Yasmin Mrabet: “El fútbol puede abrir la mente de muchas personas”
La centrocampista del Levante Las Planas participó en la charla ‘El fútbol es cosa de chicas’, celebrada en la Casa Árabe, y repasó junto a AS su trayectoria. Esa que empezó en las categorías inferiores de España y la llevó a la absoluta de Marruecos, siendo su heroína en la Copa de África.
Yasmin Mrabet (Madrid, 8 de agosto de 1999) es el punto de encuentro de tres culturas. Su madre Kathryn es inglesa y su padre Youssef tiene una parte española y otra marroquí, de ahí que la centrocampista posea la triple nacionalidad. Pronto, muy pronto, descubrió que el camino del fútbol no pintaba fácil para una mujer, justo en el momento de dar el salto de jugar en la urbanización a hacerlo en un club. Sin embargo, Yasmin y su familia derribaron esa primera barrera, consiguiendo que entrara en el San Blas. “No me hicieron prueba, me metieron en el D porque había chicas, pero cuando me vieron jugar me subieron al mejor equipo de la categoría. Fue un primer impacto con la realidad, aunque seguí luchando”, confesó en el coloquio ‘El fútbol es cosa de chicas’, donde Yasmin y otras dos jugadoras árabes compartieron sus experiencias. Si aquel fue el punto de partida, el trayecto la ha llevado por el Madrid CFF, el Rayo y ahora saborea el gran momento del Levante Las Planas. Otro equipo de barrio, peleón, como ella, quien jugó en las categorías inferiores de España —llegó a ser campeona de Europa Sub-19 en 2018— y actualmente milita en la absoluta de Marruecos. Una segunda oportunidad que apareció cuando su sueño del fútbol se le escapaba entre los dedos, tras haber sido golpeada por el calvario de las lesiones. Sin embargo, la ilusión pudo más y se convirtió en la heroína de todo un país, gracias a su histórico gol de cabeza a Botswana, que clasificó a su selección para el Mundial en la Copa de África. Casi de película. Y es que ese tanto no sólo fue importante en lo deportivo, sino también en lo social. Por fin las calles se impregnaron de un mensaje claro: las mujeres pueden. La visibilidad y los referentes son fundamentales. De ahí que su historia sea inspiración.
—¿Cómo ha sido crecer rodeada de tres culturas distintas?
—Desde pequeña he vivido esa mezcla de culturas. Sé que tengo mucha suerte y me siento muy orgullosa. En casa se hablaba inglés, pero todos los veranos me iba a Marruecos. Me preguntaban de dónde era porque veían mi nombre y no les cuadraba que fuera de aquí.
—¿Y cómo recuerda esos viajes?
—Siempre viví en Madrid, pero en verano visitábamos a la familia de mi madre en Inglaterra y a la de mi padre en Marruecos. Los viajes estaban presentes desde pequeña, al igual que la cultura marroquí, muy intrínseca en mi vida. Es una parte muy especial. Ahora tengo la oportunidad de sumergirme más en ella.
—¿En qué momento aparece el fútbol en su vida?
—¡Desde pequeñita! En mi urbanización hay un campito de fútbol y ahí bajaba con mis amigos y mi hermano a jugar. Ya con 7 años me fui al club de mi barrio, el San Blas. Mi padre tuvo que pelear para que se pudiesen apuntar chicas. Justo ese año fue el primero en el que nos dejaron. Luego fui subiendo y me fichó el Madrid CFF con 13 años. Estuve allí nueve más, pasé después por el Rayo y ahora juego en el Levante Las Planas.
—Cuando empieza, ¿quién era su referente?
—En el fútbol masculino era David Villa. Me encantaba el Valencia y el delantero. De hecho, el primer número que llevé fue el siete por él. He ido creciendo y de mediocentro ya cogí el ocho. También me gustaba Steven Gerrard. Aunque mi referente femenino era Vero Boquete.
—De pequeña se encontró con el primer escollo, ¿se ha topado con muchas barreras en el camino?
—Sí. Siendo chica y jugando en un equipo completamente de chicos, he tenido alguna que otra experiencia menos buena. Me quedo con que es uno entre 20.000 personas. Con mi carácter y personalidad nunca he dejado que eso me parase. Mis compañeros y mi entorno veían que tenía el nivel y que podía jugar. He ido empujando para hacerme sitio en el fútbol y para que se me reconozca por ser una buena jugadora y no meramente por ser mujer tampoco.
—¿Cree que el fútbol es un elemento transformador en lo social?
—Es una herramienta clave para hacer cambios sociales y se vio clarísimamente en la Copa de África y lo que ha supuesto en Marruecos. No sólo para la mujer deportista, sino también para la mujer en todos los ámbitos. Es muy trascendente y puede abrir la mente de muchas personas.
