Brujas - Barcelona

Ernst Happel aún vive en Brujas

La huella del entrenador es indeleble. El club, que rozaba la desaparición a principios de los 70, fue finalista de la Copa de Europa. Ningún equipo belga lo ha vuelto a conseguir.

Ernst Happel.
| MEXSPORT
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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La sala de reuniones del Weinebrugge, un encantador hotel, también restaurante, situado a unos 50 minutos a pie del Jan Breydel, lleva el nombre de Ernst Happel. Con diferencia, el entrenador más influyente de la historia del Brujas. El bar del hotel también le recuerda con fotos que se mezclan con las de otros ilustres como el artista Marvin Gaye, el exportero Michel Preud’homme, Zinedine Zidane, Fabian Cancellara, y Lance Arsmtrong. Todos trabaron buena amistad con la familia Cousaert, dueña del establecimiento. La vida de Happel da para una película. Nacido en Viena en 1925, la invasión de la Alemania nazi le cogió con doce años. Como jugador del Rapid, se vio obligado a unirse a las Juventudes Hitlerianas, pero fue expulsado rápido por negarse a cantar las canciones del partido. En 1943, fue llamado a filas para combatir en el frente oriental, pero nunca lo hizo. Fue capturado por soldados americanos y logró escapar de vuelta a Viena. Tenía numerosos amigos judíos. En uno de sus últimos viajes europeos con el Brujas, a Polonia, llevó a la plantilla a visitar Auschwitz. Todo un símbolo.

Fumador, bebedor de coñac, Happel (1925-1992), como Rinus Michels (1928-2005), fue uno de los grandes entrenadores de la época, al estilo de los Helenio Herrera (1910-1997), antes, o Bryan Clough después (1935-2004) El austriaco, primer entrenador en ganar la Copa de Europa con dos clubes distintos (Feyenoord y Hamburgo no la han vuelto a conquistar, ni a acercarse), aterrizó en Brujas después de una experiencia fallida en Sevilla. Por entonces, el Brujas era un club a la deriva al punto de que en 1973 estuvo a punto de fusionarse con el Union Saint Gilloise. Afortunadamente para la historia del club, aquello no cuajó.

Ernst Happel aún vive en Brujas

De entrada, Happel hizo limpia. Su fútbol pasaba por “correr y correr”, así que despachó a algunos treintañeros (Vandendaele, Thio o Carteus) e incorporó a jugadores pujantes (Van Gool, Vandereycken, De Cubber). Cuenta la leyenda que, en invierno, Happel entrenaba con un abrigo de piel de lobo siberiano, y que hacía entrenar a los jugadores cargando troncos de árbol, o siguiéndoles en el autobús del equipo mientras sus jugadores corrían. Después de dos temporadas de construcción, el Brujas, que mezclaba el 4-4-2 con el 4-3-3, explotó en el curso 1975-76. Fue campeón de Liga y jugó una Copa de la UEFA memorable. Eliminó al Ipswich de Bobby Robson, a la Roma, el Milan y el Hamburgo. En la final, sin embargo, cayó ante el Liverpool. En Anfield, el Brujas llegó a ganar por 0-2 (Lambert y Cools), pero Ray Kennedy, Jimmy Case y Kevin Keegan remontaron el partido. En la vuelta, llegó a ser campeón cuatro minutos, pero Keegan neutralizó el gol de Lambert. En Brujas no hay buen recuerdo de dos árbitros alemanes, los señores Biwersi y Glöckner. El primero, señaló un libre indirecto por infracción de Krieger en la ida, clave en el 3-2; el segundo, un penalti de Bastijns en la vuelta.

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Happel no paró. En su primera aproximación a la Copa de Europa, eliminó al Madrid, pero cayó en cuartos de final ante el Moenchengladbach. El Brujas alcanzó el techo de su historia el 10 de mayo de 1978. En una hazaña sin precedentes, Happel lo llevó a la final de la Copa de Europa de Wembley después del eliminar, entre otros, a Panathinaikos, Atlético y Juventus. Sin embargo, volvió a tropezar con la misma piedra. El Liverpool, otra vez con un gol de Dalglish, le dejó sin el título. Pero no sin la eternidad en Brujas, donde su huella es indeleble.

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