La leyenda de Nobles y Fieros
Javier Ablanque, capitán del Club Deportivo Guadalajara, recuerda el milagro que evitó su desaparición hace seis años y cómo, desde entonces, no han dejado de escalar.


Era mayo de 2019 y había cierto runrún por si acaso era el último. El Club Deportivo Guadalajara practicaba funambulismo sobre los puestos de descenso de la extinta Tercera División y en la tarde de aquel viernes, 10 en el calendario, se adelantó el Atlético Ibañés en el Pedro Escartín. Hubo quien no pudo aguantar las lágrimas: la caótica situación económica del equipo convertiría una caída a Preferente en su desaparición. Un minuto después empató Doménech y en el 89’ firmó la remontada un chico del barrio de Los Manantiales. “Si en ese momento Óscar Cabo no metía ese gol, el Dépor seguramente estaría desaparecido”, recuerda Javier Ablanque (Guadalajara, 1996), único superviviente de aquella plantilla y líder del Guadalajara en el partido contra el Barcelona.
Aquello fue la primera piedra. “Estábamos en una linde entre la deuda que tenía el club y lo deportivo… Nos íbamos al hoyo”, expresa, citando el trabajo de los jugadores como el motor de semejante cambio y, con especial énfasis, insistiendo en la figura de Néstor Eduardo Ruiz. Lo del argentino fue una historia de amor —y locura—: a su hijo, Lautaro Ezequiel ‘Laucha’ Ruiz, entonces jugador del conjunto alcarreño, no le pagaban, de manera que decidió cruzar el charco en 2019 y encargarse de las nóminas. “Néstor no era un tío de fútbol; era un constructor normal y corriente. Lo que hizo fue por altruismo. Y, al final, compró el club”, describe Ablanque, admirador confeso de su gallardía: “No todos los locos hubieran entrado a un equipo de Tercera con dos o tres millones de deuda. Fue un salvador para el Deportivo Guadalajara”.
Un milagro en La Alcarria
Había que subirse al tren. El gol de Óscar Cabo simbolizó las ganas deportivas que tenía el equipo de aferrarse a la vida; la llegada de Néstor, un balón de oxígeno monetario. “En el momento en el que se consiguen sentar unas bases económicas, deportivas, sociales… El club empieza a andar. Y la pelota también acompañó: el balón se mete en la portería y todo el mundo empezó a entrar en una rueda de trabajo que es la que ha llevado al Guadalajara a estar ahora aquí”, reflexiona. Se había obrado un milagro en La Alcarria.
El trabajo dio sus frutos. Apenas tres años después, el equipo ascendió a Segunda Federación: lo hizo bajo las órdenes de Gonzalo Ónega, quien llegó cerca de la Navidad de 2020. “Estuvimos juntos tres o cuatro temporadas. Hizo un gran trabajo junto a Paco Gallardo, que era director deportivo. Todos los que siguen al club siempre estarán agradecidos por lo que hicieron: son gente que lo ha dejado todo por el Dépor”. En 2024, y tras una temporada de altibajos deportivos, termina la etapa del técnico de Bolaños de Calatrava y, entonces, llega Pere Martí. Y da en la diana: “Pere cae de pie. Un tío muy normal, un tío trabajador. La gente le ha acogido muy bien y los jugadores también. Él implantó su idea y los números que se hicieron en la anterior temporada fueron bestiales”.

No miente. El club sumó 217 días sin perder. Desde el 8 de septiembre de 2024, que cayó a domicilio contra el Melilla, hasta el 13 de abril del presente año, cuando fue derrotado en el campo del Navalcarnero. Lo impresionante fue que, pese al pinchazo, no podían sino sonreír con fuerza por la proeza: habían ascendido el día anterior, amén de un empate entre el Cacereño y el Illescas. “Sentía una superioridad en el campo que no he sentido en mi vida. El día a día con Pere era muy bueno y lo sigue siendo. Buenos jugadores, buenas personas… Creo que se nos puso todo de cara. Pocas veces se consigue algo así. Es muy complicado”, valora. Ablanque, que debutó de morado en la temporada 2015-2016, sintió por primera vez que volaba sobre el césped.
El Barça aterriza en el Escartín
También para Ablanque es un sueño. El defensa, que creció —como tantos otros— con aquel Guadalajara que logró el ascenso a Segunda División en 2011, es ahora un símbolo de la ciudad. Cuando el sorteo de la Copa del Rey deparó que se enfrentaría al Barcelona, su sonrisa fue la de toda una provincia. “Lo primero que recibí fueron 200 mensajes. Que venga el Barcelona, un equipo de Champions y de los mejores del mundo, es una ilusión tremenda para cualquier persona que le guste el fútbol”, se alegra. Sabe perfectamente quién es el favorito, pero se acoge a la tradición alcarreña: “El Deportivo Guadalajara siempre ha sido un equipo alegre al que le ha gustado ir a por los partidos, no se esconde nunca. Ha ido de ‘tú a tú’ cuando las cosas iban mal; y ahora, también”.

No se lo pondrán fácil al conjunto de Hansi Flick porque va en su ADN y porque, quizá, se encuentra el equipo en uno de los mejores momentos de su historia. “Tenemos un futuro muy bueno y la ciudad tiene un potencial altísimo. Guadalajara tiene mucho que dar en el fútbol”, vuelve a sonreír. No le importa el hándicap porque Ablanque ya sabe lo que es revertir lo imposible. Apela a los arriacenses a no dejar “de luchar y guerrear” jamás, a “no darse por vencidos” y a apretar como nunca en el Escartín: “Somos así. Es la leyenda de Nobles y Fieros”.
Noticias relacionadas
¡Tus opiniones importan!
Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí


Rellene su nombre y apellidos para comentar