El país que no existe pero podría enfrentarse a España en un Mundial
Nueva Caledonia, un territorio no independiente parte de la República Francesa, tiene su propia selección nacional de fútbol que se ha clasificado a la Copa del Mundo sub-17, mismo torneo en el que la Rojita opta al triunfo.
El pasaporte que ostentan sus ciudadanos no deja lugar a dudas: Nueva Caledonia es Francia. Lo dice la ley y lo dicen los varios referendos celebrados sobre la cuestión de la independencia, en los que la opción de permanecer bajo soberanía gala siempre se ha impuesto, aunque los resultados fueran bastante ajustados (sin contar el voto de 2021, muy condicionado por un brote repentino de coronavirus que llevó al boicot del bando independentista).
Ocurre que el control que ejerce París no es demasiado intenso, sobre todo debido a la incomunicación. Entre la capital de la nación y la regional, Numea, no existen carreteras ni ferrocarriles, algo comprensible habida cuenta que la distancia supera los 16.700 kilómetros y volando no se cubre en menos de un día con, como mínimo, dos escalas. Nueva Caledonia, un conjunto de islas algo menos extenso que la provincia de Cuenca situado al noreste de Australia y Nueva Zelanda, es una “colectividad territorial” que permanece como uno de los pocos vestigios del antiguo imperio colonial de nuestros vecinos.
No es un país, por mucho que la etnia nativa de los canacos, aproximadamente la mitad de la población, lo pretenda. Pero estando tan lejos y habiendo por allí tanta gente que no quiere ser francesa, los neocaledonios sí que gozan de autonomía abundante en todo tipo de temas. Uno de ellos, el deportivo: poseen su propia selección de fútbol, afiliada a la confederación de Oceanía y, de paso, a la FIFA.
Les Cagous, que reciben ese intrigante mote por una pequeña ave autóctona, nunca han tenido mucho éxito exterior. Ni siquiera en su continente: de lo máximo que pueden presumir es de un par de subcampeonatos en la Liga de las Naciones, además de que uno de sus clubes, el Hienghène, ganó una vez la versión local de la Champions. Por puro poderío demográfico, en el balompié oceánico todo lo monopoliza Nueva Zelanda, y más desde que el otro coloso, Australia, desertara a Asia en busca de competitividad.
Con sus menos de 300.000 habitantes, clasificarse para un Mundial es una utopía, y más teniendo en cuenta que los pocos jugadores que llegan a la élite, si tienen la oportunidad, suelen elegir representar a la metrópoli. Sin embargo, a veces se producen pequeños milagros que nos reconcilian con el deporte. Lo protagonizan esta vez los más jóvenes: la selección nacional sub-17, que ha conseguido meterse en la Copa del Mundo que se celebra en Indonesia a partir del día 10 de este mes.
Bien es cierto que tiene algo de truco. Con la idea de que, a estas edades, el fútbol debe tener un carácter más formativo y representativo que competitivo, el reparto de cupos para cada confederación que adjudica la FIFA es sensiblemente distinto en el Mundial adolescente y en el de categoría absoluta (pendiente de reforma de cara a 2026). Así, mientras a los mayores les corresponden 0,5 plazas (es decir, que el campeón debe jugar una última repesca contra el cuarto de la CONCACAF), los jóvenes disfrutan de dos lugares asegurados a través de su campeonato regional. Los caledonios tuvieron la fortuna de no cruzarse con Nueva Zelanda en ningún cruce previo a la final: el partido clave, la semifinal, fue una sufridísima victoria en la tanda de penaltis contra la eterna rival Tahití.
Así las cosas, el elenco de los gemelos Kutran, Diko, Hnaissilin, Upa, Alebate y compañía hizo las maletas y ya está en Yakarta, donde disputará los partidos correspondientes al grupo C. ¿Llegará a verse las caras con la España de Marc Guiu, que está en el B? Es poco probable: si bien la Rojita se cuenta entre las favoritas no solo a pasar de ronda, sino a la victoria final, la plantilla insular lo tendrá francamente difícil para progresar contra pesos pesados como Inglaterra, Irán o la vigente campeona Brasil.
Además, las noticias que llegan no son nada alentadoras: en el último amistoso de preparación Burkina Faso les ha clavado un 0-5. Lo razonable es pensar que Nueva Caledonia va a acabar última recibiendo una goleada tras otra. Pero claro, lo razonable también era que nunca llegaran a participar, ni por nivel ni por circunstancias sociopolíticas. Y ahí están. Por si acaso, más vale no confiarse…