La defensa de papel
El Barça ha encajado 20 goles en 15 partidos oficiales, la segunda peor cifra del siglo XXI. Flick anuncia que no dará ni un paso atrás, pero no encuentra respuestas.
El Barça volvió de Brujas con más dudas. Después de la derrota en el Clásico, la victoria contra el Elche no había resultado redonda. Sólo apuntaba una ligera mejoría, pero había que consolidarla. Y no fue en el Jan Breydel, donde el Barça recibió tres goles y, como en tantos partidos esta temporada, dio una preocupante sensación de inseguridad. En 15 choques oficiales este curso, el Barça ha encajado 20 goles, una peligrosa media de 1,3 por partido que supone la segunda peor del siglo. Es curioso, sin embargo, que el peor Barça defensivo en un inicio fue el de la temporada 2015-16: encajó 23 goles en 15 partidos. Luego, terminó ganando el doblete con Luis Enrique…
La historia demuestra que todo puede cambiar, y tiene solución, pero las sensaciones defensivas que ha ofrecido el Barça desde el inicio de curso son preocupantes. Tiembla fuerte en cada ataque rival. Un ejemplo: de los 23 ataques del Brujas este miércoles, 11 acabaron en intentos a la portería contraria; y seis, en ocasión clara de gol. Uno de cada cuatro ataques termina en ocasión clara. Un dato aplastante que, sin embargo, no arruga a Hansi Flick. El alemán anunció en la sala de prensa del Jan Breydel que no dará un paso atrás y que mantendrá en pie su filosofía, caiga quien caiga. Sin embargo, admitió que el 1-0 del Brujas hubiese acabado en un fuera de juego de dos metros la temporada pasada.
¿Qué está pasando, pues? Nadie parece encontrar la respuesta. La ausencia de Iñigo Martínez no puede explicarlo todo. Era un líder, hablaba casi tanto como jugaba y era la prolongación de Hansi Flick en el césped. Organizaba al equipo. Pero no es suficiente argumento para justificar la cristalización de un equipo que, a estas horas, se sabe débil. “Sabemos que no estamos en nuestro mejor momento, tenemos que analizarlo”. La línea Flick no es la única que falla. Algo falla en la sincronización de la presión, que incluye a delanteros y centrocampistas, que vende a los defensas. Se ha perdido intensidad al punto de que el equipo apenas fue capaz de hacer seis faltas en todo el partido contra el Brujas. Muerde menos.
Una señal preocupante para el Barça es que el mismo Flick imagine otro escenario cuando regresen Joan García, Raphinha, Pedri; y vuelvan las mejores versiones de Olmo y Lewandowski. La temporada pasada, sin embargo, la excusa de las bajas no apareció cuando los resultados no funcionaban. Eso sí llama la atención. Tiene que ver, sin duda, con que ni el mismo Flick encuentra la respuesta exacta. El Barça dio sus primeros síntomas de debilidad en Vallecas. Luego, se fueron haciendo más comunes. La segunda parte del partido contra el PSG en Champions, el 4-1 aplastante en el Sánchez Pizjuán. También la primera parte del partido contra el Girona, el Clásico, algunos instantes del partido contra el Elche y la locura de Brujas. Un Barça que aspire a grandes cosas, y que ya se está complicando el Top-8 de la Champions, no puede vivir así.
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"La manera no es cambiar"
Flick ganó muchísimo crédito la temporada pasada. Resucitó un equipo que presentaba un encefalograma plano. Lo rescató. Le inyectó energía, mentalidad ganadora. Acabó con sus miedos, lo volvió valiente hasta el extremo. Fue vertical y divertido. Pudo parecer kamikaze, pero no débil. Pudo arriesgar más de la cuenta, pero en un contexto general de solidez. Los partidos pasan y el equipo no se endereza; su defensa es de papel. Eso calienta el debate. Flick se mantiene firme y asegura que no dará un paso atrás. Pero empieza a ser urgente que presente un plan de contención de daños para seguir resultando creíble.
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