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DEPORTIVO

Máxima tensión en Riazor para el momento decisivo

Nueva pitada a Cano y cánticos de dimisión durante y después del empate del Deportivo ante el Alcorcón. Rubén Díez releva a Kuki como blanco de las iras de la grada blanquiazul.

Actualizado a
04/02/23 PARTIDO PRIMERA RFEF GRUPO I
DEPORTIVO DE LA CORUÑA - MERIDA 
OSCAR CANO
JESUS SANCHODiarioAS

El Deportivo quemó ante el Alcorcón su último cartucho para seguir aspirando al ascenso directo. Pero este sábado se quemó también el último puente entre Riazor y Óscar Cano. Uno ya con demasiadas grietas y que muestra la irreparable relación entre el técnico y la afición deportivista.

La tensión es máxima en el estadio herculino y las más de 27.000 almas que acudieron ayer a Riazor recibieron a Cano con una sonora pitada. Es un ritual que se repite desde hace meses, aunque la música de viento se ha intensificado en los últimos tres encuentros ante Fuenlabrada, Ceuta y, sobre todo, Alcorcón.

Menos habitual ha sido escuchar en casa el “Óscar Cano, dimisión” que ya conocen en los diferentes campos de España por donde ha pasado el Depor. El equipo iba respondiendo como local, pero ante el Alcorcón la grada solicitó la marcha del entrenador en la primera parte, cuando Isi Gómez entró por el lesionado Antoñito - Trilli fue baja por enfermedad -, y en el minuto 65, cuando retiró del campo a Mario Soriano. Por supuesto, también sólo un segundo después de que el árbitro señalara el final del encuentro.

Rubén Díez, nueva diana de la grada

Pero las quejas de los seguidores deportivistas no van únicamente dirigidas al banquillo. Los jugadores han sido conscientes durante todo el año de la responsabilidad que supone jugar en un campo que cada 15 días se supera en asistencia. El playoff aparece en el horizonte y saben que contarán con el máximo apoyo, pero también con la máxima exigencia de una grada que pasa facturas si el rendimiento baja. El que está ahora en el ojo del huracán es Rubén Díez, que no atraviesa su mejor momento de la temporada y terminó pitado, sustituyendo como blanco de las iras a un Kuki Zalazar que se retiró ovacionado un partido después de que fuera él el increpado nada más entrar en el terreno de juego.