Maka: “Jugar en Zorrilla es el broche de oro a mi carrera”
La veterana central jugará por primera vez en el estadio con el Real Valladolid Simancas, 15 años después de ser una de las precursoras de la sección.
Sheila Prada (16/06/1990), conocida en el fútbol vallisoletano como Maka, volvió el pasado verano a enfundarse la camiseta blanquivioleta que con tanta ilusión vistió cuando era “una niña que lo único en lo que pensaba era en jugar al fútbol”. Lo ha hecho convertida en uno de los grandes referentes del fútbol femenino de la provincia, después de pasar por el Juventud Rondilla, germen de aquel Pucela primigenio en el que militó, en el Rayo Simancas y en el CD Parquesol, al que lleva en el corazón. En él están algunas compañeras con las que compartió vestuario y a las que menciona emocionada mientras repasa su dilatada trayectoria, a la que pondrá un “broche de oro” con el derbi ante el Atlético Lince, que tendrá lugar el domingo en el José Zorrilla, y que disputará vistiendo la camiseta del Real Valladolid Simancas.
¿Cómo vive estos días previos al partido de Zorrilla? ¿Le está costando dormir?
Con mucha ilusión, porque he jugado en campos importantes como Lezama, pero nunca en un estadio tan grande como Zorrilla. Pienso en mucho en disfrutarlo, porque creo que es el broche de oro a mi carrera como jugadora, en la que, después de jugar en casi todas las ligas que se han creado, sé que ya no podré hacer mucho más, y pienso también mucho en que ojalá otras compañeras con las que he estado, como Charle, Nata, Sandrita, Iria... chicas con las que estuve en ese equipazo que fue el Parquesol y que habrían merecido también jugar en el estadio. Es una experiencia que va a ser una pasada, pero no me está quitando el sueño; eso ya lo hicieron las lesiones.
¿Qué importancia le da a que un derbi como el que les enfrentará al Atlético Lince se juegue en el estadio?
Desde el punto de vista de la visibilidad que dará al deporte femenino, me parece importantísimo. La gente puede ver que nosotras también jugamos y que nuestro deporte está evolucionando. Se están dando pasos por el buen camino y eso es lo que importa. Es importante para que la gente se vaya concienciando con que nosotras también jugamos. En el Real Valladolid eso se está cuidando mucho; desde que estoy en el club, estoy percibiendo un gran apoyo.
¿Se imaginaba la Maka que fichó por el Real Valladolid hace casi 15 años algo como lo que vivirá este domingo?
No, para nada. La Maka de 2009 era una niña que lo único en lo que pensaba era en jugar. Nunca me hubiera imaginado jugar en este estadio, ni siquiera cuando jugábamos en el Real Valladolid. Siendo de Valladolid y jugando el fútbol siempre ha sido un sueño, pero es un sueño que en los 2000 era imposible y veía impensable. Volver ahora, siendo ya más mayor, y poder hacerlo, es el culmen después de tantos años jugando en el fútbol vallisoletano.
¿Cómo se fraguó su vuelta?
Estaba en la última fase de recuperación del último cruzado y no había firmado con ningún equipo. Estaba centrada en recuperarme bien, aunque, sinceramente, pensaba que ya estaba retirada, en que hasta aquí llegamos. Haciendo la readaptación, coincidí con Lara, la portera; entrenábamos juntas y me empezó a entrar otra vez el gusanillo y las ganas de volver. Justo entonces me llamó Rubén (Beltrán, su técnico) para que quedásemos y ver lo que yo tenía pensado. Cuando me propuso fichar, me puso el caramelo, porque yo quería jugar y la competición no me importaba, yo se lo dije, que solo quería disfrutar. Me habló de un buen proyecto y no dudé. No necesitó convencerme mucho.
¿Cómo ha sido su camino hasta llegar a vivir algo así?
