FRANCIA
Caos total en Marsella
La continuidad de Pablo Longoria tras recibir amenazas de muerte contrasta con el caos, irremediable, en el que está inmerso la ciudad y el club.
Desde hace mucho tiempo, Marsella se ha convertido en una ciudad en la que su equipo de fútbol, el Olympique de Marsella, sufre situaciones inéditas en cualquier otro país propiciadas por los más radicales del club. El último episodio, acontecido la semana pasada, se llevó por delante a Marcelino García Toral y casi a Pablo Longoria, presidente del conjunto marsellés que, tras haber recibido amenazas muy severas, incluidas a su familia, decidió continuar para intentar realizar un cambio profundo que, de momento, no parece que vaya a producirse.
El lunes, en la Commanderie, la ciudad deportiva del Marsella, un grupo de radicales, reunidos con la dirección deportiva, le profirió amenazas al dirigente ovetense. Horas después, la crisis estalló. Marcelino García Toral, el miércoles, presentaba su renuncia irrevocable y, entretanto, Longoria y su equipo de trabajo se retiraba temporalmente de sus funciones. Este derecho, recogido en el Código de Trabajo, te permite retirarte siempre y cuando “haya una situación de riesgo que afecte a la integridad física o la salud” del empleado.
Tras aquello, el propietario del Marsella, Franck McCourt, realizaba una declaración institucional en la que apoyaba firmemente a su presidente y, además, auguraba “cambios profundos” de forma interna. Dichos cambios, no obstante, no se pueden producir sin un apoyo total de los entes públicos. Empezando por el alcalde de la ciudad, Benoït Payan, que puede cambiar las cosas a través de la política, pero que, en su lugar, decide sentarse con grupos ultras, los South Winners (que no son los más radicales y tienen unos valores que contrastan con otros grupos), antes de intentar resolver los problemas que sacuden al club y a la ciudad.
El dirigente público, en una entrevista, echó balones fuera y aludió al propietario del OM, el norteamericano Franck McCourt, para que solucionara la crisis profunda en la que está sumergida el histórico club francés. “No podemos dejar un club -con una historia tan sólida, unos seguidores tan extraordinarios, un entrenador que hace lo que puede en condiciones difíciles- sin rumbo, sin estrategia y sin visión de futuro. Ahora se espera claramente que el accionista principal aborde esta cuestión”, declaró. ¿Se imaginan en España a un alcalde sentándose con un grupo ultra y no en el palco para ver un partido? Nosotros tampoco.
Los problemas que azotan al Olympique de Marsella también radican en un ultra que ha sido señalado en las últimas horas, Rachid Zeroual. El mismo, según fuentes consultadas, habría sido uno de los cabecillas en las amenazas proferidas a Pablo Longoria el pasado lunes. Zeroual, no obstante, se muestra firme y asegura que la denuncia que ha depositado el presidente del Marsella no le va a afectar en absoluto. “¿La denuncia de Longoria? Me importa un comino, él puede decir lo que quiera. Sé lo que tengo en mis manos. Si continúa, saldrá a la luz para que todos lo vean. Las personas a las que cubre en el centro de formación ya no podrán esconderse. Eso es todo lo que tengo que decir”, aseguró. Un chantaje emocional para buscar la reacción de Longoria y su equipo, ignorando completamente el sufrimiento por el que han pasado durante los últimos días.
El fútbol francés se aboca a un futuro incierto, una liga en la que los ultras siguen teniendo un poder muy importante en las decisiones de los clubes y los dirigentes miran hacia otro lado. Longoria, de momento, ha decidido continuar en el Olympique de Marsella, pero es consciente de que deben producirse innumerables cambios para que se pueda trabajar en armonía y con normalidad. La política, por su parte, tan pendiente de Kylian Mbappé a través de Macron, hace caso omiso a los graves episodios que acontecieron la semana pasada. La prensa ha sido muy cauta a la hora de denunciar los episodios de la Commanderie, en otra evidencia de que el problema es estructural desde hace bastante tiempo.
Los poderes públicos, que son los que realmente pueden solucionar el problema, prefieren aludir al propietario del Olympique de Marsella, residente en Estados Unidos, en vez de abordar estos temas tan espinosos. El Marsella se desplaza este domingo al Parque de los Príncipes para medirse al PSG en un partido que, pese a ser el más importante del fútbol francés, será descafeinado por la crisis en la que se encuentra sumergido el club del sur de Francia. Hasta que no haya un revolución interna, hasta que no se deje de normalizar que los ultras puedan hablar con los dirigentes, la liga francesa no crecerá lo suficiente como para ser considerada una competición de primerísimo nivel.