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CHAMPIONS (1/4, VUELTA) | CHELSEA - REAL MADRID

El Chelsea es un polvorín

La afición está al límite y señala al nuevo dueño: “¿600 millones para esto?”. Lampard ya habla de la “actitud” de sus jugadores. El Madrid aterriza hoy en una ciudad al rojo vivo.

Londres
El Chelsea es un polvorín
JAVIER GANDULDIARIO AS

El Chelsea se desmorona. Va en caída libre. Su situación ha pasado de inquietante a alarmante y el rojo de las alarmas ya empaña el azul de Fulham Road, donde este pasado sábado los rostros estaban desencajados. “¿600 millones para esto, Todd?”, gritaba una aficionada a la cámara de AS, tras otra derrota (1-2 en casa contra el Brighton). Fue casi exacta: en concreto han sido 611 los millones que el nuevo propietario, Todd Boehly, se ha gastado desde verano, cuando llegó a Londres con aires de ópera que han acabado en cantos de sirena. Nada de nada. Su equipo está en estos momentos más cerca del descenso (12 puntos) que de Europa (14), lleva seis partidos sin ganar y sólo ha marcado un gol en los últimos cinco. “Y ahora el Madrid...”, deslizaba este periódico a otro aficionado. “Forget that (olvídalo)”, respondía. Cabizbajo, derrotado.

Un aficionado señala, con sorna, el próximo rival al que se enfrenta el Chelsea, tras presenciar la derrota frente al Brighton (1-2).
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Un aficionado señala, con sorna, el próximo rival al que se enfrenta el Chelsea, tras presenciar la derrota frente al Brighton (1-2).JAVIER GANDULDIARIO AS

La situación tiene todo de retrato y nada de caricatura. Es la realidad de un club histórico que no levanta cabeza desde el adiós de Abramovich en 2022. ¿Por qué se fue? Señalado de ser casi una ‘mano derecha’ de Putin, atravesó un infierno que le llevó a dejar todo atrás, incluido su Chelsea. Pese a que el oligarca siempre se desmarcase del Kremlin (llegando a ganar juicios contra quienes le acusaron), su figura continuó estando muy relacionada. Como un tatuaje; por más que frotó, seguía. Cuando estalló la guerra de Ucrania, Reino Unido congeló sus activos y los de seis oligarcas más, amenazándole con unas durísimas sanciones económicas (“no puede haber refugio seguro para quienes han respaldado el despiadado ataque de Putin”, llegó a proclamar Boris Johnson en el Parlamento). El mandatario, contra las cuerdas y ya fuera del país, decidió que la situación era insostenible y vendería. Se iría. Que era lo mejor para los dos.

La revolución Boehly

Ahí empezó el declive del Chelsea, que inició un periodo de venta... dirigido por el Gobierno. Al estar congelados los activos de Abramovich, también estaba helado el club blue, que recibió un permiso especial para poder continuar con el proceso de cambio dueño y no quedarse en el limbo. Abramovich puso todas las facilidades posibles. Ejemplo: perdonó los 1.500 millones que prestó al Chelsea en los últimos años y aún se le debían. Esto rebajó considerablemente el precio del club ante posibles compradores. Allanó una carrera que acabó ganando Todd Boehly, excéntrico multimillonario estadounidense, copropietario de los Dodgers y que puso todo patas arriba: echó a Marina Granovskaia (mano derecha de Abramovich), Petr Cech (director deportivo) y Tuchel (cuando el equipo estaba en un mal momento, pero no como para tomar esa decisión). Sorprendió. Pero utilizó la ‘fórmula yankee’: yo elijo a los míos y muero con los míos. Allí los proyectos tienden a construirse desde cero.

Aficionados del Chelsea caminan en los aledaños de Stamford Bridge, el día de la derrota ante el Brighton (1-2).
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Aficionados del Chelsea caminan en los aledaños de Stamford Bridge, el día de la derrota ante el Brighton (1-2).JAVIER GANDULDIARIO AS

Casi en el total sentido de la palabra: que si se critica mi proyecto, sea por algo que he escogido yo. La alergia a los legados está en cada sábana de los sueños americanos. Así, Boehly arrampló con el Chelsea, gastándose 611 millones: Enzo Fernández (121 millones), Fofana (80), Mudryk (70), Cucurella (65), Sterling (56), Badiashile (38), Koulibaly (38), Madueke (35), Aubameyang (12), João Félix (11)... más los 25 que costó Graham Potter y los 11 con los que tuvo que indemnizar a Tuchel. Un despilfarro para plantarse en abril más cerca del descenso que de Europa. La afición está al límite. “Hemos pasado del amor de Terry o la profesionalidad de Zola, a las chorradas de ahora. Esto no es el Chelsea, simplemente me da pena”, reflexionaba Oliver, una hora después del pinchazo ante el Brighton y algo más tranquilo.

Tocar fondo

La de este sábado fue una derrota casi humillante: el Brighton hizo 26 disparos y tuvo tramos con el 65% de la posesión. Remontó en Stamford Bridge para ganar la tarde que Lampard volvía -por segunda vez- entre aires de ilusión. Podía ser el día del primer rayo de sol y acabó en tormenta eléctrica. “Ha sido nuestra derrota más merecida. Y más que del resultado, creo que debemos hablar de actitud: nos ha faltado una carrera más, una entrada más, una lucha más. Para ganar no vale con tener calidad, también debes querer ganar”, dijo Lampard en rueda de prensa. Durísimo. Al compás del sentir de su gente, que lo salva de la quema con matices: “Me gustó lo que vi en 2020, pero estos tres partidos... mal asunto. Si los jugadores no muerden no es su culpa, pero tampoco está dando con la tecla. Aquí falla todo”. Lampard, que llegó como “interino” hasta junio, de momento cuenta por derrota sus tres partidos: Wolverhampton (1-0), Real Madrid (2-0) y Brighton (1-2).

Aficionados apoyados sobre una pared en los aledaños de Stamford Bridge, tras perder en Liga frente al Brighton (1-2).
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Aficionados apoyados sobre una pared en los aledaños de Stamford Bridge, tras perder en Liga frente al Brighton (1-2).JAVIER GANDULDIARIO AS

El club parece condenado a quedarse fuera de Europa: desde 1996 sólo había pasado una vez (2015-16). Una, en más de 20 años. Sirva el dato para poner en perspectiva el drama de un gigante dormido que hoy recibe al Madrid. La afición señala a Boehly, que el sábado discutió con varios blues desde el palco y acabó bajando al vestuario a hablar con los jugadores. La perfecta escenificación de un club que está fuera de control y echa de menos, a Abramovich, más de lo que se esperaba. Londres tiene una temperatura de 16º y sin embargo, el ambiente está al rojo vivo.