250 partidos de leyenda
Cristóbal alcanzó esa cifra en la victoria catártica del Fuenlabrada en Matapiñonera. El histórico futbolista azulón vuelve a ser clave con Mere.
32 años. Esta fue la edad con la que Cristóbal Márquez (Madrid, 1984) aterrizó en un Fuenlabrada que coqueteaba con el ascenso al fútbol profesional. Tras una vuelta al mundo que le llevó por Chipre, Indonesia, Australia y Ucrania, el centrocampista volvió a España para lo que algunos pensaban que era un ‘último baile’ en el fútbol nacional. Seis años después y con incontables clases futbolísticas impartidas, el ‘ocho’ azulón alcanzó los 250 partidos en el Fuenlabrada, su Fuenlabrada, el pasado domingo. Leyenda, como pocas, en la historia azulona.
El equipo del Fernando Torres hizo oficial el fichaje de Cristóbal el 31 de agosto de 2018. Llegó de Chipre, los últimos días de mercado y con ganas de demostrar que todavía le quedaba mucho fútbol en sus botas. Arribó con la intención de ser importante en el sueño, que luego se transformó en realidad, de conseguir un ascenso a Segunda con el Fuenla. Y vaya que sí fue importante, y vaya que sí es importante Cristóbal Márquez, a sus 38 años, en el Fuenlabrada. Al ‘maestro’ del Torres, por mucho que él considere que “no es ejemplo ni profesor de nada”, hay que analizar por encima de los datos. Esos datos que suman 250 partidos, 14 goles y 9 asistencias.
El madrileño es la extensión de Mere Hermoso sobre el campo, como la fue de los otros técnicos que le dirigieron en el Fuenlabrada. ¿Y en el vestuario? Un líder silencioso de los que no dice sino hace, de los que hay que observar y callar. Un centrocampista con una inteligencia futbolística y talento de Primera al que sólo los achaques físicos de su edad le impiden mostrar todo su fútbol y, además, acercan su retirada.
En algún momento será el adiós
Cristóbal se irá en algún momento y, pese a asumirlo, el golpe será duro” se dice en el Fernando Torres. Y es que en el Fuenlabrada se sabe que ese problema en la espalda que limita a Cristóbal puede traer una retirada que se ha atrasado varias temporadas por su amor al fútbol y a su Fuenlabrada. Sin embargo, ahora, club y jugador, se regalan una última batalla, la de una temporada injusta donde los resultados no acompañan al trabajo realizado por todos los que componen el club fuenlabreño. La celebración tras la victoria ante el Sanse en Matapiñonera, primera como visitante del equipo de Mere, muestran la liberación del grupo. De un grupo que aspira y quiere más.