“Mis compañeros se reían de mi Opel Corsa...”
El centrocampista español Rodri, estrella del Manchester City de Pep Guardiola y candidato al Balón de Oro, habla sobre su vida en ‘The Players’ Tribune’ tras proclamarse campeón de Europa con España.
“Cuando ganas para tu país, la emoción es diferente. Volví a mis orígenes, a cuando jugaba en la piscina, luego en el jardín y de nuevo en la piscina. Cuando cogía la bicicleta en el tranvía para ir a entrenar. Cuando corría por los bosques de Connecticut llorando de alegría cuando ganamos el Mundial”. Este verano, Rodri Hernández cumplió uno de los sueños de su vida alzándose campeón de Europa con la Selección española. Como el propio futbolista español cuenta en The Players’ Tribune, “te das cuenta de que no sólo has hecho feliz a una ciudad, sino a todo un país. Tantas personas y generaciones diferentes que experimentan esa alegría por primera vez. ¿Cuántos de esos niños corrían como locos la noche que Lamine marcó contra Francia? ¿O cuando Mikel marcó contra Inglaterra? Miles. Millones”.
La consecución de la Eurocopa 2024 es el enésimo éxito deportivo de un futbolista que es considerado por muchos uno de los mejores futbolistas del mundo. Otros tantos afirmarían directamente que el mejor. Sin embargo, uno de los líderes de la Selección de Luis de la Fuente y el motor del Manchester City de Pep Guardiola, campeón de las últimas cuatro Premier League, es una persona “normal”.
“Si le preguntaran a mi señora o incluso a mi madre, dirían que soy lo más alejado de la normalidad. Cuando se trata de fútbol, soy un adicto. Si soy normal es probablemente en el sentido de que no me importan las redes sociales ni las zapatillas de 400 libras. Desde que era niño, simplemente he estado persiguiendo un sentimiento. No dije: ‘Oh, quiero ser futbolista para tener un Ferrari’. No, era porque lo que hacían mis héroes en el campo me hacía sentir vivo. A los 10 años, si jugaba un partido y no lo hacía bien, no podía hablar con mis padres en todo el día. Estaba demasiado enfadado conmigo mismo. Estoy seguro de que mi madre me miraba y pensaba: ‘¿Qué demonios le pasa? Es sólo un juego’. Pero para mí era casi como una droga”, narra Rodri Hernández.
También cuenta una anécodta sobre su primer coche: “Al principio iba en mi bicicleta hasta el entrenamiento. Luego, saqué el carnet y le dije a mi padre: ¡Vale, tengo 3.000 euros para comprarme un coche. A ver qué me encuentras’. Me llamó al día siguiente y me dijo: “Bueno, encontré uno. Esta anciana lo está vendiendo. Quiere 4.000, pero tiene una computadora dentro”. Yo dije: ¡Guau! ¿Un ordenador? Me trae el coche y es un Opel Corsa. Me subo al coche y la pantalla del “ordenador” mide unos 8 centímetros. Podías tocarla para encender la radio y ya estaba. Me quedé asombrado. Conducía ese coche a los entrenamientos todos los días, como un jugador de baloncesto. Mis compañeros de equipo se burlaban de mí, ¡pero a mí no me importaba! ¡Me encantaba!”.
La normalidad con la que generalmente se asocia al centrocampista español se debe también a que, aparte de ser una estrella futbolística mundial, tuvo, durante un tiempo, la vida de un chaval cualquiera. “Hice un trato con mis padres cuando era muy joven. Si quería perseguir mi sueño futbolístico, también tenía que ir a la universidad”, escribe en The Players’ Tribune. Rodri Hernández fue a la universidad, vivió a una residencia de estudiantes e iba en bicicleta a entrenar con el Villarreal. La diferencia con respecto al resto de chicos de su edad es que, cuando llegaba la noche y los demás se iban de fiesta, al ahora jugador del Manchester City le tocaba quedarse en casa y descansar: “Alguien me dijo: ‘Rodrigo, ¿cómo es que nunca sales con nosotros?’, y tuve que decirles: ‘Bueno, juego al fútbol. Tengo entrenamiento por la mañana’. En ese momento, todavía estaba entrenando con el segundo equipo. Yo era un don nadie. Ni siquiera tenía un coche. A los ojos de mis profesores, yo era “uno más”. En España, la universidad es la universidad”. Rodri Hernández define esta etapa como “los años más divertidos de mi vida”.
Hechos como olvidarse de que tenía que viajar con el equipo en autobús para disputar un partido en Valencia porque estaba concentrado estudiando en su habitación de la residencia definen a la perfección la forma de ser de Rodri Hernández. No obstante, como afirma en The Players’ Tribune, “cuando salgo del campo, mi objetivo es asegurarme siempre de que tengo los pies en el suelo. Creo que a veces la gente malinterpreta esa parte de mí”. Una mentalidad ganadora y competitiva que al mismo tiempo le han permitido irrumpir en la élite como jugador del Villarreal, hacerse un nombre en el Atlético de Madrid y triunfar en el Manchester City.
