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MUNDIAL (FINAL) | ESPAÑA - INGLATERRA

La unión hace la fuerza

Después de más de 40 días de concentración al otro lado del mundo, España es una familia después de pasar por una gran crisis.

Actualizado a
Las jugadoras y Jorge Vilda celebran el pase a la final del Mundial tras derrotar a Suecia.
AMANDA PEROBELLIREUTERS

España llega en volandas para la gran final del Mundial. Y es que desde hace semanas este equipo ha dejado de ser un grupo para ser una familia. Con esos valores básicos que se tienen en un seno familiar -convivencia, amor, respeto, generosidad…- han logrado tirar la puerta abajo. Parece que ha pasado un siglo desde que vivió la mayor crisis. Fue en septiembre cuando el grupo se disgregó, se rompió literalmente en dos. El fútbol -ese tan bonito que ya venía haciendo La Roja- llegó a quedar en un segundo plano meses. Duros y complicados. Llegó el momento de centrarse, había algo demasiado bonito por delante: un Mundial.

El reencuentro se hizo en Benidorm -tenía que ser lejos de Madrid, que solo traía recuerdos malditos-, en un resort en el que la convivencia fuera rodada. Saludos tímidos entre las que estaban y las que regresaban. Pero el tiempo ha hecho posible el objetivo: ser más que un equipo, una familia. Costó, pero se ha logrado.

Un primer paso hacia esta unión la dio la RFEF. Se hizo una fiesta con las familias antes de irse de España. “Ese día se vivió algo muy emocionante, y todo cambió…”, reconocen fuentes internas. Y se reforzó con el traslado de centenares de familiares hasta Nueva Zelanda. Sentirlos y convivir con ellos al otro lado del planeta marcó. “Se han portado súper bien. No podemos tener ninguna queja”, afirma la madre de Enith. Por las calles de Wellington ese acento andaluz de la madre de Irene Guerrero. Por las de Palmerston con ese desparpajo del padre de Athenea, que animaba al grupo que parecían conocerse de toda la vida.

“Todo lo que se ha sucedido ha sido extraordinario. Hemos estado juntos y hemos disfrutado juntos. Esto se va a quedar para siempre dentro”, asegura Jorge Vilda. Solo ellos lo saben, aunque se palpa cada vez que las jugadoras salen al césped. Las sonrisas son continuas. También cuando hablan con la prensa, no dudan en ser generosas y elogiar al equipo por delante de lo personal. Todo son mensajes positivos sobre el grupo.

Los discursos continuos, del presidente Luis Rubiales o de Rafa del Amo, vicepresidente del Comité del Fútbol Femenino, han calado. “Vamos a ganar este Mundial”, aseguró con lágrimas en los ojos Rubiales tras la debacle ante Japón. Había que levantar esos ánimos. Las capitanas también han sabido cuándo hablar y cómo. Las veteranas tiran de galones con las más jóvenes. Se vio con ese abrazo de Alexia a Eva cuando iban a saltar en la prórroga ante Países Bajos. Y lo que no se ve. Las comidas en los miles de hoteles de estos más de 40 días se alargan. Los móviles se dejan a un lado, olvidados. No hay separación de grupos en las mesas, se sientan según van llegando. Algo que jamás había pasado. Una España unida, hermanada.