Fútbol

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan

Detrás de los estadios llenos y los contratos millonarios hay una realidad menos visible: la presión, la ansiedad y el desgaste emocional que llevan a muchos futbolistas a desconectar y buscar refugios insólitos.

Pablo Maffeo jugando un partido con el RCD Mallorca.
Sergio Pérez Jiménez
Sergio Pérez nació en Albox, Almería en el año 2003. Estudia el Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Forma parte del Diario AS desde el año 2025 y se encarga de la sección de Especiales Digitales, realizando stories y reportajes.
Actualizado a

¿Se imaginan lo que pasaría si, algún día, el fútbol dejara de gustar? La realidad es que el deporte rey, a pesar de mover pasiones, también puede desgastar. Detrás de los focos, los contratos millonarios y los estadios a rebosar, hay casos de jugadores que, por diferentes motivos, han perdido la ilusión. Algunos decidieron abandonarlo. Otros, siguieron adelante. Sin embargo, muchos han acabado desencantados de un sistema que en ocasiones se olvida de que, detrás del espectáculo, hay personas.

La presión, las expectativas y la falta de intimidad generan una carga emocional que los jugadores arrastran en su día a día y que no pueden olvidar cuando llegan a casa. Por eso, muchos intentan evadirse lo máximo posible.

El sueño convertido en carga

Alcanzar la élite ya no es sinónimo de éxito. No garantiza la felicidad. Para algunos, ese sueño que han forjado durante tantos años se convierte en rutina… y ahí es cuando la pasión se torna en presión.

Gareth Bale fue buen ejemplo de ello. Durante su etapa en el Real Madrid, el galés no ocultó en ningún momento cuál era su verdadera pasión: el golf. En la mente de todos quedará aquella famosa pancarta tras un partido con la selección de Gales: ‘Wales. Golf. Madrid. In that order’ (Gales. Golf. Madrid. En ese orden).

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan
Bale y la selección de Gales, posando con la pancarta.Athena Pictures

Incluso tras retirarse del fútbol, Bale ha seguido explicando que el golf le daba la libertad que el fútbol no: “Me encanta jugar y ver golf, me ayudaba a alejarme del fútbol”, comentó en una entrevista.

Ben White, el defensa del Arsenal, también ha sido claro en varias ocasiones: no le gusta ver fútbol. No por odio, sino por la necesidad de desconectar. “No quiero hablar de fútbol cuando llego a casa. Mis padres no me hablan de ello. Es como si no fuera mi trabajo”. En una entrevista afirmó que, de no ser futbolista, hubiera sido jardinero.

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan
Ben White, calentando para un partido del Arsenal.JOHN SIBLEY

El peso de la expectativa

Las jóvenes promesas viven bajo una lupa constante. Bojan Krkić fue uno de ellos. Se formó en La Masía y, a los 17 años, debutó con el primer equipo del FC Barcelona. Muchos lo consideraron el sucesor natural de Leo Messi. Su talento era indiscutible. Sin embargo, tuvo demasiada presión. “Me sentía abrumado. No podía respirar. Me costaba dormir. Tenía ansiedad antes de los partidos”, admitió en una entrevista en El País. Tras pasar por equipos como Roma, Milan, Ajax y Stoke City, finalmente se retiró a los 32 años.

En 2021, la FIFA lanzó la campaña ‘Reach Out’ para concienciar sobre la salud mental en el deporte. FIFPro, la organización mundial que representa a los futbolistas, informó que el 23% de los jugadores en activo sufrían trastornos del sueño, un 9% depresión y, otro 7%, ansiedad. En el caso de los retirados, estas cifras aumentaban: el porcentaje de exjugadores con problemas de sueño era del 28%, del 13% en términos de depresión y del 11% en ansiedad.

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan
Bojan Kirkic celebrando un gol con el FC Barcelona.

