Las cosas de Palacios, van volando
El regreso del ‘10′ revitaliza al Castilla y aleja los puestos de descenso. En dos jornadas ha marcado el 43% de los goles del equipo. Y es responsable del 56% de los puntos
Las cosas de Palacios, no van despacio. Ni mucho menos. Son más bien una revolución. Un chute de electricidad más cercano a un trallazo de desfibrilador, que a un calambrazo con la barandilla. El Castilla ha vuelto, cuando él ha vuelto. Y no es casualidad, sino mérito. Nadie es más bueno que todos juntos; pero todos son mejores cuando hay uno muy bueno. En eso se resume. Y a César, lo que es del César. Del nuevo líder del Castilla. Un futbolista al que la Primera RFEF se le queda pequeña. ‘Levántate y anda’, debió exclamar. Adalid ante la lid. Y el Castilla no sólo lo hizo, sino que ya parece hasta correr. Vuelve a tener pulso, a tener vida. Y ha salido del descenso.
El 43% de los goles, esta temporada, han sido suyos. En concreto, tres de los siete. Y los ha firmado en ocho días. El tiempo que ha transcurrido desde el asalto a El Bierzo, al triunfo ante el Pontevedra. Dos victorias tras cuatro derrotas seguidas (y sólo un gol a favor); un KO a la crisis digno de Topuria. Palacios ha sido líder y killer en ambas; clave. Sin sus goles, el Castilla tendría cinco puntos menos (entendiendo que hoy, habría empatado) y sería colista (igualado con el Ourense). Sería menos, mucho menos Castilla. De hecho, sería la mitad: el 56% de los puntos, los ha dado él. Cinco de los nueve.
Magia, 437 días después
Arbeloa tiene un tesoro. Un genio fuera de la lámpara, tras mucho tiempo. Palacios se rompió el cruzado el 1 de agosto de 2024, en Estados Unidos. En el primer partido del stage del primer equipo, ante el Milan. A los 7 minutos de salir. Fueron 276 días sin jugar; nueve meses y tres días. Hasta el 4 de mayo, ante el Marbella. Participó en las últimas cuatro jornadas de la temporada pasada, sumando sensaciones. Pero se perdió las dos primeras de esta, por otras molestias. Ante Osasuna B, Arbeloa lo puso de falso nueve. No funcionó del todo. Pero ante el Tenerife, lo alineó en banda. En su hábitat natural. Y justo ahí, el Castilla empezó a latir.
Contra la Ponferradina firmó un doblete y dio la asistencia del otro gol. Y hoy, frente al Pontevedra, confirmó el liderazgo. Partiendo desde la izquierda, pero moviéndose con libertad por la zona de tres cuartos, es un demonio. Un futbolista llamado a la élite. Toque, velocidad y definición. Lo tiene todo. Y para demostración, el gol. Amagó un control en la zona de tres cuartos y dejó que recibiese Zúñiga, quien leyó su desmarque. Toque a una maraña de defensas y entre ellos, control para plantarse ante el portero y picadita. Golazo. Su tercero de la temporada.
Sin Sub-20 y sin Rachad
Era el 19′. Era un golpe sobre la mesa. El Castilla, todavía sin sus Sub-20 (Fran González, Fortea, Diego Aguado y Thiago Pitarch, quienes se reincorporarán en los próximos días) y sin su nueve (Rachad, a quien aún quedan tres semanas de baja, mínimo), le tenía a él. Las máquinas necesitan de muchas piezas para funcionar correctamente, pero a veces hay una en concreto que da sentido a todo. Esa, es Palacios. La demostración de que el fútbol es un deporte en equipo... muchas veces decidido por individualidades. Una paradoja.
Protagonista de una actuación en la que el Castilla fue mejor, en líneas generales. Más competitivo, más aguerrido en los duelos. Arbeloa sorprendió con Castrelo por delante de Yáñez; un movimiento que dio sus frutos. Cohesión con el medio y dribling en banda. Hay futbolista en ese 33. El resto del equipo fue el de gala, dadas las circunstancias. Javi Navarro antes que Súnico; Manu Serrano en defensa, sin Diego Aguado; y Roberto Martín en el medio, sin Thiago Pitarch. Arriba, Zúñiga.
Tiranía
La primera parte fue prácticamente una tiranía local. Un monólogo ante una muralla. El Pontevedra se dibujó en un 5-3-2 con Miguel Cuesta en el carril zurdo... y dos extremos, ejerciendo de referencias en punta. Un extraño; un invento que no salió bien. Ni hubo control de balón, ni presencia en el área rival. La estrategia tan sólo sirvió para dificultar que el Castilla generase ocasiones, pero tuvo la batuta. Anduvo tranquilo. Joan Martínez estuvo a punto de firmar el gol de la jornada con un trallazo desde la frontal, pero Marqueta voló hacia su izquierda.
Hubo poco más. Fútbol de más táctica, paciencia, control; que otra cosa. Mucho posicionamiento y que Palacios agite la varita. Tal estaba siendo la desesperación, que Eimil protagonizó una entrada feísima que bien pudo costar la tarjeta roja. Un pisotón en el tobillo izquierdo sin opción de disputar el balón. Innecesario. El árbitro acudió al VAR, a petición de Arbeloa y saldó la acción con amarilla. Era de naranja oscura.
Y sufrimiento
Sí cambió el guion en la segunda parte. El Pontevedra se estiró, se envalentonó. Y volvió a mostrar que el Castilla es un equipo con talento, pero fragilidad defensiva. Para reflejo, un dato: la de hoy es la primera portería a cero de toda la temporada. Una que se cosechó sufriendo. Sudando tinta. Zúñiga tuvo un mano a mano que disparó al medio. Una nueva demostración de un futbolista que aporta un mundo al colectivo, que permite generar muchos espacios, ocasiones; pero que sigue adoleciendo una notable falta de pegada.
Primera portería a cero
El filial no sentenció y por ende, terminó sufriendo. No colgado del larguero, pero si pendiendo de un hilo. Despejando, achicando; casi no respirando. El Pontevedra atacó en los minutos finales con más corazón que cabeza. Centros laterales, balones filtrados... ninguno llegó a perforar la portería de Javi Navarro. La más peligrosa, un chut de Yelko Pino que lamió el poste. Joan Martínez lideró una faena defensiva en la que estuvo hasta Palacios. Si todos para uno, uno para todos. Más adelante, la cabeza de Manuel Ángel −partido soberbio− para templar las posesiones y la verticalidad de Yáñez para estirar el campo. Fue un sufrimiento; pero fue una victoria.
Otra vez con gol de Palacios. Autor del 43% de las dianas del equipo, esta temporada. Y en ocho días. Ya van 9 puntos; canta otro gallo. El descenso queda varios puestos por detrás; de hecho, el playoff ya está más cerca que las llamas. Pero en esta categoría la distancia entre el cielo y el infierno es escueta. Tiende a serlo. Precaución con a relajación. Ahora, el Castilla ha vuelto a latir. Y eso es mucho. Queda la duda de que sería de este equipo si Palacios se torciese un tobillo. Pero con él, es otra cosa. La reanimación lleva su firma. Es trabajo de muchos, pero es mucho mérito suyo. A César, lo que es del César.
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