Dortmund, donde Figo hizo barcelonismo
El portugués levantó como capitán la Supercopa de Eurocopa de 1997, el primer trofeo de la era Van Gaal. “Un momento para disfrutar”, decía entonces, cuando hacía barcelonismo incondicional.
Campeón de la Recopa en 1997 después de derrotar al PSG en la final de Rotterdam, el Barça se ganó el derecho a jugar la Supercopa de Eurocopa, una competición que le había sido esquiva en tres ocasiones (perdió las finales de 1972, 1979 y 1989 ante Nottingham, Aston Villa y Milan respectivamente) hasta que la conquistó por primera vez en 1992 contra el Werder Bremen. Su rival en 1997 también iba a ser alemán. El Borussia Dortmund de Ottmar Hitzfeld había dado la campanada contra la Juventus en la gran final de Múnich con un gol histórico de Ricken que había tumbado a la Vecchia Signora. Era un equipo de tronío con jugadores del nivel de Zorc, Kohler y Chapuisat.
Por entonces, la Supercopa de Europa no era la primera cita del año. Se jugaba a doble partido y la UEFA la encajaba como podía en el calendario. El 8 de enero, el Barça ganó la ida (2-0) en el Camp Nou, ya que el ganador de la Recopa, competición menor que la Champions, jugaba en casa la ida. Luis Enrique (8′) y Rivaldo, de penalti (61′) pusieron en ventaja a los azulgrana, que remataron en la vuelta. Ni el ambiente de la Südtribune fue suficiente para el nuevo Borussia en el que Nevio Scala, que se había convertido en uno de los entrenadores de moda con el Parma, había relevado a Hitzfeld. Giovanni marcó un golazo nada más el partido y el empate de Heinrich no inmutó al Barça. El nuevo Barça de Van Gaal, que había tomado el relevo de Robson pese al doblete del inglés (Copa y Recopa), ganó la segunda Supercopa de Europa de su historia con una alineación formada por Hesp; Ferrer, Nadal, Bogarde, Sergi; Celades, Luis Enrique, Giovanni; Rivaldo, Sonny Anderson…, y Luis Figo. El futuro enemigo público número uno del barcelonismo lucía, además, el brazalete de capitán del Barça en ausencia de Guardiola y fue el encargado de levantar el título. “Un partido para disfrutar”, celebraba el portugués en la zona mixta, cuando hacía bandera del barcelonismo. Tres años después, y cuando más apreciado era por la afición en su condición de jugador superlativo (futuro Balón de Oro en 2000) y lugarteniente de Guardiola en la capitanía azulgrana, fichó por el Real Madrid.
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