QATAR 2022 (1/4) | PAÍSES BAJOS - ARGENTINA
De fiesta con Mateu
Messi quiere las semifinales ante el rocoso Van Gaal. Novedades: vuelve Di María y entra en el once, pero De Paul está entre algodones.
Messi busca el pase a semifinales del Mundial ante un viejo zorro como Van Gaal, ante una selección reconstruida a base de cambios de rumbo, de movimientos contraculturales (sigue el partido en directo en AS.com). En medio de una fiesta teñida de albiceleste o de naranja se cuela Mateu Lahoz, que es mucho colarse, el único español al que beneficia que España quedase eliminada del Mundial. Sin su país entre los supervivientes, más opciones tiene de dirigir partidos en lo que resta de torneo.
Lo que ha sido en la historia un duelo colosal entre dos escuelas, la de la gambeta argentina y la del fútbol total holandés, es hoy la puerta para pelear por el título entre los cuatro mejores del mundo. No es un lugar nuevo para ninguno. Quién no recuerda la final del 78, Kempes, el palo de Rensenbrink que pudo cambiar la historia de la Naranja Mecánica. Quién no se emociona rememorando el gol de Bergkamp en Marsella tras bajar un balón llovido del cielo y tumbar al Ratón Ayala. Quién no siente como si fueran ayer los penaltis en las semifinales de 2014 con Chiquito Romero convertido en Goycoechea.
Con Di María recuperado y de vuelta al once, el que tiene problemas físicos y puede caer es De Paul. No es un asunto baladí. Incluso estando mal, es el jugador que más pases recibe de Messi y el que más pases le da. Su conexión. En Países Bajos hay un debate sobre el estilo, mucho más defensivo con Van Gaal que con otros técnicos de la historia… salvo él. Ya en 2014 llegó lejos, tan lejos como las semifinales, utilizando sus tres centrales rudos y sus dos carrileros atléticos
Los papelitos del 78, los tulipanes al borde de hacer historia, la rodilla del Lechuga Roa clavada en el Velodrome, el partidazo de Mascherano sobre Robben en 2014, el Leo Messi que pudo ser y aún quiere ser, todo eso, con Mateu Lahoz de invitado, para dibujar unos cuartos de final con más color que ningún otro: celeste y blanco contra naranja. El Mundial, señores, era esto.