El fútbol no lo es todo

Prefiero mil veces ver un partido de NBA antes que uno de fútbol”, declaró Carlos Vela durante la celebración de un All-Star. El mexicano nunca ocultó que veía el fútbol “como trabajo, no como hobby”.

Carlos Tévez tampoco tuvo rodeos. “No me gusta el fútbol. Si están el Barcelona vs Real Madrid y en otro canal hay un torneo de golf, veo golf”, afirmó en una entrevista. Lo que le divertía a él era jugarlo, pero nunca le apasionó verlo.

“La gente se ríe cuando les digo que no tengo ni idea de fútbol. Solo lo veo cuando hay buenos partidos o juega algún amigo”, admitió Ter Stegen en una entrevista en El País en 2020.

Nuestro fútbol cada vez tiene menos tabúes a la hora de relativizar este asunto. Ser futbolista no implica vivir obsesionado con el deporte. Maffeo, el lateral del Mallorca, declaró que no ve fútbol. Iker Bravo también lo hizo en el Mundial sub-20: “Yo es que no veo fútbol. No me gusta ya… me gusta jugarlo, pero no verlo”. Manu Sánchez, el lateral del Ceuta, también admitió que prefiere hacer otras cosas como leer un libro o estar con sus caballos, antes que ver un partido de fútbol.

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan
Ter Stegen da el discurso de capitán en el Trofeo Joan Gamper.

Del cielo al infierno

Cuando el fútbol no se puede vivir como pasión, en muchas ocasiones, provoca que el jugador busque una salida. A veces, por liberación. Otras, para perseguir sus verdaderos sueños. Ese ha sido el caso de André Schürrle, que ejemplifica a la perfección lo que significa sentirse agotado bajo los focos. El campeón del mundo con Alemania se retiró a los 29 años, cuando jugaba en el Spartak de Moscú. Previamente pasó por equipos como Chelsea, Dortmund o Wolfsburgo. Su retiro coincidió con la época de la pandemia, en la que confesó haberse sentido “solo”. Se cansó de estar “tan expuesto a la opinión pública”. Dio un giro radical a su vida adentrándose en el mundo de los desafíos extremos.

También está el caso de Josip Iličić. Hasta marzo de 2020, el esloveno era la estrella de la Atalanta. Los aficionados del Valencia todavía recordarán aquella eliminatoria en la que el delantero hizo cinco goles. Sin embargo, poco después, su vida cambió radicalmente.

El lado oscuro del fútbol: presión, soledad y jugadores que ya no disfrutan
Josip Ilicic, celebrando un gol con la Atalanta.DANIELE MASCOLO

La pandemia golpeó duramente en Bérgamo y el confinamiento le despertó recuerdos dolorosos de su infancia en Bosnia durante la guerra. Entró en una depresión severa. “No quería irme a dormir por miedo a no despertar”, declaró. Estuvo casi dos años sin jugar. Finalmente, logró regresar. Eso sí, decidió apartarse de los focos y se marchó a jugar a su país natal.

¿Qué está fallando?

Quizá estos sean casos aislados… o quizá no. De tratarse de lo segundo, sería interesante que estas experiencias nos invitaran a reflexionar acerca de cómo el sistema cuida a sus futbolistas. Redes sociales, exposición mediática, presión, escasa atención a la salud mental… ¿qué es exactamente lo que falla? Probablemente no haya una razón concreta. Tal vez, incluso el problema no sea el fútbol en sí, sino el ecosistema que lo rodea. Lo que es seguro es que el deporte pierde su esencia cuando olvida a quienes lo hacen grande, cuando la alegría se transforma en frustración. En manos de todos está evitar que el deporte rey, ese que tanto amamos, se convierta en un simple espectáculo vacío.

Noticias relacionadas

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp.

¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí.

Etiquetado en:
Comentarios
Normas

Rellene su nombre y apellidos para comentar

Te recomendamos en Más Fútbol

Productos recomendados