—¿Qué le dijeron sus abuelos cuando les habló del fútbol?
—Están todos muy orgullosos. Este verano, que fue la Copa de África en Marruecos, mis abuelos tuvieron la oportunidad de verme vestir la camiseta de la selección y marcar el gol que clasificó a Marruecos para el Mundial… uff, estaban súper emocionados. Me hubiera encantado haberlos llevado al estadio, pero no pudo ser.
—¿Cómo vivió ese gol para la historia?
—Es algo que siempre soñé. Hace dos años no sabía qué quería hacer, ni siquiera si quería seguir jugando al fútbol. Al final, la selección de Marruecos me devolvió esa ilusión. Y con ese gol he devuelto la ilusión también a Marruecos. El tanto fue importante, pero todo el equipo ha sido artífice de esta hazaña. Queremos más y vamos a ir a disfrutar del Mundial.
—¿Fueron esas graves lesiones las que le hicieron cuestionarse el futuro?
—Mucho. Hace dos años me hice una fractura-luxación en el tobillo, no sabía cómo iba a salir la operación y fue bien, pero a los cinco meses me rompí la rodilla. Pensé que había acabado con el fútbol. Al final, después de tantos años, no lo quería dejar así. Justo ahí vino la selección de Marruecos y me cambió la mentalidad otra vez. El fútbol es para los perseverantes, los que no se rinden. Vas a encontrar un millón de baches en el camino, vas a tener momentos en los que estés arriba del todo y otros en los que pienses que eres la peor jugadora del mundo, pero hay que seguir y luchar por lo que quieres.
—Usted jugó en las categorías inferiores de España y ahora en la Absoluta con Marruecos, ¿hay muchas diferencias?
—No. Cuando llegué a Marruecos, el nivel me sorprendió mucho y para bien. La forma de trabajar es muy distinta, pero con tiempo, buenos entrenadores, buena estructura y una filosofía, el fútbol africano, en general, y el marroquí, en particular, van a crecer mucho. Pueden hacerlo bastante rápido. No es una cuestión de veinte años. Se tiene que ir trabajando desde ya.
—¿Cómo ha sido estar en la Copa de África, con récord de asistencia, de audiencia…?
—Fue impresionante, no me lo esperaba para nada. El estadio estaba vacío durante los amistosos que jugamos por el COVID. De repente, llegamos al partido inaugural y había 50.000 personas en el estadio. Una barbaridad. Todo el mundo apoyándonos. No escuchaba ni a mi compañera de al lado. Me sentí futbolista de verdad porque nunca había jugado delante de tanta gente en un estadio lleno. La organización fue fabulosa. Allí estábamos en una burbuja y no nos dábamos cuenta de lo que eso estaba repercutiendo en la sociedad marroquí. Cuando salí fue brutal.
—¿Qué se encontró?
—Cuando llegué no me conocía nadie. Estuvimos un mes y medio encerradas en el hotel en Marruecos y sólo salíamos a jugar los partidos. Cuando acabó la Copa de África me fui a Tetuán para ver a mi familia. Paramos en una gasolinera y a la que me bajé del coche vino gente a hacerse fotos, a pedirme autógrafos… Mis padres se quedaron flipando (risas). Para mí también fue un shock. Eso sí, cruzo la frontera y ya nadie me conoce. Es un cambio muy grande.
—Ya se van batiendo récords y se van dando pasos hacia una igualdad real…
—Al final va a llegar un punto en el que el argumento de que el fútbol femenino no interesa no valga. Se está viendo. El Barça en la Champions batió récords. El fútbol femenino está creciendo… Quedan muchas cosas por hacer, que zanjar, hay que llegar a acuerdos, pero estamos yendo en la dirección correcta. Poco a poco.
—¡El Levante Las Planas va lanzado! ¿Qué objetivo se marcan?
—Como club recién ascendido, el comienzo de Liga no ha podido ser mejor. Nunca nos hubiésemos esperado tener estos puntos a estas alturas. Estamos muy contentas y con ganas de seguir trabajando, sabiendo perfectamente quiénes somos y dónde estamos. Pelearemos por todo y contra todos porque tenemos equipo para poder hacerlo.
—Le gustan los clubes de barrio…
—(Risas) ¡Me encantan! Efectivamente. Me gustan los clubes familiares, en los que puedas tratar con todo el mundo. Y ese punto de ser los equipos que nadie se espera que ganen… Me gusta. Estoy muy cómoda en el Levante Las Planas. Llevo un año, conseguimos el ascenso y tenemos ganas de más.