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REAL MADRID

Jornada de reflexión en el Madrid

Después del doble varapalo (Clásico y Balón de Oro), el club cierra filas para encontrar un trampolín en el contratiempo. Ancelotti pone de ejemplo el derbi del curso pasado.

Carlo Ancelotti, durante el encuentro correspondiente a la fase regular de la Liga de Campeones entre Real Madrid y Borussia Dortmund.
Kiko HuescaEFE

Nueve días para pensar. Para encontrar un trampolín en el contratiempo. El Clásico terminó en debacle y el Balón de Oro, lejos de ser bálsamo, convirtió el sueño de Vinicius en pesadilla. El equipo blanco cerró filas en torno a su estrella y contra todo lo que rodea al galardón dorado. Un plantón en toda regla: “El Madrid no está donde no se le respeta”. La DANA, desgraciadamente, ha colocado al fútbol en un lógico segundo plano. Y una vez confirmado el aplazamiento del duelo ante el Valencia, estira la jornada de reflexión para el Madrid. Tiempo para lamer heridas.

La recuperación anímica ya comenzó en las propias entrañas del Bernabéu, tras la debacle ante el Barça. “No tenemos que tirarlo todo a la basura, tenemos que olvidar los últimos 30 minutos”. “Ya perdimos aquí 0-4 con el Barça y ganamos Liga y Champions”. “En la última derrota aprendimos muy bien y creo que pasará lo mismo; no vamos a estar muy lejos de la temporada pasada”. Tres sentencias de Ancelotti y un ejemplo, un partido que el de Reggiolo tiene muy presente. En la sexta jornada de la 2023-24, el Madrid visitó al Atleti. Un 3-1 para los rojiblancos que descorchó la crítica. Después, 42 partidos de Liga sin conocer la derrota. Hasta que el Barça salvó su propio récord (43). Aquel Madrid se levantó. Supercopa de España, Liga y Champions. A ese espíritu se aferra Carletto. Eso sí, con total conciencia de los problemas. De puertas para dentro, el mensaje, sin ser tremendista, es más consecuente.

Minipretemporada

No sólo lo anímico preocupa, también lo tangible. Porque, de repente, el cuerpo técnico se ha encontrado con una minipretemporada. Oro para un equipo que tuvo una preparación nimia. No por lo ejercitado ni lo planteado, sino por el contexto. La Eurocopa y la Copa América dejó bajo mínimos, como a muchos grandes, a la plantilla. Sin ir más lejos, Mbappé apenas trabajó una semana antes de debutar en Varsovia. La Supercopa de Europa (2-0 al Atalanta) y las victorias fueron aplacando el runrún, aunque las sensaciones empeoraban a los resultados. La derrota en Lille y la primera parte contra el Dortmund fueron los primeros avisos serios, pero la remontada ante los borussen llenó el tanque de cara al Clásico.

Vinicius y Mbappé, en el calentamiento previo al Clásico.
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Vinicius y Mbappé, en el calentamiento previo al Clásico.OSCAR DEL POZOAFP

Ahí llegó un golpe de realidad. Por lo futbolístico y por lo físico. Porque el 0-4 se cocinó en un segundo tiempo donde faltaron tantas piernas como ideas. Estos nueve días, siete en realidad pues la vuelta al trabajo fue el martes, están resultando cruciales para aliviar esfuerzos. Rüdiger es el mejor ejemplo. Su pierna izquierda esquivó la lesión contra el Barça, pero no la sobrecarga. Ante el Valencia llegaba justo, contra el Milan lo hará reconstituido. También Courtois y Rodrygo han aprovechado estos días extra para acelerar en sus respectivos procesos. O Mbappé y Bellingham para hacer un poco de chapa y pintura (este jueves hicieron parte de la sesión en solitario con ejercicios específicos). Un parón para recargar pilas.

Encajar a las estrellas

Y para encontrar encaje entre las estrellas. Lo ocurrido contra el Barcelona ha sido una exposición de males. Especialmente en lo defensivo, que no necesariamente de los defensas. No solamente ellos. Los brotes verdes entre Vinicius y Mbappé no germinaron en el Clásico. No fueron definitivos en área rival, especialmente un Kylian fuera de(l) juego. Y tampoco, aunque Ancelotti no le ponga esa tarea, ayudaron en campo propio. En su falta de sacrificio comenzó a deshacerse el Madrid y, con el primer golpe de Lewandowski, los blancos no se levantaron de la lona.

La presión se descoordinó. Saltos a rivales a destiempo que terminaban abriendo grietas a la espalda de unos desafortunados Militao y Rüdiger. Y Bellingham, que estuvo más minutos apoyando a Lucas Vázquez que atacando, gritó a los cuatro vientos que su fútbol pide área. Y él necesita un abrazo de gol para calmar la frustración. Su posición como interior derecho, en tela de juicio. Un caos que Carletto y los suyos están tratando de organizar estos días.

“Juntos”

La buena nueva para Ancelotti es que estos reveses han servido para picar a sus jugadores y para cerrar filas. El agradecimiento de Vinicius a sus compañeros y al club por su apoyo tras el ‘caso Balón de Oro’ no es baladí. Ese “juntos” esconde una realidad. El ambiente que se respira en los entrenamientos es de sentimiento reivindicativo. El Clásico rasgó el orgullo del equipo. Por el qué, pero también por el cómo. Sobre todo por el cómo. Estos días de convivencia están sirviendo para fortificar lazos. El Madrid mira al Milan con sangre en el ojo.

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