El día que River puso fin a la sequía de títulos más larga de su historia: “Nos sugirieron que no nos presentáramos”
La huelga de 1975 obligó a River Plate a confiar su destino a juveniles que, contra todo pronóstico, cortaron 18 años sin títulos, y escribieron una de las gestas más memorables del fútbol argentino.
Entre finales de los años cincuenta y mediados de los setenta, River Plate afrontó lo que puede ser descrito como el período más árido de su rica historia: no logró levantar un trofeo durante 18 años. Aquellas décadas estuvieron marcadas por promesas frustradas, subcampeonatos repetidos y un desencanto profundo que solo podía aliviarse con una hazaña imprevista.
La temporada de 1975 vivió un sacudón insospechado: una huelga decretada por el sindicato de Futbolistas Argentinos Agremiados obligó a que la AFA tomara una decisión de si continuar o no con la temporada. Aunque finalmente decretaron no suspender ninguna fecha, a pesar del paro. Ese imprevisto tensó la temporada y puso en jaque a los grandes clubes, incluido River, que de un día para el otro tuvo que replantear sus certezas.
Como medida de emergencia, River y otros clubes apelaron a reservas e inferiores para completar sus plantillas. Jugadores sin contrato profesional fueron convocados, dando lugar a alineaciones insólitas. En una entrevista para Infobae, Fernando Zappia, uno de esos jóvenes que se encontró en el ojo del huracán, cuenta cómo fue la tensión del momento: “El día del partido, en horas de la mañana, me encontré a Federico Vairo, que era nuestro entrenador, junto a Ángel Labruna. Estaban seleccionando jugadores de distintas categorías para formar el equipo que debía afrontar ese partido tan importante.”, afirmó.
Vinieron tres muchachos del plantel profesional a sugerirnos que no nos presentáramos a la noche"
Fernando Zappia
En la penúltima fecha del Torneo Metropolitano de 1975, River viajó al estadio de Vélez para enfrentar a Argentinos Juniors. Con la primera posición de la clasificación, y tres puntos de ventaja, llegó con una convocatoria improvisada y dirigida por Federico Vairo, los juveniles asumieron la responsabilidad mientras Ángel Labruna permanecía al margen, en señal de protesta.
Horas antes del encuentro, algunos jugadores de la primera plantilla mostraron su rechazo a los juveniles, entre ellos a Zappia: “Vinieron tres muchachos del plantel profesional a sugerirnos que no nos presentáramos a la noche”. Pese a las amenazas ese encuentro llegó a celebrarse con el mejor final para el Millonario.
El gol definitivo, una joya inesperada, lo firmó Rubén Norberto Bruno, y selló un triunfo 1-0 que revocó una maldición de casi dos décadas. Quien acompañó aquella consagración describió el ambiente así: “Era otro país, sin internet, Google ni portales, y el recuerdo que tengo es que la confirmación de la realización del partido se comunicó muy sobre la marcha, a escasas horas del inicio y sin la menor organización.” Palabras de Beto Casella, periodista y testigo de esa jornada histórica.
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La consagración fue más que simbólica: el Metropolitano 1975 quedó como el punto de partida de una nueva era en el club, pero también dejó un saldo amargo para muchos de sus protagonistas. Muchos juveniles, pese al título, fueron etiquetados injustamente como “carneros”, y algunos como Rubén Bruno, autor del gol decisivo, apenas jugaron unos pocos partidos con River antes de ser liberados. Dejando un fugaz recuerdo, que aún permanece en la memoria del Millonario.
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