Encajan seis goles por partido... ¡y no descienden!

Sorprendente. Inaudito. Épico. Ponle el calificativo que quieras, que te quedarás corto para definir lo que acaba de ocurrir en la Premier League. Pero no en la inglesa, donde no ocurre (casi) nada particularmente emocionante desde que Ranieri tuvo que marcharse de Leicester, sino en la de Mongolia.

La historia la protagoniza el club Tuv Azarganuud, que ha conseguido salvarse del descenso en lo que, sin exagerar, podemos catalogar como una de las mayores remontadas de la historia del fútbol. Porque ha logrado terminar en el noveno puesto (de 10)... a pesar de haber encajado 156 goles en 27 partidos. Te damos el cálculo hecho: una media de casi seis tantos recibidos por encuentro.

Esta penúltima posición le ha dado derecho a disputar un playoff por el descenso contra el Ulaangom City, subcampeón de la segunda categoría... en el que se impuso por 0-9 y logró salvar la categoría. Porque el Tuv hace las cosas a lo grande: o le golean o golea, sin término medio.

A lo largo de la temporada, el equipo que representa a la provincia central del país, rodeando pero sin incluir a la capital autónoma Ulán Bator, ha protagonizado marcadores más propios de pachanga escolar que de una liga como la de Mongolia, acaso lejos de la élite mundial pero que no deja de ser la 34ª de Asia, por encima de otra decena larga de países, y que atrae un buen puñado de extranjeros (sin ir más lejos, Toni Soler, canterano del Villarreal, milita en el Deren FC). Revisando su trayectoria durante la temporada se pueden ver tanteos de dos cifras: 12-0, 13-0, 14-0, o incluso 1-20 y 0-21. Eso sí, siempre derrotas.

Hay un punto de inflexión claro. El campeonato mongol está estructurado en tres vueltas, sumando en total 27 partidos. Los nueve primeros se disputaron entre el verano y el otoño de 2024, parando a finales de octubre para evitar el intensísimo frío del invierno, que puede llegar a -45 ºC. En esta primera ronda se acumularon (casi) todas las palizas recibidas: el balance fue de 0 puntos, 111 goles en contra... y solo dos a favor. El mejor resultado fue contra el futuro subcampeón Khangarid, que se quedó en 0-4... por incomparecencia.

Nuestro Azarganuud (cuyo nombre deriva de la palabra mongola para “caballo”) parecía desahuciado y a ritmo de récord mundial negativo, pero a partir de ahí, cuando se reanudó todo en marzo, la cosa cambió. Las derrotas fueron menos abultadas e incluso empezaron a llegar hasta siete victorias primaverales que, junto con un empate, permitieron acabar con 22 puntos, holgadamente por encima del colista Ilch, único en descenso directo. El subidón habría sido completo de haber alcanzado el octavo puesto que les habría permitido evitar la promoción, pero la ventaja de cinco puntos del Erchim era inalcanzable con el lastre de un arranque tan nefasto.

¿Qué explica un cambio tan repentino en el rendimiento de una plantilla en la que, entre otras figuras locales, se podía encontrar hasta hace poco al veterano lateral derecho mexicano Hugo Zambrano? ¿Cómo se justifica que un club como el Tuv, que en los tres años anteriores había acabado en un cómodo quinto puesto, arrancara el curso de forma tan desastrosa para después enderezar la situación con la misma brusquedad? Los más malpensados se ampararán en la situación geográfica del país, justo en medio de China y Rusia, para especular con apuestas fraudulentas; aquí preferimos pensar, simplemente, que el fútbol es así de mágico e incluso en los lugares más remotos del planeta surgen historias tan increíbles y fascinantes como esta.

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