Dembélé, cifras locas

Ni el mayor feligrés de Ousmane Dembélé podía aventurar en junio, una vez se formalizó la salida de Kylian Mbappé, que el extremo iba a convertirse, por momento de forma, en uno de los mejores delanteros del mundo. Sí, la afirmación no es un sofisma, ya que el francés atraviesa un momento de forma estridente, extraordinario, único, que le han llevado a codearse con la élite europea y a encarnar a la perfección los exuberantes números ofensivos del Paris Saint-Germain en lo que llevamos de año.

Con su doblete contra el Brest, en la ida de los playoffs de la Champions, el Mosquito, más picante que nunca, alcanzó los 23 goles entre todas las competiciones, la temporada más prolífica de su carrera sin haber llegado al mes de marzo, superando los 18 que firmó con el Barcelona durante el ejercicio 2018-2019. Luis Enrique, que hizo una defensa a ultranza del jugador en reiteradas ocasiones, le ha transformado por completo, moviéndole a la posición de falso 9, en la que está más cerca de la portería y en la que ha experimentado una crecimiento sin precedentes.

Dembélé está batiendo todos los registros. Hace dos semanas, después de firmar un hat-trick contra el Brest, el delantero superó un récord que no ostentaba ni Kylian Mbappé, erigiéndose como el primer jugador de la historia del PSG que rubricó dos tripletes de forma consecutiva. Con su doblete ante el Brest, llegó a los 15 goles en 2025, igualando su año más prolífico, acumulando 18 dianas en los últimos 10 partidos, números que asustan y que manifiestan el espectacular rendimiento que ha atesorado el exjugador del Barcelona desde que arrancó 2025. Luis Enrique, tras el partido, ensalzó su rendimiento: “Yo jugaba a la PlayStation cuando era niño y él era el jugador que cogíamos cuando necesitábamos mover la flecha. Ya era bueno la temporada pasada, pero en 2025 es aún mejor. Puedes ver a sus compañeros buscándole y encontrándole. Su comportamiento es irreprochable“.

Lejos, prácticamente enterradas bajo tierra, quedan ya sus tiranteces con Luis Enrique a comienzos de temporada, que recordaron la versión frecuente de Dembélé, acostumbrado a ser un talento incomprendido, un jugador capaz de hacer regates imposibles y de fallar las oportunidades más flagrantes de un partido. En octubre, el asturiano le desconvocó de un partido contra el Arsenal tras una reprimenda en el vestuario que fue respondida por el futbolista. Y, el 26 de noviembre, en la última derrota oficial del PSG, en Múnich, a Lucho no le gustó la expulsión del francés, relegándole al banquillo durante dos partidos consecutivos.

Luis Enrique reflexionó, Dembélé también, y ambas partes estaban condenadas a entenderse en pos del beneficio colectivo. El exseleccionador español, que aseguró que “pagaría una entrada solo por verle jugar”, decidió colocarle por dentro, en la posición de falso nueve, y el impacto fue total. El francés se convirtió en uno de los delanteros más letales de Europa, avasalló a todo equipo que se le puso por delante y solventando los problemas ofensivos del PSG, que tanto le atormentaron en la liguilla de la Champions, desaparecieron de un plumazo. Unos números de crack mundial que no tienen parangón en su carrera y que han hecho de los parisinos una máquina ofensiva sin freno.

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