“Butragueño me dijo... ‘¡Eres tú el que me ha robado el Balón de Oro!”
Igor Belanov (Odesa, 1960) fue Balón de Oro en 1986. Desde que estalló la guerra combate en las filas de Ucrania contra Rusia. AS da con él en el frente.
¿Como leyenda del fútbol ucraniano, qué opinión tiene del conflicto Ucrania-Rusia?
¡No existe ningún conflicto! ¡Olvídese de utilizar esa palabra! ¡Es una guerra! Es un acto de agresión desleal contra mi país. Cada día Rusia lanza docenas de misiles al territorio de Ucrania. Lanza bombas desde los aviones militares, desde los barcos, desde los submarinos. Sus drones matan adultos y niños civiles, y también mueren los militares en el frente. ¡Eso no es ningún conflicto! ¡Es una guerra! Y sólo porque un maldito e infeliz zar en el Kremlin quiere pasar a la historia. Y resulta que no ha pasado a la historia, sino que fracasó al máximo. Todo el mundo va a recordar a Putin como un asesino, agresor, tirano, merodeador y violador.
¿Cómo recuerda el inicio de la guerra?
Lo recuerdo perfectamente. Era el 24 de febrero de 2022. A las 04.00 de la madrugada todo el país se despertó por las explosiones de los misiles y por los bombardeos. Rusia empezó una guerra contra Ucrania.
Y usted, un Balón de Oro, ni más ni menos, decidió acudir al frente…
Ese mismo día, sí. La mayoría de los hombres tomamos la decisión de levantarnos a defender nuestra patria y a nuestras familias. Yo no soy militar y por eso me uní al equipo de defensa municipal de mi ciudad natal de Odesa. En aquella época, febrero y marzo de 2022, había una gran probabilidad de invasión de las fuerzas marinas rusas en Odesa, así como como de un ataque de las tropas del lado de Crimea ocupado por el enemigo. Ni yo ni mi hijo mayor Valery tuvimos dudas. Tomamos las armas y nos reunimos a la cantera paramilitar para poder resistir a la intervención.
¿Y qué dicen los combatientes al verse codo con codo con un jugador legendario, uno de los mejores de siempre en Ucrania?
Los soldados no dicen absolutamente nada. En las filas de nuestro regimiento, Igor Belanov es uno más, uno de ellos, un ciudadano de Ucrania, un padre, un marido, un defensa, un patriota. Soy como ellos. Hay muchos famosos ucranianos que están defendiendo su patria desde los primeros días de la guerra, no solo yo. No somos ni mejores ni peores que el resto de los soldados. Hacemos lo máximo para defender nuestras casas. Es nuestra obligación.
¿Ha llevado el Balón de Oro alguna vez a las trincheras?
Si, yo les llevo mi Balón de Oro a nuestros soldados. Para ellos es una alegría, son emociones muy positivas. Para la gente en Europa es difícil de entender, pero son momentos que necesitan todos los militares, los médicos, los voluntarios… Ellos quieren sentir “el gusto de la vida normal”. El fútbol, como el deporte masivo, les devuelve por unos momentos a su vida de los tiempos tranquilos, cuando un chico joven era entrenador, conductor, artista o deportista y tenía su profesión, su vida, sus deseos y sus planes, y todo eso se acabó en un día. Tuvieron que tomar las armas en sus manos y defender a su país contra la agresión rusa.
¿Cuál es la reacción de los soldados al ver el trofeo?
La posibilidad de tocar el Balón de Oro, un trofeo tan legendario, es muy emocionante y conmovedor porque este trofeo no está escondido en un museo, sino que está allí cerca, en el frente. ¡Son emociones increíbles! Los ojos de los militares están brillantes y felices! Yo siempre digo a todo el mundo que el Balón de Oro es un trofeo de todo un equipo, de todos los aficionados, no es mi trofeo personal. Es un Balón de Oro nacional, que pertenece a nuestra gente. Nunca lo he escondido ni lo voy a esconder. Estoy abierto al público. Y estoy feliz y orgulloso de llevarlo cerca de nuestros héroes.
Es increíble lo que es capaz de generar el fútbol…
El fútbol es una de las pequeñas posibilidades de cambiar su vida. Permite pasar por unas horas de la guerra al deporte. Por eso cada victoria de nuestros equipos y nuestra selección tiene una importancia tan grande y motivadora para nuestros héroes. Por eso el fútbol para ellos es un escape a la vida normal.
Se habrá convertido usted en más leyenda incluso de lo que ya era.
Para mí es importante ser un hombre normal con un carácter muy normal. Existe una palabra que es “humanidad” y yo sigo siendo humano. Todo lo que podía ya lo demostré en mi juventud en los estadios. Ahora disfruto de la vida y disfruto cada posibilidad de comunicarme con la gente. Ellos se ponen contentos al verme. Juntos recordamos nuestros éxitos, hablamos de la vida. Y esto me alegra porque aún tengo buenas relaciones con los que quieren el fútbol y recuerdan los tiempos de nuestras victorias y glorias.
¿Se considera un ejemplo a sus 62 años?
Siento una gran responsabilidad. Mi trofeo me motiva, me obliga a estar en buena forma. Los jóvenes me miran y yo tengo que ser un buen ejemplo para ellos. Siempre demuestro a los niños que cada pequeño futbolista puede ganar su Balón de Oro trabajando mucho y creyendo en su sueño. No hay nada imposible. Con muchas ganas, todo se puede.
Aquel Balón de Oro que conquistó en 1986 tuvo en tercera posición a Butrageño…
Sí… Qué jugador. Para mí Butragueño fue un personaje con gran talento y respeto. Fue un futbolista de mucha creatividad, su fútbol era arte. ¡Recuerdo la Quinta del Buitre! ¡Era fantástica! Fue un gran honor para mí competir por el Balón de Oro en 1986 contra dos genios de fútbol, Gary Lineker (segundo) y Emilio Butragueño (tercero).
No es fácil ganarles el trofeo a un jugador del Barça y a otro del Madrid, como ellos entonces…
Según mi opinión, los dos eran muy dignos merecedores al Balón de Oro aquel año. Sólo mi “suerte de Odesa” me permitió ganar el título en aquella época. En 2010, mi gran amigo y embajador honorario de Ucrania en España, un empresario de Alicante llamado Jesús Sola, me presentó personalmente a Butragueño en el Santiago Bernabéu. Fue una gran reunión. Emilio, que es un personaje divertido, me dijo: “¡Eres tú el que me ha robado el Balón de Oro!”.
¿Se han visto más veces?
Sí, después nos vimos en Kiev en la final de la Champions con un triunfo brillante del Real Madrid. También nos vimos dos veces más en Kiev, cuando Emilio inauguró la escuela del Madrid para los niños huérfanos de Ucrania. Ahora puedo decir que Emilio es un gran amigo de Ucrania, un señor con un gran corazón y el ejemplo de la historia exitosa en el fútbol y en la vida social y profesional. Espero que el destino me regale la posibilidad de ver a mis amigos españoles muy pronto.