Jaque casi mate
Juanpe fue un muro que el Castilla no pudo derribar y el playoff se torna quimérico. A cuatro puntos, con dos jornadas por delante. Fran González, también imperial.


El Castilla empató. Y perdió. Porque solo ganar era celebrar. Se difumina el playoff. Casi por completo. A cuatro puntos y solo dos partidos por delante. Entonar el ‘imposible’ es casi imposible. Redundancias aparte. Incluso soñarlo. El Mérida podía dejar KO a un rival directo. En un duelo explosivo con más picante aún. El de la ida. El 6-0 del Di Stéfano. El día de Gonzalo y su póker. En el Romano se dirimía el límite entre la nobleza y el resto. Milagro o revancha. Y ni lo uno, ni lo otro. Pero es el Castilla el que queda en la lona. Por otro empate. Después de los siete consecutivos entre marzo y abril, uno más. Una condena infinita. Y adiós al playoff.
Fue un duelo con planteamientos gemelos. Con tres centrales, carrileros con vuelo y mucho talento. Con Valdepeñas como ‘tres’ ante el ascenso de Yusi con los mayores. Y con Zúñiga acompañando al dúo dinámica, Gonzalo y Víctor. Con Doncel y Beneit escoltando al killer Liberto. Más solo que nunca por la baja de última hora de Eslava. Aunque los protagonistas llevaban guantes. Fran González y Juanpa. Dos gigantes. Dos héroes.
Parada a parada
En la primera parte apenas hubo chispas. Sí ritmo. Sí respeto. Pero poco susto. Apenas uno, pero mayúsculo. Por una falta en la frontal que forzó Fortuny y se pidió David Jiménez. Para embolsarla. Para buscar la escuadra y para encontrarla. Pero allí apareció el meta local. La primera de Juanpa. De muchas. Porque tras el descanso sí hubo lluvia.
Raúl planteó los últimos 45 minutos a la carrera. A caraperro. Si había que morir, sería matando. Atacando. Dominando. Solo unos imperiales Juanpa y Fran evitaron la sangre. Tras el silbatazo comenzó el tiroteo. En el 46 ya había volado el meta emeritense ante un zapatazo de Edgar Pujol. Desde 25 metros. Central con licencia para chutar. Aunque el milagro mayor llegó sobre la hora de partido. Tras un fallo en el despeje de Del Cerro, Víctor Muñoz cogió la autopista. Pensó. Se acomodó. Chutó con la menos buena, la izquierda... y se topó con la manopla salvadora de Juanpe. Y cuando él no acertó tampoco lo hizo el Castilla. Zúñiga, solo, solísimo, estrellaba un remate en el segundo palo... en el palo. Un muro con aura.
Y de un santo a otro. Pues minutos antes lo fue Fran, que se hizo enorme, gigantesco, frente a un chut a bocajarro de Doncel. A un palmo. Y un cuarto de hora después fue al suelo para despejar un misil de Álvaro. Abajo, con la manopla firme y con reflejos. El Courtois de La Fábrica demostró el porqué del apodo.
Ya había movido el árbol Raúl. En busca del último aliento. Con Palacios al campo sin sacar atacantes del verde. Más colmillo, pero no hubo milagro. Porque a Juanpa le quedaba un truco en la chistera. Para desviar un cabezazo de Valdepeñas. Para despertar al Castilla del sueño del playoff. Y para mantener vivo el suyo propio. Pero en La Fábrica, jaque mate. O casi.
Clasificación

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