que solo frenaron las lesiones. Pero siguió haciendo goles y se despidió de Goodison Park en 2012 con 62 goles en su haber y una carrera de ensueño en el fútbol británico antes de hacerse un trotamundos y pasar por la liga estadounidense (en el RedBull New York), la china (Shnghái Shenhua y Hangzhou Greentown), la australiana (Melbourne City) y la india (Jamshedpur), hasta su retirada en 2019.