Los tentáculos del Chelsea hunden al Vitesse
La entidad neerlandesa necesita un rescate de 19 millones de euros para no desaparecer a final de temporada. La inversión ‘encubierta’ de Abramovich hace unos años, clave.
La influencia y el rastro, aún palpables, del Chelsea de Abramovich sobre el Vitesse, han terminado condenando al club de Países Bajos. Desde 2010, el magnate ruso, que se vio obligado a vender la entidad londinense hace un par de años, trazó nexos con el equipo Arnhem gracias a la adquisición del mismo por parte de Merab Jordania, exfutbolista y amigo del propio Abramovich.
Se trató de una serie de conexiones tan fuertes, que la situación acabó con una investigación abierta por la KNVB (Federación neerlandesa de fútbol) tras desvelarse que el en su momento presidente del Chelsea, había ido inyectando dinero en las arcas de la entidad neerlandesa hasta el punto de acumular un total de 117 millones de euros en ingresos.
Las investigaciones continuaron, pero no se pudo sacar nada en claro ni demostrar la que venía siendo la presunta culpabilidad del empresario ruso. Ahora bien, las conexiones, incluso a día de hoy, continúan existiendo. Tras el legado de Jordania, que concluyó en 2013, llegó a la presidencia del Vitesse Alexander Chigirinsky, un nuevo ‘socio’ de Abramovich. Este último fue reemplazado de su puesto en 2018 tras la compra de la mayoría del accionariado por parte de Valeriy Oyf, un nuevo oligarca ruso que aún continúa en el poder.
Lo cierto es que la influencia del Chelsea sobre el club se ha ido diluyendo, pero aún sigue latente. Las cesiones de jugadores ‘blues’ rumbo a Países Bajos eran abusivas (Mount, Matic, Bertrand Traoré...), y se podían intuir los citados negocios ‘fraudulentos’, pero con el paso del tiempo, la ‘marca Chelsea’ ha desaparecido hasta el punto de quedar un último resquicio secundario, el actual presidente Oyf.
La venta de Abramovich del Chelsea con el estallido de la Guerra de Ucrania, hizo casi desaparecer al oligarca ruso. Sus aportaciones al mundo del fútbol parecen haber terminado, tanto en Inglaterra, como en Países Bajos, pese a que un muy buen amigo suyo, Valeriy Oyf, presida precisamente el Vitesse. De hecho, el propio Oyf prometió vender la entidad, al igual que su ‘amigo’ Roman, tras la Guerra en sus países natales, pero aquí llega el principal problema del Vitesse: no encuentra comprador.
El rescate de 19 millones de euros que necesitan los de Arnhem quizá echa para atrás a los compradores, y además, las adquisiciones de clubes de fútbol en Países Bajos no son nada fáciles. De hecho, el empresario Coley Parry, propietario del Leyton Orient, entre otros clubes, estuvo a punto de comprar la entidad hace unos meses, pero la Federación rechazó compra mayoritaria de acciones. “En opinión del comité de licencias, no se ha demostrado que Common Group tenga capital social y no está claro si Common Group tiene inversores. No se ha dado ninguna información sobre el origen del dinero del Grupo Común”, expresó la KNVB.
Y es que si el Vitesse no consigue ese rescate de 19 millones de euros, según el Telegraaf, podrían no completar la temporada actual, y por ende, tampoco podrían absorber las consecuencias económicas del descenso de cara a la próxima temporada. Podrían acogerse a la WHOA (la abreviatura significa Ley de Homologación de Acuerdos Privados), mediante la que una empresa que se mantiene con deudas aún es puede llegar a ser viable para reestructurarse acudiendo a los tribunales, pero desde Países Bajos no son nada optimistas.
Parece que la desaparición del capital por parte de los oligarcas rusos, junto a una evitente mala gestión del club, han hecho que un club histórico de Países Bajos pueda desaparecer. De hecho, en el propio país ven una posibilidad “muy real” de que finalmente desaparezca si no se le pone remedio a la situación.
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