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CHAMPIONS (FASE LIGA) | REAL MADRID - MILAN

Vitamina Champions

El Madrid hace ‘reset’ tras una semana durísima y se aferra a su competición. Ancelotti ha incidido en la actitud. Vinicius promete dar que hablar.

Madrid
Merengues y Die Schwaben se miden en el inicio de la fase de liga por la Copa de Europa desde el Santiago Bernabéu.
JAVIER GANDULDiarioAS

Volver. Entre tanto, después de tanto. Volver a competir pero, sobre todo, volver a ser el Real Madrid. Un equipo aguerrido, unido y con colmillo. Un grupo “compacto”, ese término que Ancelotti repite en cada rueda de prensa con fe en que cale, aunque sea por insistencia. Por ahora, nada. El Madrid no es el Madrid. Ni mucho menos. Y el adalid de las remontadas, lejos de remontar su propia desazón, ha tocado fondo en la última semana: 0-4 en el Clásico y batacazo en la gala del Balón de Oro. Pum y pum. Dos cañonazos a un navío colosal que llevaba tiempo sin hacer aguas. Ya lo hace. Pero siempre vuelve.

Y ahora es el momento. Han sido nueve días de inactividad. De reflexión. De recuperar fuerzas pero, sobre todo, de sanar la autoestima. Desde dentro se transmite optimismo, confianza, calma. Los problemas eran evidentes, pero el calendario no ofrecía treguas para trabajar y corregirlos. Es por eso que, ahora, se respira otro aire. Ancelotti ha tenido nueve días para entrenar con tranquilidad, corregir fallos de posicionamiento y, sobre todo, incidir en la mentalidad. Se ha hecho mucho hincapié en la actitud. Urge recuperar lo más básico.

Brindis por la vendetta

Morder al robar, ir al choque con todo, vivir cada ataque como si fuera el último. Eso está al alcance de cada jugador y es lo primero que debe recuperarse. Actitud. Compromiso individual. Los jugadores se reunieron el pasado viernes en el Leña para conjurarse ante lo que viene. Brindis por la vendetta; por aquellos osados que se atreven a dar por muerto al Madrid en noviembre. El sentir es de unidad en la adversidad, de ganas de volver. De revancha. Ser un equipo y remar todos en la misma dirección. Se ha hecho reset.

Y no hay nada más idóneo, para volver a latir, que la Champions. Cuyo himno es taurina en Chamartín. La de mañana es la noche de volver, como de las reivindicaciones individuales. Primero, Lunin: su porcentaje de paradas ha bajado un 20%, perdiendo el aura del curso pasado. Segundo, la defensa: la descoordinación y debilidad del Clásico no puede repetirse. Tercero, Tchouameni: el gran señalado en el centro del campo, muy débil en la recuperación y aún más errático en la creación. Cuarto, Bellingham: aún no ha marcado esta temporada. Y por último, los grandes protagonistas: Vinicius y Mbappé.

La hora de Mbappé...

Y es que el segundo fue quien más herido salió del Clásico: sólo intervino en 27 ocasiones, cayó ocho veces en fuera de juego (hasta este partido sólo había caído nueve... en toda la temporada) y falló hasta tres ocasiones clamorosas que pudieron cambiar el devenir de la noche. No estuvo a la altura y lo sabe. No está estando a la altura, y eso también lo sabe. Kylian es el primero que tiene ganas de reencontrarse y eso empieza mañana.

...y el guante de Vinicius

Pero todo esto son focos secundarios. Porque el cenital del Bernabéu apuntará a Vinicius. El hombre que el pasado lunes sufrió el mayor varapalo de su carrera deportiva. Se vio ganador del Balón de Oro, se sentía en esa condición. La ilusión estaba por las nubes y, precisamente por eso, la caída ha sido más dolorosa. Ganó Rodrigo. Un mazazo mayúsculo. Vini se ha sentido muy arropado por sus compañeros y mandó un escueto mensaje: “Lo haré diez veces mejor si es necesario; no están preparados”.

Un guante, un desafío. Pero sobre todo, una promesa. Nada de caer a un pozo y desaparecer. Dice la metáfora que quien entiende que tocar fondo, precisamente, es una oportunidad para tomar impulso y volver a la superficie, tiene mucho ganado. Así se lo ha tomado Vinicius. Con hambre de demostrar a quienes no le votaron, que se equivocaron. Mañana es día de volver. Arbitrará Vincic, el colegiado de la final de Wembley. Todo encaja, casi como si el guionista tuviera algo preparado. La tripulación cree. Y este barco, recuerda la historia, siempre regresa.

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