Xavi: cómo no tropezar cuatro veces en la misma piedra
En los últimos dos años, el desorden táctico y planteamientos demasiado atrevidos penalizaron al Barça en partidos claves europeos (Inter y Eintracht) y domésticos (Real Madrid) en casa. El pragmatismo y la experiencia, claves ante el PSG. En París, tiró más a portería que su rival con un 17% menos de posesión y dando casi 200 pases menos.
“En el fútbol, a veces hay que saber cómo ganar”. Durante unas semanas, la frase de un frustrado Lewandowski después de caer en la fase de grupos de la Champions, retumbó fuerte en los despachos de las altas esferas del Camp Nou. Y también en el vestuario, donde se tomó como un mensaje directo al cuerpo técnico. Después de ir ganando 1-0 al Inter, el Barça había perdido los papeles tácticamente después de un error grave de Piqué (que ese día rumió su retirada) y, después de ir 1-3, empató a duras penas con dos goles del polaco pero quedó eliminado virtualmente. No era la primera vez que le había pasado al Barça de Xavi. En la temporada anterior de la Europa League, contra el Eintracht, y después de empatar en la ida (1-1), el Barça también se había abandonado al caos táctico después del 0-1 de los alemanes. Fue el famoso día del fracaso social, con el Camp Nou blanco, lleno de aficionados de Frankfurt. Entre los dos equipos no había, ni de lejos, una diferencia de 0-3 que sólo dos goles simbólicos en los minutos de la basura acortaron sin remedio.
Esa misma tendencia a bajar los brazos y entregar las armas, romperse tácticamente, también se vio en la vuelta de la semifinal de la Copa del Rey de la temporada pasada. A primeros de abril, y después de ganar 0-1 en el Bernabéu y tener buenas opciones en la primera parte del partido de vuelta, el Barça se cayó después del gol de Vinicius antes del descanso. En el primer cuarto de hora de la segunda parte, Benzema ya había resuelto la eliminatoria con dos goles ante un equipo roto que, pese a las bajas en el centro del campo (De Jong, Pedri), tenía un equipo más que competente. Fueron malos días para Xavi en el banquillo del Barça. Se llegó a dudar de su capacidad a la hora de gestionar ese tipo de partidos en eliminatorias. El técnico lo llegó a pasar mal al punto de temer por la Liga y recurrir a Juan Carlos Unzué para que diese una charla motivacional que, por supuesto siendo Unzué, funcionó.
Llegados a este punto, abril de 2024, el poso de Xavi como técnico es distinto. Por eso, está determinado a no caer por cuarta vez en la misma piedra. En la vuelta contra el Paris Saint Germain, la prioridad es el pragmatismo y, sobre todo, la capacidad de saber jugar con el resultado, que es exactamente lo que tiene que hacer el Barça para doblegar al PSG. El famoso ADN no es ahora una prioridad porque la superioridad de un estilo sólo es infalible cuando está acompañada de una diferencia individual que no hay entre las plantillas. “En fútbol, hay que saber cómo ganar”, retumba la frase de Lewandowski. Y el Barça supo hacer eso en París. No tuvo ningún inconveniente en dar casi 200 pases menos que su rival (396 de los azulgrana, por 567 de los de Luis Enrique), perder claramente la posesión (41,4% por 58,6% del PSG) y dar 108 menos en el último tercio de campo. Jugando a contraestilo, con un juego mucho más directo que prescindió de tener la pelota en zonas poco trascendentes, tiró más a puerta que su rival. Xavi prevé movimientos tácticos de Luis Enrique. Pero precisamente eso, tanta algarabía sobre el dibujo de los parisinos y cambios de jugadores (Asensio, Kang-In Lee) beneficiaron al Barça, que tenía un plan simple, recocnocible y efectivo. Atacar los espacios con Raphinha, convertir a Lewandowski en el hombre-boya que condujese las transiciones y hacer daño en la estrategia ofensiva, que el PSG tiene problemas para controlar este año. Pocas ideas pero simples, “saber cómo ganar”. Nada como conocer tus limitaciones. Ese es el plan del Barça.
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