“Los jugadores son humanos, tienen la cabeza en Kiev...”
El español Curro Galán cuida de los porteros de un Shakhtar que vive con angustia los nuevos bombardeos en Ucrania. En Varsovia, atiende a AS.
“Los jugadores no pueden tener la cabeza en el Real Madrid, la tienen en sus padres, sus hermanos, hijos, amigos... en toda su gente que está en Ucrania”. Curro Galán (Huelva, 30 años) es el preparador de porteros del Shakhtar y testigo directo de cómo los bombardeos de las últimas horas en Kiev y Lviv han ensombrecido el ánimo de un equipo que se preparaba con ilusión para recibir al campeón de Europa. Recibe a AS en el Hotel Regent, el cuartel general de su equipo en Varsovia. Se palpan las caras largas y la tensión. “Somos humanos, es imposible no tener los ojos puestos en Kiev y Lviv, porque no sabemos nada. Tenemos partido en tres días allí contra el Dinamo de Kiev y ni siquiera sabemos si se jugará o no...”.
La guerra ha estrechado lazos internos en un equipo errante, obligado de manera perpetua a ser un exiliado. Primero de Donetsk y ahora de Kiev. “Nos pasamos muchas más horas de las habituales en la carretera. Nos tenemos que meter cinco horas de autobús para venir y otras dos horas en la frontera, aquí no hay privilegios por ser un equipo profesional, hay que hacer la cola como todos”, incide. “Es como si hiciéramos viajes para jugar fuera de casa... pero cada tres días, de locos”.
Está teniendo que pasar el trago sin su pareja, que se ha quedado en Madrid, pero con la compañía del otro español del staff técnico, el preparador físico Daniel de la Calle. Eso si descontamos a Jovicevic, “que es casi español”, bromea Galán. De hecho, Curro aprovecha para ‘confesar’ que tiene que limitar la información que manda a su familia. “A mi madre no le conté el primer viaje que hicimos a Kiev, no quería preocuparla en exceso, intenté protegerla así”.
Ahora Curro ve el escudo de la Champions en las camisetas de sus porteros, pero ‘mamó’ el fútbol más humilde. Dejó su Huelva para venirse a Madrid a estudiar y ser semiprofesional (Las Rozas, Villaviciosa...) y en ese transitar terminó colgando los guantes y recibiendo el padrinazgo futbolístico de Luis Llopis, el preparador de porteros del Real Madrid y uno de los profesionales más reputados del planeta. “Siempre digo que Luis es uno de mis grandes referentes”, explica. Un pionero que abrió ojos a muchos que pensaban que el entrenar porteros era algo menor. “Que éramos chutabalones, nos lo decían, eh”, cuenta Curro. Lo curioso es que su historial está muy marcado también por el Atlético, donde entrenó cinco años antes de esta aventura. En la que ha roto muchos miedos, incluso personales. “Cuando llega la oferta del Shakhtar lo cerramos en cuatro o cinco días. Vine con miedo y no es la situación ideal, obvio, pero tenía claro que era un tren que tenía que agarrar”.
Ya en el Shakhtar, el primer desafío era la materia prima que iban a poner en sus manos. “Mi miedo era Pyatov”, confiesa. “Es como Casillas pero en Ucrania. Tiene 39 años y aunque su físico es excepcional, está en el tramo final de su carrera y no estaba jugando... me inquietaba el ambiente que pudiera haber. Ahora puedo decir que Andriy es la mejor persona que me he encontrado en el mundo del fútbol. Siempre ayudando a Trubin y con una sonrisa. Es el veterano que todo equipo debería tener”.
De Pyatov a Anatoli Trubin, que maravilló pese al 2-1 de hace una semana y que recibe cataratas de elogios en boca de Jovicevic y Galán. “Lo que se vio en el Bernabéu es una pequeña parte de lo que es Trubin, lo tiene todo para ser top mundial”, avala. Y enumera esas condiciones especiales. “El nivel físico, técnico y emocional es de portero para muchos años en la élite. Rápido, contundente, toma buenas decisiones y siempre quiere mejorar. No sería de extrañar que en verano viniera un equipo muy grande a por él”.
Acabado el café, Galán vuelve a sus quehaceres previos a la última sesión en la que intentará pulir con Trubin detalles para frenar el arsenal madridista. Lo hace intentando ser optimista. Por el Shakhtar y por la gente de Ucrania. “Queremos que el fútbol les abstraiga un poco, que sea su pequeña dosis de alegría, ojalá lo consigamos”.