“¿Hay algo más lindo que despertar siempre al lado de una cancha?”
Pablo Vicó, de Brown, tiene el récord de longevidad en los banquillos argentinos. Vive en su estadio y admira a Guardiola y Messi: “Ojalá pudiera conocer a Lio”.
Más de 5.000 días sentado en el mismo banquillo, desde marzo de 2009, convierten a Pablo Vicó en el técnico que más tiempo ha dirigido a un equipo de manera ininterrumpida en las categorías nacionales de fútbol argentino. El Club Atlético Brown de Adrogué, ciudad de 40.000 habitantes que está 23 kilómetros al sur de la capital, es desde hace 25 años el hogar de este entrenador nacido en Buenos Aires hace 67 años. Sí, el hogar, literalmente: Vicó vive en una casa dentro del estadio Lorenzo Arandilla, a apenas 30 metros del césped donde juega su equipo un domingo sí y otro no.
Institución en la Primera B, categoría a la que ha ascendido dos veces en estos casi tres lustros, Pablo atiende a As desde ese apartamento, y le quita importancia al asunto: “Me he acostumbrado y me gusta vivir aquí. Es un lugar como cualquier otro, pero también le digo. ¿A usted le gusta el fútbol? Supongo que sí. Pues pregúntese: ¿cree que hay algo más lindo que despertarse todos los días al lado de una cancha?”.
Vicó, que en mayo del año pasado cumplió 500 partidos al frente del primer equipo de Brown, no sólo ‘posee’ ese apartamento dentro del Lorenzo Arandilla. También le corresponden el restaurante y una de las gradas de estadio, nombrados en su honor. “Empecé en Brown con las divisiones inferiores, con fútbol infantil y baby futbol. Y había hecho también varios interinatos del primer equipo hasta que se me dio la ocasión definitiva. Tengo pocas vacaciones, pero es que este club es mi vida”, dice el técnico, que nació en el barrio bonaerense de Parque Patricios. De ahí le viene su otra gran pasión futbolística: Huracán. “Sí, además de por Brown, evidentemente, hincho por Huracán. Cada vez que puedo me marcho al Palacio (así se apoda al estadio Tomás Adolfo Ducó) a ver los partidos. No soy socio pero me dejan entrar cuando quiera, todos me conocen allí”.
“Acá es una familia. No hay barra brava. 3.000 o 4.000 personas suelen venir al estadio. Pero en todos los estadios me tratan con un respeto total. El torneo pasado, contra Belgrano de Córdoba de visitante, había 25.000 personas. Hice un reconocimiento de cancha y la gente de Belgrano se puso de pie coreando mi nombre. No me voy a olvidarlo jamás”, relata Pablo, emocionado.
‘El Ferguson del Conurbano (área metropolitana de Buenos Aires)’, así le apodó el diario Clarín, aunque él consideró el sobrenombre “una falta de respeto”. Alejado de la dicotomía patria entre César Menotti y Carlos Bilardo, Pablo prefiere centrarse en los entrenadores del presente y confiesa una de sus debilidades, Pep Guardiola. “El fútbol ha cambiado mucho, tienes que actualizarte. Yo tengo 67 años pero me queda todo por aprender. Soy de juego colectivo, de sociedad. Me encanta Guardiola. Miro permanentemente cómo piensa y los equipos que dibuja, pero decir que me quiero parecer a él sería atrevido”.
En el asunto de los jugadores favoritos si que barre Vicó mucho más para casa. ¿Messi o Maradona? “Los dos. Si la vida me lleva a conocer a Messi, bárbaro. Ojalá una foto con él. Ya me arrepentí de no tomarme una con Maradona, al que tuve a dos metros una vez. Diego iba a ver muy de seguido a Tristán Suárez (un club de la categoría), pero no me atreví a pedírselo por no molestarle”. Ya sabes lo que toca, Lio.