“Maradona pudo morir en los 2000 por excesos de todo tipo...”

Un nombre que no necesita introducción es Guillermo Coppola. Un manager que definió con su estilo y formas de hacer el papel del agente y fue el de la leyenda Diego Armando Maradona. Para seguir a El Pibe de Oro, Coppola dejó de asesorar a 100 jugadores y se convirtió en un personaje estudiado hasta para la serie de televisión en Argentina. En ‘La Gazzetta Dello Sport’ volvió sobre su largo viaje al lado de la leyenda: “Fue el genio. El éxtasis y el tormento. El Dios del fútbol, pero también del espectáculo. De 1985 a 1990, la nuestra fue una relación puramente profesional, se compuso de tantos éxitos. Luego nos separamos abruptamente y nos reencontramos después de la Copa Mundial de ’94. A partir de ahí, todo fue diferente: nació una relación sentimental, la necesidad de estar juntos. Un amor casi físico. Nos besamos, nos abrazamos, dividimos todo, espacio y aire. Solo nos ha faltado el sexo, es cierto, pero si hubiera sucedido, lo admitiría sin problemas...”.

Ninguna mentira, porque el propio Maradona admitió su fuerte vínculo con Coppola definiéndolo “el resto de mi corazón, mi padre, hermano, mi amigo”, pero el agente recuerda otra definición también: “Su frase más hermosa era “eres el balón de mi vida” porque el mundo sabía el valor del balón para él. Aún así, hubo un momento en que me había convertido en el enemigo principal, dijo que había robado el dinero de sus hijas. Pero no faltaba nada, ni siquiera un dólar”.

Por otro lado, el día del funeral de Diego, Coppola trajo el mango del ataúd y lo cuenta como “un gesto que vale todo para mí”. Pero él prefiere no hablar sobre cómo ha ocurrido la muerte del ídolo argentino: “No estaba allí cerca de él y no puedo acusar a nadie. La justicia dirá si se pudiera haber hecho más para salvarlo. Solo sé que murió de la manera más triste y solitaria. Hoy si pudiera hablar con él, le diría gracias y le diría que lo amo, como siempre y tal vez más”.

Probablemente Guillermo Coppola es uno de los pocos en poder decir que realmente conoció a Diego, quien estaba realmente feliz en una circunstancia pura: “Fue cuando tuvo su juguete redondo en el barro o en el Mundial. Diego fue feliz, incluso fue inquieto. Fue feliz cuando se casó con Claudia, cuando sus hijas nacieron, cuando descubrió Nápoles. Y cuando, 5 meses desde México ’86, me dijo: ‘Guillote, ganaremos y seré el mejor’. Todos podrían pensar que el mejor Diego fue el de ’86, yo digo que cuando ganó el primer Scudetto en el Napoli. Y luego el Diego salvaje y sin pensamientos del principio, el de los Argentinos Juniors donde nació el mito. Nápoles fue simplemente el destino. Su destino. Allí tuvo que quedarse, no en otro lugar. Nápoles lo hizo genial y lo amó de manera extrema. ”

Si bien el momento más triste fue a principios de la década de 2000 en Punta del Este: “Se arriesgó a morir después de días de excesos de todo tipo. Él tuvo una adicción, pero también la fuerza para luchar contra ella y siempre renació. Las decisiones no se cambian. Pero, tengo un arrepentimiento porque Diego no mantuvo la promesa más importante. Me había garantizado que traería mi ataúd, y en cambio sucedió lo contrario. Si pudiera, en esta historia solo cambiaría el final. Quería que sobreviviera para disfrutar de mis niños y nietos”.

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