Ramiro Muñoz, de un Erasmus en Finlandia al campeón de Croacia
Del campeón esloveno, el Olimpia, al croata, el Rijeka. Todo tras una etapa brillante en la ‘Tierra de los mil lagos’ que cinceló a Ramiro Muñoz. Un joven talento de los banquillos, en AS.


De aprenderse las capitales de Finlandia y Eslovenia a triunfar en ellas. A formarse en Helsinki, a ganar títulos en ‘La tierra de los mil lagos’ y a ser parte de la Sub-21 del país nórdico. A alzar la liga con el Olimpia de Liubliana junto a Víctor Sánchez del Amo. A dar el salto al Rijeka, el campeón croata, de nuevo de la mano del otrora canterano del Real Madrid. Paso a paso, aprendizaje a aprendizaje. Es la vida de Ramiro Muñoz (Madrid, 31 años). La de un joven que convirtió un sueño en profesión. Con resiliencia. Aplicando dos valores que lleva tatuados en su libro de bitácora particular: “La justicia y la empatía, intento que estén presentes siempre”. De una vida que cambió dos veces. Primero, con un revés convertido en trampolín. Porque Ramiro era un joven defensa central al que le apasionaban los banquillos. Y una rotura de cruzado aceleró la transición. Después llegó un Erasmus a Finlandia. El resto es historia. Su historia.

Si a los 12 o 13 años le hubieran dicho que viviría lo que ha vivido...
¡Me habría parecido increíble! A esa edad lo más importante era aprenderse las capitales para aprobar geografía, como Liubliana o Helsinki. Nunca hubiera imaginado que acabaría viviendo en esos países y que mi camino profesional se desarrollaría allí. Estoy seguro de que aquel niño se habría sentido orgulloso.
Fue futbolista antes de entrenador. ¿Cuándo decidió dar el salto al banquillo?
Siempre jugué de defensa central, una posición que te obliga a ver todo el campo y a liderar. Solía ser capitán y me gustaba ayudar a mis compañeros, explicar ejercicios y organizar al equipo. Ese espíritu de liderazgo me llevó pronto a pensar en ser entrenador. Una lesión de cruzado aceleró la decisión: dejé de lado mi carrera como jugador y me enfoqué en entrenar, algo que me apasionaba desde los 13 o 14 años.
¿Cómo llega Finlandia a su vida?
Gracias a un programa de intercambio en mi carrera de Ciencias del Deporte en Madrid. Estudié un año en el Centro de Alto Rendimiento del Comité Olímpico finlandés. Allí hice contactos y me ofrecieron realizar prácticas como profesor. Esa experiencia abrió la puerta a entrenar en Helsinki. Lo que empezó como una aventura se convirtió en mi profesión.
El choque cultural sería importante.
Fue enorme. En España la gente es muy cercana; en Finlandia cuesta más romper la primera barrera, parecen más fríos. Pero una vez que te aceptan, la confianza es plena. Valoran la meritocracia: creen en tu capacidad más allá de tu edad o nacionalidad, y eso me permitió crecer profesionalmente.
“Al principio preguntaba como un niño: ‘¿Cómo se dice esto o aquello? Hasta dominar el finlandés"
Ramiro Muñoz
¿Cómo fue entrenar en otro idioma?
Fue un reto. Al principio combinaba inglés con algunas palabras en finlandés, pero me propuse aprender el idioma. Preguntaba como un niño: “¿cómo se dice esto o aquello?”. Y lo repetía hasta dominarlo. Eso me permitió llegar mejor a los jugadores y ganarme su confianza.
Y allí no paró de evolucionar.
Empecé en categorías inferiores, pasé a ser asistente del primer equipo y después a entrenar en Tercera y Segunda. Tras la pandemia di el salto a la Primera División, al SJK. Allí conseguimos la medalla de bronce en Liga, un logro muy especial. Más tarde entrené al Inter Turku, donde estuve tres temporadas, incluso como primer entrenador interino, compitiendo en Europa y luchando por títulos. Y en el último curso, también levantándolos (sonríe). Nos hicimos con la Copa de la Liga finlandesa.

El balón parado como leitmotiv
Además, ha formado parte del cuerpo técnico de la selección sub-21 de Finlandia. ¿Cómo fue esa llegada?
Gracias a contactos que había hecho en el curso de UEFA Pro me llamaron, porque necesitaban a alguien para el balón parado. Me incorporé en enero de 2024. Pasamos de estar cuartos en el grupo a clasificarnos al playoff. ganamos a Noruega y logramos una clasificación histórica a la Eurocopa sub-21. Allí conseguimos dos empates muy meritorios. Al empezar esta nueva etapa con el Rijeka se terminó la de la selección. Pero fue una experiencia inolvidable.
Curiosamente, casi se cruza con España Sub-21. ¿Qué se va a encontrar David Gordo?
Pues a una selección una enorme confianza en sí misma. Muy motivada, tras ganar los dos primeros partidos sin conceder gol alguno. Los jugadores son conscientes de que están ante una oportunidad de oro para mostrarse al mundo, para mostrar su mejor versión contra un equipo tan grande como lo es España.
¿Y sus fortalezas? Haga de scout...
La fortaleza más grande de Finlandia es su identidad, un estilo de juego que está muy asentado, que lleva varios años siendo desarrollado por el seleccionador. Todos los jugadores tienen clara su función, pero sin tener coartada la libertad y la creatividad para aportar su esencia personal. Veremos un partido con mucha disciplina, pero con destellos de calidad propios de esa libertad de la que hablamos. Será un gran encuentro.
Se nota trabajar el balón parado. ¿Qué importancia le da?
Muchísima. En la liga finlandesa realicé un análisis minucioso y llegué a la conclusión de que el 44% de los goles llegaban así. Y ojo, hay más en el 99% de los partidos, el equipo que ganaba el duelo a balón parado lograba al menos un punto. Es una faceta decisiva que puede definir títulos.
“En Finlandia, en el 99% de los partidos, el equipo que gana el duelo a balón parado se asegura, al menos, un punto”
Ramiro Muñoz
Tras Finlandia, salto a Eslovenia con el Olimpia de Liubliana, de la mano de Víctor Sánchez del Amo.
Fue una etapa muy intensa. Allí la afición es mucho más pasional, con bengalas y tifos espectaculares. Fue especial ganar la liga con ellos y sentir esa conexión con la hinchada. Nada que ver con Finlandia, ahí se celebra de manera más tranquila.
Y de ahí, de nuevo con Víctor, al Rijeka. A ser su mano derecha en el campeón croata. Un reto que no es sencillo, pues el campeonato del curso pasado puede calificarse de ‘milagroso’ (ganaron por goalaverage tras una temporada convulsa de Dinamo y Hadjuk, los gigantes del país). ¿Cómo lo afronta?
Lo afrontamos con mucha ilusión, es un reto nuevo, para seguir aprendiendo en una competición muy exigente como la croata. En un club con mucho potencial y mucha hambre, con ganas de llegar lo más lejos posible en Europa (juegan Conference). Llevar al Rijeka lo más arriba posible.
Dígame, ¿hay alguna pregunta que nunca le han hecho que le gustaría responder?
(Sonríe) Pues mira, sí, nunca me han preguntado por los valores que guían y marcan mi vida.
¿Y son?
La justicia y la empatía. Intento que estén presentes en mi trato con los jugadores, en el vestuario y en las decisiones que tomo. El fútbol no siempre es justo, pero tener esos valores como guía me ha ayudado a mantenerme fiel a mis principios.

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