[Duda] Llevo muchos partidos a las espaldas desde que empecé a competir con chicas en el Juventud Rondilla. He jugado ‘finales’ de infarto jugándome la permanencia, partidos en Parquesol que a partir del minuto 80 enloquecían y con los que conseguimos ascender a Reto (antigua Segunda División), lesionarme del cruzado en mi mejor momento deportivo... Esa lesión, por ejemplo, me vino en el peor momento deportivo, porque estaba a un gran nivel, pero me enseñó a valorar el fútbol de otra manera. Este año estoy pensando en disfrutar, en la esencia del juego y en volver a vivirlo como cuando era pequeña.
En Parquesol se caracterizaba por ser la ‘hermana mayor’ del grupo. ¿Le pasa aquí también?
Es parte del paso de los años. En Parquesol empecé en la media de edad y poco a poco me fui convirtiendo en la más mayor, y aquí lo soy, pero de calle [ríe]. Ser capitana te da también esa responsabilidad: estar pendiente de la gente, de que esté bien... Que se me rechazase por mi edad creo que sería un error. Yo intento ser muy cercana con las chicas e intento ayudarlas. Me considero una líder y esa atención y ese cariño me salen solos; forma parte de mi personalidad.
¿Qué Real Valladolid se ha encontrado?
Se está haciendo un trabajo increíble en toda la estructura; no solo en el primer equipo, sino también en la cantera. Somos unas privilegiadas, también las niñas, porque hay una calidad en los entrenamientos, en quienes trabajan con ellas, que ya lo hubiera querido yo cuando era pequeña. A nivel médico, de ropa, de instalaciones... como entidad, se nos trata como parte de lo que es el club, un club profesional.
¿Y en el equipo?
Una calidad que flipas [ríe]. De verdad: hay muchas compañeras que se merecen llegar más lejos; ojalá la gente las vea y las disfrute como yo. He visto jugadoras buenas, pero en esta plantilla hay muchas cositas en todas las líneas, desde la portería hasta la delantera. Siempre se puede mejorar, como demuestran los empates que hemos cosechado, pero estamos demostrando ser un equipo casi perfecto.
Alguien que ha compartido vestuario con tantas jugadoras, ¿cómo ve a los jóvenes talentos del club?
Cuando puedo, voy a ver jugar a los equipos de la cantera y a veces entrenan o juegan con nosotras jugadoras del equipo de Ali Carranza (excompañera suya en el Parquesol y entrenadora del filial, que es líder) y me parece que el Real Valladolid tiene una cantera espectacular. Con la buena preparación que se les da, con esa buena base, cuando lleguen a edad sénior, van a tener mucho camino avanzado.
¿El ascenso es más un deseo o un objetivo?
Para mí, desde que fiché, es un objetivo, y creo que para mis compañeras también lo es. A lo largo de la temporada, en algunos momentos, lo hemos visto muy lejos o se nos ha complicado con algún resultado (siempre empates: el Real Valladolid Simancas sigue invicto), pero ahí estamos, peleándolo. Me ha sorprendido la competitividad de la Liga, porque no te permite el lujo de fallar; como solo sube uno, hay que puntuar mucho para poder ascender, y si fallas, estás condenado.
La apuesta del Real Valladolid por la sección parece clara...
Creo que se están haciendo las cosas muy bien y que el club cree mucho en nosotras. Auguro un futuro muy largo y muy bonito. El Real Valladolid es una entidad muy grande, en todos los sentidos, y a las niñas que vienen les puede hacer mucho bien. Estoy segura de que vendrán grandes cosas.
¿Qué futuro se imagina? ¿Le queda mucha cuerda?
Creo haber puesto mi granito de arena al fútbol femenino de Valladolid, pero de momento solo pienso en disfrutar, en cuidarme, en estar bien, en que no vengan más lesiones... Me llama la atención, quizás, entrenar en el futuro a algún equipo femenino, aunque todavía me tengo que formar. Lo estoy valorando, la verdad, vivir el fútbol de otra manera e intentar transmitir a las chicas que vienen mi experiencia. En el campo ya intento hacerlo; analizo cada equipo al que nos enfrentamos y ayudar a mis compañeras.