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MUNDIAL DE CLUBES | REAL MADRID-AL HILAL

Rivelino cambió el fútbol saudí

Antes que el Al Nassr con Cristiano, fue el Al Hilal el que en 1978 cubrió de oro, coches y relojes de diamantes al capitán de Brasil para llevarlo a Riad.

Rivelino (izquierda), con su popular bigote, en un partido durante su etapa (1978-81) en el Al Hilal saudí.

El megalómano contrato que le ha firmado Al Nassr a Cristiano Ronaldo es un sistema que inventó, en Arabia Saudí, el Al Hilal. El rival blanco de hoy por el Mundial de Clubes se encaprichó de Roberto Rivelino, el genio del poblado mostacho en aquella Brasil tan emocionante en los setenta, y lo sedujo para cambiar su país por la liga saudí cubriéndolo, casi literalmente, de oro.

Fue en 1978 una vez terminado el Mundial de Argentina y el Príncipe Khaled Al Saud (sobrino del soberano saudí) dirigía Al Hilal sin reparar en gastos. Le ofreció a Rivelino siete veces su salario en el Fluminense y un billete en el mítico avión supersónico Concorde hasta Riad. Rivelino gambeteó con la oferta para conseguir un extra con el que soñaba y el club árabe ni pestañeó. “Siempre había querido tener un Mercedes y cuando antes de firmar les pedí uno… se rieron, porque para ellos era como darme un Fusca (el apodo en Brasil del Volkwagen Escarabajo)”, diría años más tarde el futbolista brasileño. Le dejaron elegir modelo y color. No fue el único coche de lujo en el que se sentó. A su llegada al país el club le puso un Rolls-Royce y en él lo paseó ante el millar de enfervorecidos hinchas saudís que querían comprobar que era cierto, que allí iba a jugar uno de los mejores del planeta.

“Siempre había querido tener un Mercedes y cuando les pedí uno se rieron; para ellos era como darme un Escarabajo”

Rivelino, campeón del mundo con Brasil en 1970 y fichaje del Al Hilal en 1978.

Los sueños de grandeza de las élites saudíes no iban coordinadas con esfuerzos en asuntos menos visibles. Como, por ejemplo, los campos de entrenamiento. “Teníamos que compartir nuestro terreno de juego con otros dos equipos de Riad”, narró el propio Rivelino en una entrevista en La Folha de Sao Paulo. “Un equipo se entrenaba a las seis de las tarde, otro a las siete y el último a las ocho”. Campos que para evitar el calor abrasador de Riad, eran de césped sintético. Rivelino jugaba con unas gasas mojadas en la boca para mantener el bigotón húmedo y mantener una pequeña sensación de frescor.

El capitán de la Canarinha tenía 33 años y había vestido la Verdeamarela en 92 ocasiones (incluido el éxito en el Mundial de 1970 junto a Pelé) pero sus capacidades estaban vigentes. Además, el Príncipe Khaled le tenía alojado en uno de sus palacios y a gastos pagados (también la escuela de sus hijos). Le incitaba con generosas dádivas. Si conseguía un doblete o un tanto de falta o, por ejemplo, le marcaba a uno de los rivales más enconados del Al Hilal, al acabar el entrenamiento se encontraba un reloj de oro con diamantes.

Rivelino, en un partido con Brasil en los Mundiales.
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Rivelino, en un partido con Brasil en los Mundiales.

Éxitos en Arabia Saudí

No fue Rivelino a Arabia a hacerse la foto. En 60 partidos (o 57, varían las fuentes) con el equipo saudí consiguió 23 goles, uno de ellos olímpico, al Al Ittihad. También dos ligas y una copa del país. Triunfos que terminaron en un desencuentro con el Príncipe Khaled cuando el atacante le pidió que liberase su transfer para poder terminar sus días en el Sao Paulo.

El fichaje de Rivelino fue el primer petardazo de lo que pudo ser una traca del Al Hilal, que también intentó hacerse con Zico, pero el Flamengo rechazó una oferta de 2,5 millones de dólares (el jugador se iba a llevar la misma cifra). Finalmente se lo llevaría el Udinese italiano. Ganó la vieja Europa.