“En el Villarreal aprendí lo que significa ser un profesional. No sólo un futbolista, sino un profesional. Cuando volví a casa, al Atlético, por una temporada, aprendí lo que significa realmente la competitividad. Cuando estaba en el Villarreal, era muy bueno con el balón en los pies, pero seguía siendo un poco blando. Con Diego Simeone aprendí lo que significa ser el malo de la película. A ser un poco cabrón en el campo. A placar de verdad. A hacer la vida imposible al otro equipo durante 90 minutos. Esa fue otra pieza importante. Cuando tuve la oportunidad de fichar por el Manchster City el verano siguiente, fue un sueño para mí. Hablé con Sergio Busquets antes de aceptar el fichaje y me dijo: ‘¿Pep? Te va a hacer mejor jugador. Pero nunca, nunca, nunca va a dejar de presionarte. Nunca habrás acabado’”, define el español sus tres etapas en el fútbol profesional.
Bajo las órdenes de Pep Guardiola es cuando Rodri Hernández ha terminado de consagrarse como uno de los mejores jugadores del mundo, y es que, en palabras del propio futbolista, el técnico de Sampedor “siempre va un paso por delante. Siempre está evolucionando antes de que el juego a su alrededor pueda evolucionar. Nunca se conforma con mantener las cosas exactamente como jugamos la temporada pasada, porque tu competencia siempre va a estar analizando la temporada pasada. No se ganan cuatro títulos de la Premier League seguidos quedándose parado. O te reinventas o mueres”.
Suyo fue el gol en 2023 que permitió al Manchester City conquistar la Champions League de su historia, la primera también de la carrera de Rodri Hernández, y así lo cuento el jugador en The Players’ Tribune: “Cuando marqué el gol en la final de la Champions League en 2023, no fue un ‘cálculo’. Fue una sensación, de 20 años de fútbol, desde que jugaba en el jardín. El segundo antes de que Bernardo Silva metiera el centro, yo estaba realmente muy lejos de la jugada. En la repetición de la tele ni siquiera se me ve. No había ninguna posibilidad de que el balón me llegara. Debería haberme quedado quieto, pero di un paso adelante hacia el área. No sé por qué. No estaba pensando en ello porque nueve de cada 10 veces, quizá 99 de cada cien, cuando Bernardo Silva cruza el balón, no va a venir hacia mí. Sufrimos durante esos 20 minutos (después del gol) y luego sonó el pitido final. Esa es la sensación que he perseguido toda mi vida. La alegría que sentí no tenía nada que ver con marcar el gol. Se trataba de sufrir 90 minutos como un equipo y ganar. Fue conseguir el triplete para nuestros aficionados, que me han apoyado desde el día en que llegué aquí. Se trataba de ver las sonrisas en las caras de los niños con las bufandas del Manchester City. Abrazar a mi familia y decir: ‘Lo hemos conseguido’”.
El éxito sabe incluso mejor cuando, previamente, saboreaste también el amargor de la derrota. Si bien no era tan importante como ahora en el conjunto citizen, Rodri Hernández ya estaba en Manchester cuando los skyblues cayeron derrotados en la final de hace tres años. El centrocampista español cuenta también que “en los buenos momentos no aprendes, sólo disfrutas. En los malos momentos, cuando sufres de verdad, es cuando realmente creces. Recuerdo que después de la final de la Champions League del 2021 contra el Chelsea, volví a la pequeña zona familiar y, cuando vi a mis padres y a mis hermanos, literalmente no podía hablar. Era como si tuviera 10 años otra vez, en la mesa de la cocina. No podía decir ni una palabra. Solo pensaba: ‘No quiero volver a sentir esta sensación. Tengo que trabajar más duro. Tengo que encontrar la manera de ser mejor’”.
Nuevamente, su mentalidad ganadora y competitiva le ha permitido llegar hasta donde está. De una residencia universitaria a ser candidato a ganar el próximo Balón de Oro. Si Rodri Hernández termina consiguiendo su merecido primer gran título individual será también, en gran medida, por el éxito cosechado este verano con España. Tras conquistar la Nations League en 2023, el centrocampista del Manchester City ha sido uno de los líderes que ha llevado a la Roja a conquistar Europa.
En su relato para The Players’ Tribune, Rodri Hernández habla también sobre lo ocurrido este verano en Alemania: “Antes de que empezara el torneo, me propuse ser más líder. No soy el más veterano del vestuario, pero tenemos algunos jóvenes (¡muy jóvenes!, ¡muy jóvenes!) de una nueva generación, y sentí que podía ayudarles con las presiones de un momento tan importante. Cuando pienso en lo que Lamine (Yamal) y Nico Williams han conseguido este verano, me siento muy feliz. Dar un paso adelante en un momento así, con todo tu país mirando, con 17 y 22 años, es increíble. Si supieran cómo vivía yo a su edad, probablemente les estallaría la cabeza”. Y el futbolista de 28 año se despide a su manera: “Con el debido respeto a los libros, a la economía y a la contabilidad.... Sólo hay una cosa que llegue así al corazón. Sólo el fútbol puede hacerlo. Gracias a Dios porque nuestros padres nos hicieron estudiar, ¿eh? Pero gracias a Dios por el fútbol, por hacernos soñar”.
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