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NÁPOLES-REAL MADRID

El ‘Carletto’ más napolitano: céntrico y pizzas populares

El técnico entrenó durante 18 meses al Nápoles y, además de vivir en la casa del centro que perteneció a Higuaín, fue habitual verle por los barrios degustando una ‘margherita’ o unos zucchine.

Nápoles
Carlo Ancelotti degusta una pizza tradicional en la pizzería Da Michele, una de las más populares de Nápoles.

Carlo Ancelotti (64 años) regresa a una de sus casas en Italia. Después de pasear su sapiencia por Milán, Turín, Reggio Emilia y Parma, el actual técnico del Madrid aceptó la propuesta de Aurelio di Laurentiis para tomar los mandos del Nápoles en mayo de 2018. Su primer equipo italiano sureño, algo relevante en el país transalpino, donde la contraposición socio-económica entre el norte y el sur sigue siendo muy acusada.

Quizá por eso y por su pasado juventino, el club más odiado en la ciudad del Vesuvio, Carletto se mostró como suele, con gestos poco habituales en entrenadores de élite. Como ahora en Madrid, no quiso vivir en una zona residencial alejada como suelen hacer los técnicos del equipo azzurro y la mayoría de sus futbolistas, que eligen la ladera de Posillipo. Ancelotti escogió, en cambio, un apartamento en el caótico centro histórico, eso sí, con unas espectaculares vistas al golfo de Nápoles y que perteneció, en su día, a Gonzalo Higuaín.

Pero, sobre todo, se dejó ver a través de uno de los puntos esenciales de la vida del napolitano: la comida. Mientras que De Laurentiis generó una importante polémica entre los napolitanos al desvelar públicamente que prefería la pizza romana, Carletto hizo lo contrario. Una noche apareció en la L’Antica Pizzería da Michele, en el barrio de Forcella, una de las arterias del centro histórico. La pizzería napolitana más tradicional y más visitada (de hecho, no admite reservas y es fácil ver colas de hasta una hora para ocupar una mesa) contó, para sorpresa de los presentes, con Ancelotti degustando la tradicional pizza margherita. Un restaurante modesto donde, por ejemplo, los vasos son de usar y tirar...

Ancelotti, con un 'corno portafortuna', un amuleto tradicional en Nápoles con la forma y color de un cuerno rojo.
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Ancelotti, con un 'corno portafortuna', un amuleto tradicional en Nápoles con la forma y color de un cuerno rojo.

No fue el único manjar autóctono que quiso catar. Se le vio probando los zucchine alla scapese en la pizzería Concettina ai 3 Santi, en el barrio de la Sanità, y en su ruta gastronómica también se encontraba el Borgo Antico, en Santa Lucia, un must para los futbolistas del club napolitano.

Nápoles también vio al Carletto más gourmet. Nunca ha ocultado que le encanta comer y cocinar, por eso no extraña que rápido haga buenas migas con algunos de los mejores chefs de las ciudades donde entrena. A una cena privada con el famoso chef napolitano Gennaro Esposito (dos estrellas Michelín) en Torre del Saracino, el técnico aportó el pescado fresco, uno de sus productos favoritos.

“Paso mucho tiempo fuera de la ciudad por el fútbol, pero cuando vengo me gusta salir a comer y cenar. Es una ciudad que podría ser aún más bella con unos pocos ajustes, con un poco más de sentido cívico por parte de todos, pero esto es un problema de toda Italia”, dijo en Otto Channel al calibrar su primer año en el Napoli. Ayer, en la conferencia de Prensa previa al duelo de hoy, volvió a piropear a Nápoles: “Es una ciudad maravillosa”.

Carlo Ancelotti dirige un entrenamiento durante su etapa en el Nápoles, en 2018.
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Carlo Ancelotti dirige un entrenamiento durante su etapa en el Nápoles, en 2018.ALBERTO PIZZOLIAFP

Por la cercanía también fueron muy habituales sus escapadas a la isla de Capri. Allí celebró su 60 cumpleaños con una fiesta en la que Carletto escogió, dicen, hasta el playlist musical. Probablemente estuvo Renato Zero, dicen que uno de sus cantantes favoritos. También los hits de Laura Pausini, con la que ha cantado a dúo en alguna celebración privada del Milan.

Apenas temporada y media en Nápoles antes de que su relación con De Laurentiis estallase por un motín del vestuario. Una destitución, a mediados de diciembre de 2019, que se cocinó en el Grand Hotel Vesuvio. Precisamente el lugar donde se está alojando ahora en esta visita con el Madrid. Ironías napolitanas del destino...